Más allá del los lugares comunes, no es ocioso decir que dentro de unas horas va a terminar un año terrible. En el país, cerca de 124 mil muertos por Covid, más de un millón de empresas que tuvieron que cerrar a causa de los efectos económicos de la pandemia y por ende muchos, muchísimos más mexicanos que se quedaron sin un empleo formal, se cuentan entre los saldos de este año. Ya no hablemos de los desatinos que se han cometido en el Gobierno Federal y que han costado, sí, millones de puestos de trabajo que tienen a una gran cantidad de mexicanos en condiciones económicas vulnerables y con un ánimo de malestar y desencanto con la autollamada 4T. Se va un año que ha marcado a todos de una forma u otra.
No siempre para bien, hay que remarcarlo. Para empezar -o para empeorar las cosas-, esta pandemia no cayó como anillo al dedo a la 4T, tal como lo dijo el Presidente López, sino como un balde de agua fría a los pronósticos bastante conservadores y errados que el gabinete federal hizo al inicio de los meses aciagos que han caracterizado a 2020 en materia de salud.
Conforme pasaron los meses y se fue viendo la gravedad del problema de salud pública, en vez de reconocer los errores cometidos por el gobierno en el manejo de la pandemia, especialmente en lo relacionado con la prevención, las autoridades se vieron ante un escenario terrible por la cantidad de muertos y la creciente cifra de contagios, que tienen el sistema hospitalario público al borde del colapso.
Ese tema podría ocupar todo el espacio que tenemos disponible, pero basta referirnos a otros aspectos que igualmente han impactado la vida de millones de personas en México, para darnos cuenta que el Covid-19 es solamente uno de los problemas graves al que nos enfrentamos. Miren ustedes, de acuerdo con cifras de instituciones oficiales, organismos autónomos y especialistas, este año la caída de la economía fue de entre el 8 y el 9%, lo cual se ha reflejado en un fuerte cierre de empresas a causa de la insolvencia, lo cual ha provocado el incremento en el número de desempleados.
Hay que agregar que esos millones de familias se han quedado también sin la cobertura de los servicios de salud pública, lo que aumenta el riesgo en caso de que alguno de sus integrantes contraiga -como la ha sucedido- el virus.
Pero no es todo: El año que termina también nos deja un país en el que el consumo ha caído entre 20 y 30% aproximadamente, lo que se ha agudizado por una salida enorme de capitales que han preferido otros países, en donde hay seguridad para la inversión privada. Por si fuera poco, el Gobierno Federal ha tenido que recurrir al mayoría que tiene en el Poder Legislativo para lograr la aprobación de presupuestos que son austeros en lo general y castigan aspectos como la educación, la salud, el arte, la cultura, la investigación y el deporte, en aras de garantizar recursos a por lo menos tres grandes proyectos que se han convertido en una prioridad para el Presidente López: el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, su estado natal. ¿Algo más? Pues sí: Aunque pareciera que las cosas negativas terminan ahí, la realidad es que el año que inicia mañana no será automáticamente el del fi n de la pandemia ni de los efectos sociales y económicos de la misma.
La realidad es brutal, pues los casos de personas contagiadas, los muertos, los desempleados y las personas que han perdido todo, inclusive hasta la esperanza de mejorar sus condiciones de vida siguen aumentando descontroladamente en el país, mientras las autoridades federales prefieren dedicarse a polarizar a la población, alentar las pugnas y a tratar de darle un manejo con un sesgo evidentemente político a la importación y aplicación de las vacunas contra el Covid.
Hasta aquí, el recuento de las cosas nos pinta un 2020 terrible, brutal, para olvidarse, pero sobretodo, significa una oportunidad para realizar un ejercicio profundo de agradecimiento nos representa la oportunidad e valorar la importancia de las cosas más valiosas, como el cuidado de la salud propia y la de los demás. El año que se va, nos cambió y a quienes lo han entendido, les ha permitido actuar con mayor sentido de responsabilidad social en la prevención y el ejercicio de la solidaridad con quienes han perdido todo.
A final de cuentas, llegar hasta aquí, con salud, con la familia completa y con ánimo de superar los problemas vividos, es más que sufi ciente para agradecer al Todopoderoso por el año que se va y la renovación de la esperanza en el siguiente. Y, por cierto, a todos los lectores, deseo que 2021 sea mejor en todo, para todos. ¡Feliz Año Nuevo!