Este año ya no cuenta, auguran quienes están hartos de su encierro improductivo, otros más ermitaños tendrán dificultades para regresar a la nueva realidad, quizás porque no se detuvieron en el tiempo y lograron adaptarse al radical cambio social o porque les gustó el confinamiento y desarrollaron el “síndrome de la cabaña”, pero todo esto pasará pronto, según estimaciones de la OMS algunos países, como México, Argentina, Estados Unidos, Rusia, Inglaterra tienen ya casi lista la vacuna contra el Covid 19.
De ser así, nos encontramos ahora en la mitad del camino, aunque no se ha aplanado la curva, el presidente no se haya puesto el tapabocas y no se arreglaron los pendientes que se encapsularon mientras nos tomaba por asalto la emergencia del nuevo coronavirus que ha llevado al estancamiento global en muchos rubros. Quizá sea efímera la luz que se divisa al final del túnel. La tragedia por la letalidad de la enfermedad aún ni se dimensiona.
Al 2020 lo etiquetó la ONU Mujeres como el año de la “generación de la igualdad” para dar espacio a todas las manifestaciones feministas que vienen reclamando por los derechos de las mujeres y mediante alianzas y redes que tienden colectivas de distintas partes del mundo, el año empezó con mucha fuerza e impactantes movimientos que llamaron la atención para el debate y solución de problemas como el acoso sexual, la violencia, el feminicidio, la desigualdad salarial, de salud y educativa. De repente la emergencia sanitaria detuvo la marcha de las mujeres.
Entonces, la movilización se incrementó en el terreno virtual, con más sinergias, a la distancia y apropiándose de las tecnologías tomaron nuevos bríos las colectivas como Brujas del Mar, SororaMX, Nosotras Tenemos Otros Datos, Ni Una Menos, Las Constituyentes Feministas, Mujeres de Sal, Madres de Desaparecidas y un centenar más de organizaciones ciudadanas dedicadas a contrarrestar el sistema patriarcal y la cultura machista que agobia a la mitad de la población en México, la más vulnerable: mujeres y niñas.
La pandemia trajo consigo otro agravante a la nueva realidad de las mexicanas, la violencia intrafamiliar incrementó en la cuarentena y aumentaron los feminicidios, aun estando cerrado el espacio público, en este año, se documenta que subió de diez a once el número de mujeres asesinadas en un día en México.
Estas asociaciones civiles han sustentado con su trabajo metodológico que aumentó el abuso doméstico y el acoso en línea, que la crisis económica provocada por el virus está calando más fuerte en las mujeres, que se evidenció más la falta de programas, políticas y acciones con perspectiva de género, que las campañas institucionales que se implementaron para bajar los índices de violencia no dieron resultados óptimos.
En este año atípico, nunca como ahora se había conjuntado tanto la fuerza femenil, como quedó demostrado el 8 de marzo con la manifestación en la calle y luego al día siguiente, marcando un antes y un después el 9 de marzo con el Día Nacional Sin Mujeres, y ya no hay marcha atrás, a pesar de las reticencias del actual gobierno, la cancelación de apoyos, recortes a presupuestos y nulas estrategias con enfoque de género, el progreso de las mujeres va hacia la igualdad.
Es paradójico que mientras el mundo convulsiona por un bicho de grandes proporciones, las mujeres se vuelven más fuertes con el feminismo y la sororidad, porque lo que se plantean es actuar por todas, en todos los ámbitos políticos, culturales, económicos y sociales, para eliminar cualquier signo de dominación y violencia de los hombres contra las mujeres.