CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-La primera línea de batalla contra el Covid-19 está integrada por gente de todas las edades; algunos que tienen una vida entre camillas y hospitales, y otros a los que esta contingencia los tomó en sus primeros pasos dentro de la carrera.
Pero tienen algo en común: la guerra que libran todos los días, les cambió la vida para siempre. Lo que han vivido desde hace tres meses, no se les olvidará jamás. Despedir a tantos pacientes y salvar a tantos más quedará grabado para siempre en su memoria.
A Norma N, (le cambiamos el nombre para cuidar su seguridad e integridad), por ejemplo, en sus más de 27 años de experiencia como médico general, le ha tocado vivir experiencias y pandemias inimaginables, pero ninguna como el Covid-19.
En entrevista con EXPRESO, Norma recuerda que le ha tocado enfrentar y tratar enfermedades virales, genéticas y de todas las que han brotado en Tamaulipas a lo largo de casi tres décadas.
“Desde que salí de la universidad en 1992, me ha tocado atender brotes, epidemias y pandemias, me ha tocado ver desde cólera, el brote que tuvimos de sarampión en el 92-93, luego el dengue, la influenza y ahora el Covid-19”.
En su experiencia dentro del área de epidemiología, le ha tocado enfrentar muy de cerca esas enfermedades, “pero jamás me imagine vivir esta experiencia de como ves en las películas… quítate el traje, ponte el traje, que esté bien sellado, que no tenga roturas, que no tenga fugas, un sinfín de cosas que tenemos que hacer”.
Esa parte es motivante y le gusta, aunque también es muy desgastante, porque trabajan con clima a 16 grados, pero con el equipo pareciera que están bajo el sol: “salimos bien marcados de la cara por las gafas, caretas y te duele, esa es la parte desgastante”.
Su rutina: llegar al Hospital, ver qué hay en puerta, si tienen alerta sobre un posible paciente, se colocan el equipo especial y desde el momento en que entra, ya es estar ahí por horas tratando de controlarlo en caso de que llegue inestable o bien analizando sus condiciones para determinar si es Covid u otra enfermedad para canalizarlo al área correspondiente.
Lo más deprimente para ella, es que familiares de pacientes Covid-19 que pierden la batalla o la lucha contra la enfermedad los culpan de esos decesos, “nos dicen, es que mi paciente llegó bien”.
Y… “cómo le explicas o haces entender a una persona dolida, que ésta es una enfermedad muy agresiva, nos ha tocado ver a pacientes que llegan bien, sí, pero que en cuestión de 20 minutos caen en inestabilidad y no podemos hacer maniobras porque la letalidad es muy rápida, y más cuando no hay una solicitud de atención en tiempo”.
En la actualidad en el Hospital General los pacientes Covid, son atendidos en el área de quemados de Michou y Mau, los que requieren mayores cuidados son enviados al Hospital Regional de Alta Especialidad (HRAE), pero ahí los reciben hasta que tienen el diagnóstico de paciente positivo, “aunque estén graves, si no tienen el diagnóstico no los reciben”.
Su visión sobre el Covid-19 es de sorpresa, porque le ha tocado ver que por lo menos 4 pacientes han perdido la vida, en cuestión de minutos, aunque también le ha tocado ver el restablecimiento de muchos más.
“Teníamos un caso de un señor de Tula, en mi vida me había tocado un paciente que se deteriorara tan rápido, estos pacientes me impresiona la manera en que se nos mueren y no es por la edad, porque nos han tocado jóvenes de 22 años, 28 años, uno era militar, una condición física brutal y llegó muy malito”.
Por eso como médicos es un tema fascinante, porque ven cosas que en su vida imaginaron podrían ver, “pero es frustrante, porque aunque en ocasiones les pongamos su oxígeno, medicamentos y les demos toda la atención no podemos sacarlos adelante”.
Hay malas experiencias, como ver la falta de cultura entre la gente, “llegó una paciente grave y los familiares decidieron llevarla mejor al HRAE, porque decían que aquí –en el Hospital General- la íbamos a matar, finalmente a los dos días la llevan ya con falta de saturación de oxígeno y se nos murió, pero eso fue por falta de atención a tiempo”.
Hay otras muy malas experiencias, como la amenaza de muerte recibida por familiares, “al siguiente día estaban afuera con machete en mano, diciéndonos cosas, pero nosotros teníamos todo listo, carro rojo, oxígeno, todo, pero ellos no la llevaron a tiempo, esperaron hasta el último momento”, insiste.
“Eso es frustrante, porque yo te estoy ayudando, te estoy apoyando, no vamos a matar a una persona, es frustrante, porque se te muere, porque el familiar te acusa y todavía te amenazan”.
Para los compañeros de labores, enfermeras, doctores, camilleros, para todos es un cúmulo de sentimientos encontrados, “porque si estamos aquí, es porque nos gusta nuestra profesión, y cumplir con nuestro objetivo, salvar vidas”.
Lo que destaca luego de algunas malas experiencias, es algo así como una esperanza: “decimos entre las compañeras, cuando pase todo estos, nosotras vamos a ser las heroínas, vamos a poder decir lo logramos y vamos a tener muchas anécdotas que contar”.
