CD- VICTORIA.- El Caminante andaba medio desorientado pues no tenía la dirección correcta del polvorín donde se venden la pirotecnia en estas fechas.
Decidió acudir con su amigo ‘el Flaco’ que vende fantasía informática ahí por la calle Hidalgo para ver si le daba un ‘norte’
– Pues hay dos: uno por la Interejidal como 5 kilómetros adelante del complejo y hay otro acá entrando por el 40 Juárez – le informó ‘el Flaco’
– ¿Y de ahí para adentro cuanto hay que meterse? – preguntó el Caminante
– Creo que unos tres kilómetros
– ¡No manches flaco ni que estuvieran en la cima de la sierra!
– ¿Si me la bañe verdad? pos mira subes por hasta el 40 Juárez y das vuelta en el siguiente retorno y ahí a la derecha vas a ver los letreros… pero de que es un buen tramo pues si esta bien arriba.
El Caminante inició su jornada hasta esas altitudes y efectivamente en el 40 Juarez encontró fácilmente el letrero que señalaba el sendero por el cual internarse.
Después de avanzar unos cuantos minutos en el angosto camino de terracería se encontró a un fulano que muy alegremente cargaba dos ‘doces’ de Tecates
“Ahí sígale derecho” le dijo el camarada. Y así, kilómetro y medio más adelante se topó con uno de los tres lugares autorizados por la Sedena para la venta de pirotecnia en estas fiestas decembrinas.
A la entrada, y presto para ofrecer gel antibacterial se hallaba Daniel, que muy sonriente recibió al Caminante.
– ¿Que tal de clientela mi chavo? – Preguntó el vago reportero
– Pues esta flojo, y es que tiene poquito que se empezó a vender – le dijo el muchacho de algunos 19 años.
– Ahorita están entrando alrededor de 40 coches al día, pero yo creo que esta semana va a haber más movimiento – precisó Daniel.
Al entrar a estas instalaciones llama la atención un par de detalles: los quince puestos que conforman el mercadito de pirotecnia son de concreto y metal… nada de madera hay aquí además de que cada negocio cuenta con un tambo de agua y otro de arena y un par de palas y una hacha para cualquier emergencia que llegue a presentarse.
El primero en recibir al Caminante es el encargado del puesto número 15, quien muy amablemente le permitió guarecerse del solazo que baña esta falda de la sierra madre.
La cantidad de las diferentes clases de pirotecnia es impresionante: hay desde los inofensivos ‘cerillitos’ y luces de bengala, hasta los poderosos “R15” y cara de diablo que producen un estruendo aterrador, además de los clásicos, chifladores con o sin estallido de luz, las bombas de humo, las cebollitas de diferentes tamaños, los cuetes, palomas, palomitas y palomones, además de las carrilleras y muchos otros más.
Una familia ha venido hasta acá desde una colonia aledaña a la ‘torre nueva’, decididos a llevarse todo un ‘arsenal’.
El vendedor les describe el efecto de cada uno de los productos, así como las recomendaciones para su uso adecuado: la manera en que deben ser colocados al momento de encenderse, hacerlo siempre en lugares a cielo abierto y principalmente bajo la supervisión de un adulto.
Aunque en la actualidad, la pirotecnia no es solo una tradición de hace siglos, sino además una enorme industria que genera ingresos para miles de familias.
La clientela empieza a aumentar y algunos aprovechan para tomarse la ‘selfie’ al pie de esta majestuosa cordillera. El Caminante aplica el onceavo mandamiento ‘No estorbarás’ para permitir que familias enteras que hicieron el viajecito hasta este rincón de la capital tamaulipeca puedan comprar sus juegos artificiales.
Tal vez para un amplio sector de la población la pirotecnia no es una actividad de su agrado, pues está comprobado que afecta a ciertos grupos de riesgo como las personas con condiciones de autismo, aquellos con trastornos de ansiedad y también de manera muy severa a las mascotas, en especial a los perros, por lo cual se recomienda no abusar de la pirotecnia y sobre todo conducirse con respeto hacia los vecinos. El Caminante emprende el regreso a casa portando unas cuantas lucecitas. Demasiada pata de perro, por esta semana.
POR: JORGE ZAMORA