Contra todos los pronósticos del
subsecretario de Prevención y
Promoción de la Salud, Hugo
López-Gatell Ramírez, la curva del coronavirus crece de manera alarmante
todos los días, en lugar de aplanarse;
y en las semanas previas, cuando se
esperaba la disminución de contagios,
los positivos han alcanzado hasta 2
mil 960 casos en tan sólo un día.
En el ámbito nacional, las cifras se
multiplican cotidianamente. Y cada
vez hay más enfermos y muertos –
hablamos de casi 66 mil infectados y
de cerca de 7 mil 200 decesos– que
ponen en entredicho las apreciaciones
de las autoridades sanitarias.
Sin embargo la Federación insiste
en reactivar todas actividades en los
mentados ’municipios de la esperanza’,
aunque sus autoridades, es obvio, no le
han hecho caso y menos los gobiernos
estatales.
Y no, porque las entidades siguen
presentando contagios día tras día.
Ante ello, la Secretaría de Salud
(federal) –a cargo de Jorge Alcocer
Varela–, ha modificado su apreciación
y dejado en manos de los gobiernos
locales el manejo de la crisis, pues sólo
en lo doméstico se podría evaluar,
más acertadamente, el problema que
quiso centralizar el Gobierno federal, a
control remoto.
Muestra de que la Federación ‘tiene
otros datos’, es que en la frontera
norte del país la pandemia crece –y
las autoridades de la Unión Americana
han decidido cerrar sus puertas hasta
el 21 de junio–, a tal grado que todos
los cruces también de aquí allende el
río Bravo están impedidos mientras el
régimen lópezobradorista ha autorizado reiniciar actividades.
Ello ha provocado que cada día
sea más difícil contener a la población
en su ímpetu de retornar a la ‘nueva
normalidad’ –ávida de recuperar parte
de su economía–, pese al riesgo que
conlleva la reactivación laboral.
Cierto es que la economía está
colapsada, pero antes de ofrecer abrir
nuevamente el comercio ‘paulatina
mente’; y en junio 1 reestablecer ‘todas
las actividades’, el Gobierno federal debe primeramente pensar en el impacto
social y luego en el financiero, que, por
lo visto, es su prioridad.
Y concluyo con cuatro preguntas:
1) ¿Por qué decir se ‘aplanó’ la curva
del contagio cuando diariamente crecen los casos en todo el país?
2) ¿La reanudación de clases será en
agosto, realmente?
3) ¿Acaso se aprovecha la pandemia
para acabar con los ricos, dañar a las
clases medias (lo que resta de éstas) y
establecer un régimen socialista?
De otra forma no entiendo por qué,
López Obrador, deja sin protección
sanitaria a las entidades.
¿Acaso por la militarización del país
que ocupa todo su tiempo?
Son simples preguntas y suposiciones.
Obvio, él tiene otros datos.
‘MUNICIPIOS
DE LA ESPERANZA’
En México existen 2,457 municipios
repartidos en 32 entidades. Y de ellos,
supuestamente, 324 reiniciarían
actividades hace una semana (lunes
18) –como parte del programa ‘nueva
normalidad’, establecido por el presidente Andrés Manuel López Obrador–,
mientras que el resto (2,133), según la
disposición oficial, seguirían en emergencia sanitaria.
O sea, con restricciones en sus quehaceres no esenciales, al menos hasta
el uno de junio próximo.
Al presentar el anteproyecto –de
los también mentados ‘municipios de
la esperanza’–, Hugo López-Gatell
Ramírez –subsecretario de Prevención
y Promoción de la Salud–, dijo que
serían 269, pero el sábado 16 de mayo
enmendó la cifra elevándola a 324, sin
considerar que en la mayoría de los
municipios ‘encuadrados’, jamás se
atendieron las medidas precautorias. Y
no, porque simple y llanamente nunca
se enteraron de éstas.
Sin embargo él insistió en que se
trataba de demarcaciones donde ‘no
ha habido ningún caso de coronavirus,
ni son vecinos de otras localidades con
contagios’.
¡Vaya, desconocimiento de la
geografía nacional!
Lo peor, es que no dijo que esos
municipios son los más olvidados del
país, pues apenas cuentan con una
escuela; carecen de clínicas, servicios
médicos y que por sus caminos no
hay quien circule; menos tienen visita
ni hay dónde trabajar, fuera de su
parcela –en caso de pertenecerles–,
o que sólo sirviéndole al cacique es
como se allegan el sostenimiento
familiar.
Ejemplo de eso es que en Oaxaca son 213 municipios (de 570) los
que se levantarían la contingencia,
quedando fuera la capital del estado.
Y por supuesto su bahía, cuya fuente
de recursos económicos (gracias
al turismo) otrora fue sostenida y
sustentable.
Pero el Gobierno estatal rehusó
acatar la medida; y las autoridades de
los 213 municipios se negaron a que
entraran a su territorio los fuereños.
Y eso que ahí López Obrador finca
uno de sus nichos.
A Jalisco se le autorizaron abrir
23 –también los más pobres–, como
a Sonora 16; Puebla, 13; Guerrero y
Veracruz 12 cada uno.
Otras entidades con ‘municipios
de la esperanza’ por disposiciones de
la Secretaría de Salud (federal), son:
Chihuahua (8), Nuevo León (7), San
Luis Potosí (6), Chiapas (5), Tamaulipas (4), Michoacán (3), Yucatán, igual
que Hidalgo (1).
Ciertamente no puede ni debe medirse con el mismo rasero a
ninguna entidad, pero en el caso
doméstico, lo mejor ha sido cerrar la
contingencia de manera general, ya
que lo peor estaría por venir.
Se lo comento porque aquí en Tamaulipas levantarles la cuarentena a
cuatro municipios –cuya economía
local e índices de pobreza ofenden
por la miseria–, es una aberración,
ya que la mayoría de sus jóvenes
‘piscan’ en la Unión Americana y en
cualquier momento regresarían a su
tierra, con o sin infección.
Y seguramente así lo considera el
gobernador Francisco Javier García
Cabeza de Vaca, pues ha dispuesto
que la conclusión de estudios del
ciclo actual se de en línea –en todos
los niveles–, para proteger a los
niños y jóvenes tamaulipecos.
Es más, dispuso que ningún municipio se sometiera a la disposición
federal. Y eso deja fuera del programa lópezobradorista al municipio de
Cruillas –vecino de San Fernando,
donde ya brotó el primer caso de
coronavirus–, como a San Nicolás,
Mier y Miquihuana.
Otra manifestación contraria al
programa ‘municipios de la esperanza’, se dio precisamente en Guerrero,
al negarse a levantar la contingencia
en 12 municipios; Jalisco, rehusando
abrir actividades en 23 municipios;
y en Chihuahua, donde los 8 ‘autorizados’ tampoco se ‘gancharon’ a la
oferta. En total, de los 324 ‘municipios de la esperanza’, 260 desatendieron a la Federación.
Ignoro si el resto (64 localidades)
cumplieron su llamado. Pero queda
en claro que el grueso de la población no está dispuesta a sacrificar
su salud para darle gusto al Presidente, empresarios, industriales y
banqueros…