Pese a que hoy son menospreciadas, rechazadas y hasta ignoradas, porque es una realidad que les sacan la vuelta, las que utilizan transporte público no les quieren dar el servicio y hasta hay casos de enfermeras que les han echado cloro, mañana, asegura “seremos reconocidas”.
“Hace días fui a las gorditas de la Tota, y nosotros una vez que vemos pacientes ya no andamos en la calle, ese día no habíamos iniciado y nombre, se hacían a un lado, la discriminación es fuerte, a mi hija una vecina que se puso a vender en su casa, cuando fue a comprarle se puso guantes para recibir su dinero, mientras que con otros clientes no lo hizo, son situaciones que pegan”.
Las dificultades han sido muchas: “hay compañeras que incluso usaron pañal porque eran muchas horas seguidas sin poder salir del área Covid, ni para ir al sanitario, ni para comer, ni para nada, pero ahora ya hay un control mejor de horarios”.
Es muy desgastante
El llamado de la enfermera Juany N, del Hospital Regional de Alta Especialidad (HRAE), a los tamaulipecos en general es que tomen en serio al Covid-19, “es desgastante para nosotros estar todos los turnos al pendiente de pacientes que se están complicando, pudiéndose evitar, los casos serían mínimos si la gente hiciera caso de quedarse en su casa”.
Juany dice que desde marzo está en las áreas Covid-19, tan solo en un fin de semana le tocó ver la muerte de tres pacientes que no lograron salir adelante en su lucha contra la enfermedad.
“Y los casos van en aumento, cada día son más los pacientes, en las últimas horas eran entre 13 y 14, pero a cómo va la pandemia serán más, al hospital lo van acondicionando conforme a las necesidades, aún hay capacidad para recibir, pero lo que falta es personal de enfermería”.
“Llegas directamente a vestirte”, con capas y capas, primero en el filtro se quitan el uniforme quirúrgico; “para equiparte con todo el traje”.
“Ahora ya no se porta el uniforme reglamentario (blanco), ahora es el uniforme quirúrgico, al llegar nos cambiamos de uniforme quirúrgico, para no exponerlos a las secreciones del paciente”.
Se colocan botas, el overol o equipo de protección personal blanco, gorro, cubreboca, googles, el gorro que va incluido en el traje, “ese se pone al último para fijarlo con los googles y sellarlo con cinta, para que no entre ningún tipo de secreción”.
Además se ponen otro par de guantes: “son tres pares de guantes y otro par de botas arriba del traje, hay un filtro que pasamos para llegar al área o áreas, hay una de hospitalización y el área de terapia de cuidados intensivos”.
En el HRAE sí tienen los equipos necesarios para ofrecer la atención, desde los gorros, cubrebocas, el equipo blanco, botas, “nos proporcionan extra unas almohadillas para la cara para que no se nos marquen las mascarillas, es un equipo muy caro, pero ellos (la dirección) nos los consiguen”.
Recuerda que en las primeras semanas se lastimaban mucho la cara porque pasaban horas con los equipos puestos.
Desde el mes de marzo, se empezó a recibir pacientes en el HRAE, “todo el personal apoya a todas las áreas, “por ser Hospital Covid, somos primera línea, de hecho ahí no hay si quiero o no, todos entramos, todas rolamos por el área para apoyo de las compañeras”.
En el turno de 12 horas, para fines de semana y de noche, las supervisoras y jefas hicieron dos turnos de seis horas, que atienden de 8 a 2 y 2 a 8, “es un decir el horario, habiendo tanto trabajo a veces son más de siete horas metidas ahí con todo el equipo hasta que entregas turno”.
El trabajo de organización de Martina Colchado, jefa de enfermeras y de Juana Carlos Contreras del sindicato, es primordial para la organización del trabajo, dice.
Aunque atender pacientes Covid las pone en resigo constante, tratan de realizar su trabajo con esmero y dedicación, siempre buscando salvar una vida, es desgastante, pero a la vez satisfactoria, es una contradicción, dice.
Una contradicción porque sufres cuando un paciente pierde la vida y te alegras cuando un paciente se va a casa curado, “cuando ganan la batalla, nosotras como personal de salud estamos al pendiente de todo a cada momento, de sus medicamentos, su recuperación, avance, retroceso”.
Aunque ellas como enfermeras no tienen contacto con los familiares, si les preocupa cuando un paciente muere, “pero es trabajo social quien tiene la relación con el familiar”.
Andar en la calle, puede representar un riesgo y más si portas el uniforme, pero la gente debe saber que no exponemos el equipo con el que salen de casa, “antes de salir de la zona Covid, hay un baño en donde se asean, algunas llevan dos uniformes, pero en general el quirúrgico no tiene ningún contacto con el área Covid ni cuando llegan, ni cuando salen.
“Un día llegué a un Oxxo y una señora se baja de su vehículo y se me queda viendo con ojos de no te me acerques, hay mucho miedo o desconocimiento y ahora no lo toman tan en serio, cuando la realidad es que es una pandemia muy grave”.