CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Este verano se cumplieron 34 años de la tragedia de los niños que fueron secuestrados, brutalmente asesinados y arrojados en costales con rocas al canal que conecta el Fovissste y San Luisito.
Un crimen que conmovió a la población victorense y municipios cercanos.
Lo que muy pocas personas saben son las consecuencias de tan deplorable hecho, que aún después de décadas siguieron cobrando vidas inocentes.
Jaime y Luis
“Uno de esos niños era mi hermano” platica con tristeza Emma R. quien en 1986 cuando ocurrieron los hechos, tenía escasos seis años, pero recuerda esos días cómo si hubiera sido ayer; la desaparición, búsqueda, y terrible hallazgo del cadáver de su hermano que destrozó a su familia.
En aquella época su hermano Jaime cursaba la primaria; era un alumno ejemplar y buen hijo, que como cada niño en esa época acostumbraba a salir a la calle a jugar con sus amigos, en la colonia Libertad de los ya lejanos años 80s.
-“Esto lo supimos por una vecina que nos platicó que mi hermano junto con un amiguito, planeaban irse de la casa; cosas de niños, ya que le seguía el juego a su amigo que había sido regañado por sus padres”
En ese tiempo se acostumbraba jugar con ‘resorteras’ y usaban como blanco latas o lagartijas que se hallaban en el monte. No acostumbraba ir lejos, sólo a jugar con el vecino, así que los padres le dieron permiso, pues juró regresar temprano.
-Esa sería la última vez que lo veríamos con vida…
Al cercarse la noche, mis padres se preocuparon, preguntaron a los vecinos y no sabían nada; buscamos por muchos lados, incluso dónde ahora está el eje vial que antes era solo un montón de monte con hierba alta.
Con desesperación y la ayuda de vecinos decidimos sepáranos para abarcar más lugar, mi papá me llevo a mí y mi mamá se fue con mis otros hermanos.
Pasó el tiempo y parecía que a los dos niños de 12 años se los había tragado la tierra; hasta que otro pequeño los descubrió en forma aterradora.
-“Unos niños desde su ventana jugaban aventando piedritas al canal, fue entonces cuando vieron un bulto flotar, asustados llamaron la policía y fue cuando los encontraron” platica la hermana.
David dice haber sido uno de los niños que hallaron los cuerpos flotando en el canal.
El hallazgo se realizó en el cruce de la calle 22 con César López de Lara, donde ahora instalaron una gran barda para evitar acceso al canal.
“Ahí fue donde encontramos a los niños amarrados con blocks a sus cuerpos, sólo que uno de ellos se desató; creo que por estar mal amarrado y su cuerpo flotó.
Nosotros solíamos ir a nadar en esas posas y esa tarde simplemente jugábamos en el agua cuando chocamos con el cuerpo del niño y de ahí se desató todo lo demás”
Las autoridades finalmente rescataron los cuerpos de los menores; la autopsia reveló que los menores sufrieron abuso sexual y físico hasta quedar sin vida.
Después como si fueran algún animal él o los asesinos, los amarraron a blocks, los metieron en costales y arrojaron al canal para que no fueran encontrados.
-“En ese tiempo el canal tenía agua y mucho lodo; la verdad no sé cómo le hicieron para aventarlos, porque el cuerpo de mi hermano estaba atorado entre la maleza y tierra” recuerda aún conmovida Emma, hermana de Jaime.
Esta tragedia fue muy dolorosa y e lleno de luto y rabia a los victorenses que no salían de su asombro y condena porqué en esta pequeña ciudad pasaran hechos tan inhumanos como los que sufrieron esos pequeños.
“Pintaron todas ‘las peseras’ y camiones azules con la leyenda “Justicia para Jaime y Luis” recuerdan adultos de aquella época.
Sobre los presuntos culpables, se especuló bastante y pese a la presión social no quedó todo claro.
La ciudadanía quedó insatisfecha con el veredicto final, al extremo que ni los padres de los niños estuvieron conformes.
“Nunca se hizo justicia al que fue culpable lo protegieron por ser hijo de un poderoso empresario y culparon a unos homosexuales. En ese tiempo se especuló sobre quién pudo haber sido, pero a quién llevó el caso lo mataron a sangre fría”
Actualmente es difícil ubicar el lugar exacto del hallazgo; ni una cruz permanece en el lugar, ya que el dolor fue tan grande que una de las familias nunca más visito el canal, mientras que la otra, colocó una señal que se fue perdiendo con el tiempo.
