Yo no olvido el año pandémico, porque el 2020 fue el año de la Igualdad, lema que movió la ONU para recordar el 25 aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, que marcó una nueva agenda sobre los derechos de las mujeres, se cumplió una década de la fundación de ONU Mujeres y se cumplieron cinco años de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El ciclo que concluimos se iba a poner todavía mejor, pues a México y Francia les tocaba realizar el Foro Generación de Igualdad, programado para mayo en nuestro país y para julio en París, pero se pospuso para el 2021 por la pandemia del Covid 19. Aun así, las activistas pisaron fuerte y dejaron huella por un cambio en las relaciones humanas y una nueva realidad, que elimine todas las violencias que sufren las mujeres.
Fuera de los eventos oficiales, la fuerza feminista se potenció en México y se colocó en las primeras planas de la prensa internacional por los movimientos colectivos que salieron en defensa de los derechos de las humanas. Una diamantina morada, unas marchas combativas, las pintas de monumentos y el paro nacional se replicaron en todo el mundo.
Después ya nada será igual. A la cuarta ola feminista nada la detiene, ni siquiera la 4T y en el recuento de lo alcanzado nos quedamos con la Ley Olimpia, la paridad política en elección popular y cargos públicos, la 3 de 3 para elecciones (acosadores, deudores alimentarios y quien ejerza violencia política no puede ser candidato a nada), y también se alcanzó, a fuerza de insistencia civil, un poco del reconocimiento presidencial hacia la problemática del feminicidio.
Pero, para un buen balance, se precisa también el recuento de los daños, este 2020 deja un aumento del 70 por ciento de violencia doméstica en México, se elevó de 9 a 11 la cifra de feminicidios en nuestro país y se incrementó el desempleo de las mujeres, además quedan muchas leyes pendientes y muchos casos en impunidad.
A nivel global se confirmó que los avances alcanzados por la igualdad sufrieron un retroceso de más de 25 años y de casi cien años para alcanzar la igualdad de género, se estimó que ésta se aplaza más de 250 años.
La crisis de salud exacerbó la pandemia de la violencia hacia las mujeres, el “Quédate en casa”, el cierre de escuelas, oficinas y comercios, obligó a muchas mujeres a renunciar al trabajo, hacerse cargo de la educación en casa, de enfermos y adultos mayores y a quedar más vulnerables física, económica y emocionalmente ante sus agresores, que casi siempre están bajo el mismo techo.
El gobierno actual, es otra piedrota en el zapato, que las mexicanas debemos sortear, eliminaron programas de género, redujeron el presupuesto a políticas públicas de mujeres, cerraron refugios de asistencia y se estigmatizó la manifestación feminista.
Desde el pódium presidencial se deslegitimiza la lucha de las mexicanas, se revictimiza a las víctimas y sus familias y lo que es peor, se busca perpetuar el sistema machista y misógino desde el ejercicio del poder. Pese a todo y en medio de la pandemia, las feministas encontraron en el entorno digital una forma más para crear redes de apoyo y sumaron voluntades de más colectivas que permean en el cambio social y para 2021 la mirada está puesta en el llamado mundial por más “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo del Covid 19”.
Finalmente, apreciable lectora y lector, la época me obliga a hacer un alto en el camino, son momentos de reflexión individual y colectiva, que aprovecharé para desintoxicar el cuerpo y el alma, despejar la mente y renovar el compromiso universal del ser humana. Cerramos el año y estamos convocados a festejar en familia, celebremos la vida quedándonos en casa.