ESTADOS UNIDOS.- Con la victoria de Joe Biden en la elección de 2020, poco más de 74 millones de ciudadanos estadounidenses tuvieron el gusto de decirle estas palabras al presidente de Estados Unidos por medio del voto. “Estás despedido.”
La ironía de la situación no pasa desapercibida. Antes de buscar la presidencia, cuando Donald Trump era la estrella de su programa de telerrealidad, “You’re fired” era la frase con la que firmaba sus intervenciones. El señor Trump disfrutaba el papel que tenía en The Apprentice y sabía que despedir a los concursantes era la parte favorita de los aficionados del show. Incluso intentó registrar la frase como propiedad intelectual aunque no tuvo éxito.
Despedir a alguien es la máxima expresión de poder en una relación entre un jefe y su empleado. Cuando el señor Trump echaba del programa a uno de los participantes, este sujeto era humillado frente a las cámaras y retratado como un vil perdedor, alguien que no era digno de ocupar el mismo espacio que Donald J. Trump, un supuesto genio de la industria de bienes raíces.
Pues bien, luego de una eterna jornada electoral, (y a menos de que ocurra algo extraordinario en el reconteo de votos en los estados bisagra) la mayoría de votantes estadounidenses acaban de decirle al señor Trump que él no es digno de ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca. El experimento fracasó y es hora de devolverle su Poder Ejecutivo al establishment de Washington.
Antes de que un mandatario cumpla cuatro años en su cargo, la sociedad de Estados Unidos realiza un referendo para determinar si el presidente actual merece prolongar su gestión cuatro años más. Es un mecanismo formidable que permite a la nación evaluar el desempeño de la persona que eligió como titular del Poder Ejecutivo y comandante en jefe de las fuerzas armadas. Si los votantes están insatisfechos, la Constitución les permite despedir al presidente y transferir el poder a un candidato que presente mejores aptitudes para gobernar. Si no fuera por este mecanismo, el país estaría condenado a tolerar ocho años de un proyecto perjudicial para la nación.
¿Entonces por qué perdió Trump?
Pues no es porque Joe Biden se haya vendido como el mejor candidato a ocupar el puesto. En términos claros, Trump perdió su chamba porque su gestión como presidente ha sido desastrosa; tanto así que el presidente pudo haber competido contra un palo de escoba y es probable que el palo de escoba hubiera ganado.
El señor Biden no tuvo que hacer mucho salvo dos cosas. Dejar que el presidente Trump saboteara su propia campaña. Y construir una coalición de fuerzas. El único reto para el candidato era mantener su coaliación unida hasta que concluyera el proceso electoral. La campaña de Biden parecía determinada a no cometer los mismos errores de Hillary Clinton hace cuatro años, quien mandó a los márgenes a los seguidores de Bernie Sanders y tachó de “deplorables” a los partidarios de Trump.
De manera prudente, Biden optó por buscar la reconciliación luego de una conflictiva contienda primaria por la candidatura del Partido Demócrata. De cara a la elección presidencial, su coalición abarcaba desde progresistas de izquierda dispuestos marchar con el liberalismo, a conservadores de la era de Bush que estaban aterrados con el estado del Partido Republicano. En medio de estos polos era fácil encontrar estudiantes universitarios, desempleados del ‘cinturón de óxido’, personalidades del espectáculo, miembros de la comunidad científica y académica, y un largo etcétera de personas que ya estaban hartas del estilo de gobernar del presidente, de sus tuits, sus mentiras, su soberbia.
Por su puesto, Trump contaba con el inamovible respaldo de su base, aquel 40 por ciento de los votantes que vivían en un mundo ficticio donde no había mal que el presidente era capaz de hacer. Los seguidores de Trump siempre tenían una justificación para cada escándalo. ¿El juicio de destitución? Una estratagema de los demócratas en el Congreso. ¿Las protestas raciales tras la muerte de George Floyd? Orquestadas por “terroristas domésticos” pertenecientes a Black Lives Matter y Antifa. ¿Los 230 mil muertos por la pandemia de COVID-19? Los efectos del “virus chino” pudieron ser peor si no fuera por los esfuerzos del presidente.
A pesar del entusiasmo de los partidarios de Trump, este apoyo no fue suficiente para amarrar la reelección. El presidente incluso incrementó su respaldo entre latinos, afroamericanos y personas de la comunidad LGBT, y no fue suficiente. Luego de superar el covid, Trump hizo un intento desesperado de movilizar a su base, viajando por todo el país y haciendo tres, cuatro y hasta cinco rallies por día… y no fue suficiente. Sus canales de propaganda en redes sociales y televisión por cable promovieron teorías de conspiración disparatadas, acusaron a la familia de Biden de delitos incomprensibles, y prácticamente aseguraron que el demócrata iba a eliminar la Navidad y transformar al país en Venezuela… y no fue suficiente.