Tal vez no exista una cruz o algo visible de aquella inocencia perdida; pero sí el llanto; mucho dolor y sobre todo rabia por la maldad que arrastró a muchos inocentes con el paso del año.
Canal maldito: Más niños muertos de forma extraña
Pero hay más Niños que han perdido la vida en circunstancias raras, todos ahogados, como sucedió con un menor que se ahogó en el mismo canal en 1999, criatura que tenía el mismo nombre “Luis Antonio” y la misma edad que uno de los fallecidos 13 años atrás.
El asesinato de Jaime y Luis fue solo el inicio de una serie de muertes de niños ahogados con la misma edad y nombres parecidos, algo que muchos pueden afirmar fue solo casualidad, pero otros aseguran que es parte de una maldición.
Tal y como ocurrió en 1999 con la muerte de Luis Antonio L. con el mismo nombre que el infante que murió en el 86 y cuyos restos fueron hallados muy cerca del lugar donde el segundo niño se ahogó sin explicación.
“Mi madre hasta la fecha le llora, igual que nosotros” afirma con dolor Olga L. hermana de Luis Antonio que falleció a la edad de 12 años, cuando se dirigía a su trabajo como paqueterito en Gigante, en lo que ahora es Soriana Mercado.
Olga platica que su hermano era muy buen estudiante y trabajan por las tardes en Gigante para ayudar a su familia, tienda que para llegar a ella tenía que atravesar el canal que ahora conecta Santa Martha y el Fovissste, pero en ese entonces todo era monte junto a los viejos edificios.
“Él iba para el trabajo, pero algo le llamo la atención en una de las pozas, su curiosidad hizo que se acercara y por un descuido cayo dentro de ella” platica Olga quien explica que al gritar por ayuda un amigo de su hermano salió en buscar auxilio.
Ese amigo es Carlos H. quien ahora es un adulto y asegura “son hechos que jamás olvidara” el ver como su amigo y compañero de trabajo se perdía entre las profundidades de aquella poza.
“Cerca había un albañil, el cual corrió a ayudar a mi hermano, pero no pudo sacarlo de la poza, en aquel tiempo era muy profunda, con agua y llena de basura, mi hermano se perdió entre los desechos” platica su hermana.
Sin cansarse y lejos de recibir más ayuda por lo alejado del lugar, el señor se lanzó nuevamente a la poza, fue ahí que pudo sacar el cuerpo sin vida de Luis; un niño con todas la vida por delante que un error la perdió.
“Recuerdo que mi esposo estaba muy espantado, pues no encontrábamos a mi hijo y pensábamos que era aquel que se encontraba ahogado en la poza ” Platica la señora que afirma ser pareja de quien se lanzó para ayudar.
Como testigo del lugar solo quedo una cruz, ahora casi oxidada, con el letrero que lleva como leyenda el nombre niño y una fecha y un jarrón de vidrio repleto de ramas de lo que alguna ocasión fue un arreglo floral.
No acostumbro especular, pero fue a raíz de esta tercera muerte cuando algunos niños perdieron la vida en circunstancias extrañas y varias casas de San Luisito del área de la calle Michoacán atestiguan que había apariciones de niños por las madrugadas.
Después del accidente varios niños murieron en poco tiempo, como el niño ahogado en la alberca de la Libertad, otro más de San Luisito que se ahogó con su vómito; uno más en el quirófano, así como una criatura que se ahogado al caer a una cubeta.
Es inevitable juntar hilos y ver que todos son varones, de edades parecidas, incluso se llegó hablar sobre la aparición de una bebé ahogado en una noria de la zona, lo cual hasta la fecha sólo es un rumor.
Fue tanto la maldad que provocó la muerte de aquellos infantes que algunos afirma que sus almas siguen atadas a este mundo, lo cual se puede saber en la infinidad de relatos paranormales de apariciones en la maquiladoras Delphi y Kemet, o personas que aseguran que escuchan llantos al pasar de noche por el puente del canal, así como trabajadores del restaurante Vips o SAMS quienes aseguran hasta la fecha que han encontrado huellas de pies descalzos de niños en los pisos.
