Advierto que cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. Había un lugar llamado Malolandia, en el que gobernaba (aunque en realidad era una campaña electoral y política permanente) un hombre llamado Manuel Ariel Lores Obrador, conocido por sus iniciales como MALO.
Este hombre, necio por deporte y autoritario por convicción, instauró como estilo populachero un show matutino conocido como la madrugadora, era un espacio que pretendió vender como ejercicio democrático y abierto a la ciudadanía; sin embargo, al paso del tiempo resultó ser todo menos un páramo democrático.
Estas madrugadoras, aparentemente consistían en una especie de conferencias dE prensa, en las que de manera “abierta” había una serie de preguntas y respuestas, desde luego se esperaba que las interrogantes fueran realizadas por periodistas con rodaje político y efectuadas con cierto rigor intelectual, pero eso no era así; mientras que las… res… las res… las… res…pues… las respuestas, tampoco eran lo esperado.
Por eso al paso del tiempo las madrugadoras se fueron desvirtuando, era notable la ausencia de los intelectuales que criticaban las formas de gobernar (o de hacer campaña) de MALO, esos comunicadores simplemente no existían en el show matutino, a quienes por cierto apodó “pirrus”.
Pero aquellos que lo respaldaban ciegamente, conocidos como chayos (por chayoteros) abundaban en esas madrugadoras, se descargaban con preguntas que solo incomodaban a personas ajenas, ya que eran risibles y absurdas por excelencia.A todo este show, críticos del momento y opositores de Don MALO lo llamaron la democracia de papel, desde luego por la debilidad de aquel fenómeno mediático y popular que se ideó para venderse como una política pública libre y tolerante.
Lo denominaron democracia de papel porque era un ejercicio ligero y frágil, el cual no resistía las exigencias de nuestra sociedad, era más un mecanismo de distracciones para que la comunidad se desviara de las preguntas y respuestas que realmente dan rumbo a una Nación.
Por eso al final del camino, aquellos opositores que bautizaron a la madruga dora como una acción democráticamente de papel, se percataron que habían errado, en efecto, su conclusión fue inusitada e increíble, concluyeron que el papel era todavía más resistente que ese show madrugador.
También, al advertir la situación de la Nación, razonaron que Don MALO ya no era malo, la historia quería llamarlo de otra forma, y entonces lo conocieron como Pedro Elías Simón Ignacio Montes Olivares…
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