Se preparan, o eso nos han dicho, que las autoridades educativas se disponen esta semana para dar un gran giro y salto a las tecnologías y los medios de información, que serán los protagonistas de la nueva escuela mexicana.
A partir de este ciclo, el proceso de enseñanza-aprendizaje no volverá a ser igual. El reto de la nueva realidad será incorporar las nuevas herramientas a la pedagogía antigua, la que por más capacitación y cursos que den a los profesores, seguía imponiéndose en los planteles, hasta que llegó el Covid 19.
La tradición en la vieja escuela mexicana, nos coloca en este presente convulso en el último lugar de los países de la OCDE respecto a la educación media superior, al 2018 este reporte indica que más de la mitad de los mexicanos entre los 25 y 34 años no habían cursado la prepa, México registró además los niveles más bajos de titulación de secundaria, y en ese mismo año lideraba el registro de los alumnos con mayor reprobación en la secundaria.
En los otros datos que no le gusta al presidente, el año pasado se informó sobre el estancamiento de la educación en nuestro país, los resultados de la prueba PISA (Programa Internacional para la Evaluación de los Alumnos) revelaron que los mexicanos no son buenos ni para leer, ni para las matemáticas, ni para las ciencias, en el 2018 quedamos en el penúltimo lugar, antes de Colombia, en este censo.
Todos los análisis coinciden que estos bajos resultados de aprovechamiento ubican a los mexicanos en mayor desventaja en el terreno laboral y social; es una realidad
que viene de décadas atrás y que pese a reformas, contrarreformas y más cambio del modelo educativo mexicano no da resultados óptimos.
Y en este escenario, nos agarró la pandemia y debería darnos miedo. El Secretario de la ONU, Antonio Guterres advierte que “Nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas”.
Al llegar el virus y al cierre de las escuela se afectó a cerca de mil 600 millones de educandos en todos los niveles, en todo el planeta, esto trajo repercusiones inmediatas y
a largo plazo, la ONU pidió desde entonces que se atendieran temas urgentes como la nutrición, matrimonio infantil y la igualdad de género.
Ahora, previo al inicio de un nuevo curso lectivo, en línea, a distancia o mixto, se pide a las naciones que tomen en serio la circunstancia decisiva para la vida de todos los niños y jóvenes, que
se evite una mayor crisis en el aprendizaje. Estimaciones internacionales prevén que cerca de 24 millones de alumnos, de primaria a nivel superior, podrían abandonar definitivamente la escuela.
Para enfrentar el reto, la ONU propone cuatro puntos insoslayables, primero, tomar decisiones
en conjunto con todos los involucrados en el sistema, incluidos los padres de familia (México no lo hizo en el acuerdo con las televisoras); dos, que se dé prioridad
a las decisiones presupuestales
(los maestros siempre dicen que implementan cuotas porque el presupuesto nunca alcanza), tres, que las nuevas técnicas e iniciativas de enseñanza lleguen a quienes están en mayor riesgo de quedarse en el rezago (nuestro país presenta bajo grado en alfabetización digital) y por último que se dé un salto progresista a una impartición educativa de calidad, todo esto “requiere inversiones en la alfabetización y
la infraestructura digitales, además del reforzamiento de los vínculos entre los sectores formal e informal de la educación.
Sin embargo, mientras la SEP prepara miles de producciones televisivas y busca talentos pedagógicos que hagan química con la pantalla, los padres de familia y alumnos aún no entienden cómo va a ser el nuevo modelito que les tocará a ellos gestionar en casa, el Home School será como casi todo en México, un ensayo a prueba y error.