Como si con la llegada de febrero les hubieran dado la señal de arranquen, el espectro político de Tamaulipas empezó a llenarse de personajes que anhelan un cargo público para beneficiarse del erario.
En algo tienen razón: son muchos las posiciones que estarán en juego el próximo año, los partidos políticos necesitarán muchos candidatos para llenar las boletas en el 2021.
Son muchos los que sueñan con ser alcaldes, por ejemplo, pero enfrentan un grave problema, que no son pocos los ediles que buscarán reelegirse.
Vamos por partes. En Madero, la situación no es muy distinta. Oseguera ya impulsa desde ahora su proyecto político que empezaría por reelegirse en la alcaldía y un año después buscar la gubernatura, como le aconsejan algunos morenistas del sur.
En la frontera, los acelerados tienen más chances. Porque Enrique Rivas Cuellar ya está en su segundo periodo, lo mismo que Maki Ortiz en Reynosa. Ambos albergan la esperanza de ser requeridos para la elección del 2022, o quizás buscar una diputación federal en el año próximo.
Tanto en Reynosa como en Nuevo Laredo son muchos los suspirantes que quieren hacer méritos para competir por la alcaldía. La mayoría ocupan espacios en el Congreso local, y para decir verdad, a estas alturas todavía no hay uno que muestre los tamaños.
En Matamoros, el alcalde Mario López es quizás el más débil de los morenistas: en pleitos y quejas se le ha ido buena parte de su administración, sin lograr desligarse de los viejos políticos priístas que lo apadrinan descaradamente, como el mismo Baltazar Hinojosa.
Y en la capital del estado, el brinco de Mario Ramos del Movimiento Ciudadano al PAN agregó un nuevo ingrediente a la competencia por la sucesión, que también persiguen Pilar Gómez y el vapuleado Arturo Soto. ¿Le quitarán el castigo?