Con la atención puesta en los ecos de la elección de Estados Unidos, donde compiten dos hombres mayores con muchos antecedentes de misoginia y acoso, de pronto dejamos pasar reportes importantes que retratan la crisis social actual que sufran más las mujeres en medio de la pandemia. La violencia machista es otra epidemia.
Apenas empezó la cuarentena, allá por el mes de marzo y en nuestro continente las colectivas alzaron la voz por las mujeres que quedaron encerradas con sus agresores, al mismo tiempo la ONU avizoraba un aumento de más del 40 por ciento de la violencia hacia la mujer, desde entonces se urgió a los gobiernos y naciones a actuar en serio, establecer estrategias de seguridad para ellas, las más vulnerables y estar atentos a lo que ocurría dentro de los hogares.
El pronóstico ha sido confirmado, este tres de noviembre, la UNICEF presentó el nuevo estudio sobre las llamadas a las líneas de ayuda para mujeres violentadas y el resultado indica que la violencia de género y la doméstica se incrementaron en América Latina y el Caribe durante estos primeros meses de pandemia.
Se compararon los datos mensuales del 2019 y el 2020 en relación a las llamadas de auxilio de las víctimas y se confirma que la violencia machista aumentó dentro de muchas casas en Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala, México, Paraguay y Perú. El revelador informe global se publica con la consigna de que estos datos sólo dan una visión general, por encimita, por lo que “es poco probable” que
se constate “la situación real”, ya que se sabe que, en estos mismos países, las mujeres no denuncian por miedo. O quizás porque no confían en sus instituciones. Se insiste en fomentar una cultura de denuncia, de contar hasta diez o llamar al 911, pero no se establecen protocolos formales que den protección a la víctima.
Muchas de estas mujeres, siguen confinadas con su abusador, acatan las restricciones de movilidad por miedo al contagio y no pueden buscar ayuda.
Ante este sombrío panorama, el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo explica que 29 países han establecido 177 medidas que atienden la problemática, unas son más servicios y atención a las víctimas y otras son campañas de sensibilización social. No menciona a México y ponen de ejemplo a Bolivia, Chile y Colombia donde las víctimas pueden llegar a solicitar ayuda a las farmacias con una palabra clave que alerta al personal de su emergencia. Una propuesta similar, que surge de colectivas feministas se plantea en España y otros lugares de Europa.
En México, el gobierno reconoce tímidamente un 46% de aumento en las llamadas de auxilio por violencia contra las mujeres, pero minimiza la situación y no presenta más estrategias que ayuden a las mujeres a salir bien libradas del confinamiento.
Las colectivas feministas han insistido en que las autoridades garanticen la seguridad de las mujeres que hoy están en riesgo hasta en su propia casa, pero la administración machista y misógina no ve lo que ellas padecen.
Ya viene el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, donde seguramente nos presentaran cifras alegres con maquillaje a granel, de las familias fraternas mexicanas. Y veremos en el pódium a todas las mujeres funcionarias que acompañan al presidente, como una estampa contradictoria de paridad en cargos políticos y desigualdad por género en políticas públicas.
Por GUADALUPE ESCOBEDO CONDE