“Como sea, en la conmemoración de este domingo, día del padre, 33 de cada cien hogares en México no tendrán nada que celebrar”
Estamos en la mera cresta de los la curva de contagios por Covid-19, seguimos en confinamiento hogareño, distanciamiento social y trabajo en línea. Por suerte las clases virtuales ya terminaron, pero esta nueva realidad nos obliga a mejores hábitos de convivencia familiar. No hay celebración del Día del Padre.
La cancela el sentido común, atendiendo la receta de los galenos, y debido a que las altas concentraciones de gente en los comercios abiertos, como lo son los restaurantes de comida rápida, ocasionaron más contagios. Con la experiencia de las fiestas del Día de la Madre y del Día del Niño, se prevé que si no se toman medidas drásticas, eventualmente regresaremos a un confinamiento más estricto.
En días pasados la doctora Gloria Molina, responsable del sistema público de salud en Tamaulipas envió un mensaje en redes para advertirnos de nuevo sobre la peligrosidad de andar en la calle conviviendo con el bicho. Casi con encono, hace un llamamiento a la responsabilidad social, pero es como llamado a misa, la movilidad urbana da cuenta de ello, están cerradas las escuelas, los centros de entretenimiento, algunas oficinas públicas y todavía las iglesias, pero el tráfico no para, los bancos y las tiendas llenas.
Como sea, en la conmemoración de este domingo, día del padre, 33 de cada cien hogares en México no tendrán nada que celebrar. En los últimos datos recabados por el INEGI, se indica que en los últimos años hubo un incremento del 21 por ciento de mujeres que ejercen la maternidad sola.
Las madres solteras en México, señala INEGI, presentan mayor vulnerabilidad que el resto de las mujeres, tienen menos redes de apoyo y desventajas al ejercer la maternidad a temprana edad. Por principio muchas de ellas se ven obligadas a interrumpir su escolaridad y con escasa o nula educación, enfrentan más barreras para acceder a un trabajo digno. En 2017, del total de las madres solteras de 15 años, el 41 por ciento ya trabajaba, de esta cifra, el 31 por ciento estaba en el sector informal, el 12 por ciento en el doméstico y el 6 por ciento sin recibir pago alguno.
Sin una figura masculina, sin sustento económico, ni apoyo emocional, las madres solteras, por decisión propia o porque la vida las coloco en esta disyuntiva, se enfrentan todos los días más violencias machistas que el resto de las féminas, son más agredidas que otras mujeres con distinto estado civil, son discriminadas en familia y sociedad, y muchas son acosadas en sus entornos porque en el sistema patriarcal mexicano, se tiene la creencia que el tener un hijo puede ser carta abierta a la sexualidad sin responsabilidad.
Además en los trámites burocráticos o legales, no hay un apartado para definir el estado civil de una madre soltera, y esto acarrea problemas también para los infantes que no acceden al apellido paterno. Luego aparecen como sus hermanos o individuos con un solo apellido, una causa de discriminación social.
En medio de la pandemia, las madres que cumplen doble función en sus hogares, sufren mayores afectaciones, en el encierro, están a cargo de proveer, cuidar, educar y entretener a los hijos; como única proveedora de su casa, no puede desatender su trabajo; tampoco se puede enfermar porque no tiene con quien encargar a los niños; no tiene tiempo para sí misma ni para cuidarse, pero debe multiplicar para salir avante y aun así es criticada.
La efeméride, que se quiere equiparar al del Día de la Madre, es propicia para reflexionar sobre las miles de mujeres que solas sacan adelante a sus hijos, y en vez de etiquetarlas como “madres luchonas”, debería cuestionarse la paternidad desentendida. Porque, por cada madre soltera hay un padre irresponsable, invisibilizado por la sociedad machista.