En la campaña presidencial del 2016, el candidato Donald Trump se presentó, de manera paradójica, como el candidato anti Estado para conducir al Estado. No fue, como no es ahora, anti capitalista ni anti imperialista; al contrario, su propuesta fue reconstruir el imperio estadunidense de las primeras tres cuartas partes del sigo XX.
Los dos presidentes estadunidenses que confrontaron al establishment dominante en los EE UU cayeron víctimas de conspiraciones internas del poder: Nixon (Watergate) y Clinton (Mónica Lewinsky). El prototipo de presidente del establishment fue Barack Obama, quien llegó a la Casa Blanca por el color de su piel, pero
su misión fue salvar al capitalismo imperialista.
Con un estilo atrabancado y hasta violento, Trump recuperó el poder
de la presidencia ante los grupos de poder y sus intereses. Los EE UU y su modelo capitalista siempre ha sido operado por el establishment. En 1956 C. Wright Mills publicó su ensayo ya clásico La élite de poder para revelar que “los poderes de los hombres corrientes” están determinados por los grandes y reales poderes: el económico, el político y el militar.
En 1967 G. William Domhoff publicó su investigación ¿Quién manda en Estados Unidos? y desmenuzó a las grandes corporaciones financieras e industriales, las siete principales fundaciones que forjaban líderes –entre ellas la Ford y la Rockefeller–, la estructura de poder legislativo y judicial y el sector de seguridad nacional de los militares, la CIA y el FBI.
En 1980, Leonard Silk y Mark Silk bautizaron de manera formal a esos poderes reales en su libro El establishment americano y completaron la lista de esos grupos dominantes de poder: la Universidad de Harvard, el The New York Times, la Fundación Ford,
el Instituto Brookings, el Consejo de Relaciones Exteriores, entre otros, formaban y controlaban a los tomadores de decisiones.
Trump rompió los lazos de dependencia de la presidencia con esos poderes, en nombre del ciudadano
de condado que padecía el funcionamiento del Estado autónomo como poder autoritario y explotador sobre el ciudadano. En los hechos, Trump ha sido igual o más capitalista e imperialista que sus antecesores. Y su racismo no difiere mucho del de Obama o los Bush o Clinton, éstos más hipócritas.
Por primera vez los demócratas del establishment se quedaron sin cuadros, En los debates de una docena de precandidatos demócratas a la presidencia nadie destacó con fuerza como para enfrentar a Trump en las urnas. El único que dejó ver indicios diferentes fue Bernie Sanders, pero su bandera de “socialismo” atrajo a los jóvenes, pero ahuyentó a los grandes intereses económicos.
A lo largo de las últimas semanas, el establishment liberal-conservador/ demócrata-republicano ha fijado los criterios a favor de Joe Biden y su padrino Barack Obama, con el respaldo de los grandes medios de comunicación de los grupos de poder y ahora resulta que Biden sería el presidente bueno.
Los poderes del establishment quieren un presidente manipulable, respetuoso de las jerarquías de las élites, administrador de los intereses de los grupos dominantes, sometido a las prioridades del capital, el imperio y las corruptelas. Trump desdeñó a esos grupos y decidió en solitario.
El establishment se convirtió en
el Estado profundo que está maquinando la derrota republicana…, con la alianza de los miembros republicanos del viejo establishment. Lo que se debate en los EE UU no son definiciones de política, sino estilos mediáticos y alianzas de poder.
Trump no va a terminar con el establishment porque carece de inteligencia estratégica y de bloque de poder y porque sólo ofrece un estilo diferente, pero sí podría humillarlo
si le gana la reelección en noviembre próximo a Biden-Obama como se la ganó en el 2016 a Obama-Hillary.
El PRI en Sinaloa. En la última encuesta de gobernadores realizada por Consulta Mitofsky de nueva cuenta destaca el de Sinaloa, el priísta Quirino Ordaz Coppel, en el primer sitio, mientras el PRI de Alito y José Murat siguen ignorando esas señales por sus acuerdos en lo oscurito con Morena. Ordaz calificó en el primer sitio del top de cinco, subiendo diez puntos porcentuales en un año. Inclusive,
el sinaloense está arriba del panista yucateco Mauricio Vila, del panista queretano Francisco Domínguez y de la morenista Claudia Sheinbaum.
Política para dummies: La política es un juego de poderes, no de éticas.