CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- A pesar que la región del Altiplano de Tamaulipas es una zona rica en la elaboración de artesanías a base de fibras vegetales como lechuguilla, barro, palma y cuero, muchas de esos oficios han quedado en el olvido, luego que las nuevas generaciones no se interesan por aprender por lo que se consideran en peligro de extinción.
Una de las que están a punto de desaparecer es la alfarería, por la falta de espacios culturales donde se pueda enseñar ese oficio a las nuevas generaciones no ha permitido crear el interés de jóvenes en aprender la fabricación de jarrones, comales, porrones entre otros a base de barro en el municipio de Tula.
Ramón Hernández, comerciante de jarros y piezas de barro dijo que en este pueblo mágico se dejó de producir artesanías y productos con ese material, luego que el último alfarero murió hace cuatro años, por lo que prácticamente se puede decir que está apunto de extinguirse este oficio.
“Actualmente sólo algunas personas muy dispersas son las que elaboran objetos de barro, pero, no tienen la misma calidad de antes, ya que han aprendido solos, por lo que urge rescatarla y crear nuevamente maestros alfareros”.
En otros municipios del Altiplano cómo: Palmillas, Bustamante, Miquihuana y Jaumave, la alfarería desapareció y actualmente los artículos de barro que se venden en esas poblaciones son traídos de otras partes del país.
Se resiste a morir la cestearía
A pesar que son muy pocas las personas que se dedican a la cestería, esta actividad se niega a morir y sigue representando a este municipio en ferias artesanales.
La cestería es el oficio de realizar canastas, cestos y hasta sombreros con una palma regional, la cual es ideal para la fabricación de esos utensilios artesanales, los cuales elaboran en el ejido Gallos Grandes principalmente, así como en otras comunidades.
Son cerca de 10 familias de esa comunidad que aún se dedican a esa actividad, pero en otros municipios como: Miquihuana, Bustamante, Palmillas y Jaumave no se tiene registro de que realizan la elaboración de ese tipo de artesanías a base de palma.
La lechuguilla aún da para vivir
Con una producción anual de explotación de 2 mil 408 toneladas de lechuguilla, la talla de esa planta para extraer su fibra, continúa permitiendo el sustento de 2 mil campesinos de la región del Altiplano tamaulipeco.
A pesar que cada vez batallan más para conseguirla por la sequía que prevalece y afectaciones que han originado en los últimos años los incendios forestales, los campesinos de 25 ejidos de municipios como Jaumave, Palmillas, Miquihuana, Bustamante y Tula, aún viven de esa actividad.
Actualmente el precio del kilo de fibra de lechuguilla se paga alrededor de los 26 pesos y cada persona en promedio talla por día entre 3 y 4 kilos, que son vendidos en tiendas DICONSA, donde también tienen la opción de cambiarlos por alimentos.
Hay otras personas que desean darle el valor agregado a esa fibra y venderla en forma de artesanía para mejorar sus ingresos, como lo hace Irene Reyna, quien con ingenio a logrado crear flores, escobetillas, estropajos, cepillos y hasta cestos.
Desde el ejido Felipe Angeles de Bustamante, lleva su artesanía a diversos lugares de Tamaulipas y del país, donde ha logrado vender su artesanía.
Con ello logra obtener un poco más de ingresos que vendiéndola por kilo, ya que cada vez es más difícil obtenerla, porque hay que caminar más hasta localizar la planta y luego transportarla.
Por Antonio de la Cruz