Como lo atestigua Maritza quien en su infancia tuvo que enfrentarse a a tres espíritus de niños que habitaban su casa, las molestaban a ella y su hermana y por las noches despertaban a su madre al preguntar
Apariciones:
¿Tú eres mi mamá?…
La zona norte de Victoria hoy está poblada por fraccionamientos como: San Luisito, Villareal, Haciendas del bosque, las Misiones, entre otras, pero en aquellos años pocas casas estaban construidas en esa zona que después fue una de las mejores de Victoria.
“Cuando llegue a vivir a San Luisito apenas estaban habitando las casas. Tengo 36 años y llegué cuando iniciaba el cuarto año de primaria. La única entrada a San Luisito era por el 16 y no había ninguno de los fraccionamientos que actualmente colindan” dijo la entrevistada.
En aquella época donde ahora está la clínica del seguro, sólo era un terreno amplio con mezquitales, caminos de tierra roja, pues San Luisito no había sido más que un rancho en su pasado.
Las primeras casas en habitarse fueron las que están sobre la avenida Michoacán construidas por Infonavit y habitadas por familias jóvenes de trabajadores con niños pequeños.
“Después de un tiempo se empezaron a esparcir rumores de que espíritus de los niños andaban sueltos en las casas. Pero lo raro es que aparecían principalmente en las casas donde había niños varones”
Maritza platica que cursaba cuarto año de primaria cuando en su casa que se ubica en la entrada del fraccionamiento, vio actividad paranormal por las madrugadas donde repetidas veces despertaron al sentirse observadas.
“A mí me tocó ver mucha actividad de ese tipo en mi casa, despertaba en la madrugada y veía a un niño viendo hacia mi cama, pegado a la pared con sus manos atrás. A mi mamá le susurraba en el oído ¿Eres tú mi mamá?”
La vecina platica que no fue la única casa que registró esos fenómenos ya que por lo menos fue testigo de tres hogares más que sufrían la misma maldición, todas ellas ubicadas en la avenida Michoacán.
“Llegó al extremo que su presencia en mi casa fue tan exponencial, que por ejemplo mi hermana hablaba con ellos, era muy chiquita y querían jugar con ella. A mí me tiraban la escoba cuando barría, si la dejaba en el comedor detrás de mí la empujaban y esta me caía en la espalda”
Por más extraño que parezca la mujer platica que los espíritus salían principalmente del baño y recorrían la casa.
“Los vecinos estábamos alarmados porque siempre se tocaba el tema que nos hacían cosas. En ocasiones abrías la puerta de la casa y se veía una neblina y el ambiente se sentía tenso. Escuchábamos pasos por las noches, que salían del baño hacia las recamaras, a mí me llegaron a hablar en susurro”
Sobre los vecinos relata que ellos encontraban sus zapatos desacomodados, los cuales dejaba bajo el lavabo y los movían de lugar “En una ocasión vio a un niño jugando con ellos”
“No le dio importancia hasta que entró un día a la habitación de sus hijos y el pequeño estaba en la cuna y vio al mimo niño que jugaba con los zapatos acariciando a su bebé”
En su desesperación la vecina dijo que intento patear al fantasma de niño, el cual nunca dejó ver su cara, por lo que tomo a su hijo de brazos para salir de la habitación, fue entonces que el espectro desapareció. Después de eso nunca regresó la vecina.
La familia de Maritza no podría darse el lujo de abandonar su casa, tenían poco con ella y habían gastado sus ahorros para comprarla, por lo que decidieron pedir ayuda de personas que dijeron saber al respecto.
“Hasta que me canse y me arme de valor con un “remedio” que me dijeron y un vecino lo había aplicado. Bendecir con agua bendita y correrlos a maldiciones pidiéndoles que se fueran y nos dejarán en paz”
Esa noche después de arrojar agua bendita dijo, no pudo dormir ningún miembro de la familia, pues la actividad aumentó a gran escala, al extremo en que se escuchaban a varios espíritus salir del baño y recorrer la casa.
“Pero no pasaban por dónde yo había puesto el agua bendita. A partir de esa noche siguieron pero disminuyó mucho la actividad y actualmente sólo de vez en cuando se escucha cómo cuando avientas una canica al piso y va haciendo un sonido descendente”.
POR Raúl López García / Fotos: Jorge Castillo