Ni las tempestades, ni las pandemias atrasan los tiempos electorales.
Aunque no todos se arriesgan a declarar abiertamente su amor por Victoria, poco a poco van saliendo a flote los nombres de los “bien intencionados” políticos o no políticos, comerciantes o deportistas que prometen rescatar la capital tamaulipeca del bachezote en que se encuentra.
Adelantados como siempre, los deseosos del poder local salen en compañía de Prudencia, porque le temen a las reglas del juego, con Susana distancia para no desobedecer el protocolo sanitario y con la Esperanza puesta en la desesperación colectiva que dice que “ya lo que venga es bueno”, buscan Refugio en cualquier partido político para que les de alas y los proyecte con la Aurora, a la alcaldía victorense.
Algunos piensan que para cualquier personaje, por el partido que sea, le será fácil conquistar el otrora corazón de Tamaulipas, los victorenses están tan desilusionados de sus últimos ediles, que apostarían por cualquier estrella, sin embargo, no será sencillo ganarse la confianza del electorado. Son otros tiempos, la nueva realidad implica más retos.
De nuevo atestiguaremos campañas atípicas, por fin, sin mítines, ni acarreos, sin eventos masivos y con exposición en medios reglamentada, no habrá mucha basura electoral, más la que se avienten en el terreno virtual, porque los contendientes seguramente se cantearan por las redes sociales y ahí les aguarda el mayor peligro.
Sin réferi, sin reglas del juego, cualquier virus malicioso les empañará el largo camino, que quieren empezar a correr, antes de tiempo. De momento se lucen en el Facebook, en Zoom, o Tik Tok, pensando que la pantallita de su celular lo es todo para posicionarse, subestiman la red.
Los candidatos se amontonan y conforme avanza el reloj electoral se sumarán más ilusos, pero sólo uno llegará. Lo interesante será ver como lo logran sin dinero en los bolsillos, con protocolos de sanitización, sin movilización de líderes comunales y con el fuego amigo y enemigo, enmascarados en trols y bots.
El personaje que queremos ver es un ser híbrido, que sirva para hacer lo políticamente correcto y no enrede a la ciudad en más pleitos partidistas, que administre la deuda, porque dinero no hallará, que haga más con menos, aunque parezca trillado y que yo no robe, ni tantito.
El 2020 no ha sido fácil para nadie y el 2021 quizás sea igual, pero Victoria tiene décadas padeciendo una epidemia de malos administradores que la han sumido en el retroceso, no sólo no se avanzó a la par de otras ciudades de Tamaulipas, sino que se viajó en el tiempo hacia atrás para volver a los días sin agua, sin pavimentación, ni industrialización o desarrollo.
Encapsulados en el retraso social por la ambición de poder de los que se enriquecieron a su sombra, los hombres de negocios que aprovecharon el erario para acrecentar sus empresas.
Además, a esta ciudad la han gobernado dos o tres personajes muy buenos para el show, para el entretenimiento urbano y coloquial, pero ya se requiere que llegue alguien con la seriedad que ameritan los graves problemas sociales que aquí se acumulan.
Si los candidatos no demuestran sensatez política para estar a la altura de las circunstancia, ojalá que la ciudadanía sí refleje madurez al momento de la decisión. De errores comunales ya estamos hartos.