Si la historia suele ser circular, ahora el PAN y el PRD parecen llevar esa tesis al extremo: luego de haber echado al PRI de los Pinos-la presidencia a patadas en el 2000, ahora el PAN y el PRD se están asociando con el mismo PRI del 2000 para regresarlo al poder en el 2021 y a la presidencia en el 2024. En veinte años demostraron el PRI, el PAN y el PRD que carecen de sentido histórico, que no tienen ninguna propuesta transicionista, que todo se reduce al oportunismo y que la política es conveniencia sin memoria. La alianza opositora tendría sentido si se diera en un escenario de reflexión política, de propuesta transicionista y hasta alternativista y de nuevas élites políticas.
Lo que hasta ahora el PAN y el PRD y sus bases panistas y perredistas no han querido entender es que se trata del mismo PRI de siempre, del PRI neoliberal de Salinas de Gortari, del PRI marcado por la corrupción de Peña Nieto y del PRI controlado nada menos que por José Murat Casab, con todo lo que ello significa. Sumido en el desprestigio por los datos de corrupción, perdiendo posiciones como fichas de dominó cayendo y sin un relevo de élites políticas, ahora el PRI puede ser salvado de manera electoral por el PAN y el PRD sin haber pasado por el juicio real de la historia.
Por sí solo, el PRI fue repudiado por el electorado en el 2018: 7.6 millones (13.5%) de votos presidenciales, 48 (9.6%) diputados, 13 (10%) senadores, 11 (34%) gubernaturas y expectativa de perder 8 gubernaturas adicionales hoy en su poder de las 15 en disputa en el 2021.
Pero he aquí que el PAN y el PRD llegan en su auxilio y le ofrecen al PRI una alianza a la que sólo puede aportar desprestigio. Y si bien se analizan los escenarios, el objetivo del PRI en el 2021 es usar de manera burda al PAN y al PRD como salvavidas y potenciarse como cabeza de una alianza pluripartidista para poner a un priísta en la candidatura presidencial para el 2024.
Lo grave para la alianza PRI-PANPRD radica en el hecho de que el PRI actual, el de Alejandro Moreno Cárdenas, no pudo conseguir una autonomía política e ideológica relativa, quedó atrapado en las redes de Murat Casab y sobre todo responde a los intereses del grupo de Peña Nieto que se apoderó de las bancadas legislativas.