Hace un año la mayoría de las oficinas públicas y privadas implementaron el “Home Office” o teletrabajo en México, la pandemia nos obligó a cambiar de hábitos y apropiarnos de las tecnologías para dar continuidad a las tareas laborales, en un principio pensamos que serían un par de semanas o que regresaríamos a los escritorios pasada la semana santa, pero no sucedió así, las redes sociales nos recuerdan que ya cumplimos un año con la modalidad del trabajo en casa.
Y a pesar de esto, en 2020, el primer año de la pandemia, se registraron 549 denuncias de acoso y hostigamiento sexual, en 59 dependencias como del gobierno federal, el legislativo, el poder judicial, hospitales y universidades públicas de México, las acusaciones van desde violaciones, tocamientos, piropos, toma de fotografías sin consentimiento, hasta envíos por mensajería y redes sociales de imágenes y videos de contenido sexual, de parte de los acosadores a las mujeres.
Este tema, que pasó desapercibo entre toda la información de la semana, lo publicó El Universal, donde también se abundó sobre las dependencias que más denuncias de este tipo registran: La UNAM suma 142, el IMSS 49 y el INEGI 48. Y de la cifra tan baja de denuncias, sólo en 13 casos hubo sanciones, el resto queda en la congeladora de un archivo público.
La Ley General de Acceso de la Mujeres a una Vida Libre de Violencia define el Acoso Sexual como la forma de violencia en la que “si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado indefenso y de riesgo para la víctima”, en tanto que el Hostigamiento Sexual es “el ejercicio del poder, en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en el ámbito laboral, se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva”.
El INMUJERES, cuenta con un micrositio denominado Cero Tolerancia, y como organismo encargado de una política transversal para la prevención y eliminación de la violencia hacia las mujeres, intenta sin mucho éxito, erradicar estos ilícitos de las oficinas públicas. Aquí explica que los factores que propician estos hechos que básicamente son: el machismo, los estereotipos sobre la sexualidad, el abuso de poder y la débil cultura de denuncia sobre estos hechos.
Los protocolos de prevención se socializan poco y piden a la víctima que denuncie para bajar índices de este delito, pero como en otros casos es precisamente la acosada la que esta indefensa y queda expuesta a perder el empleo o sufrir represalias por jefes o compañeros, por
lo que se ve impedida a hablar y hacer los señalamientos correspondientes. Este círculo vicioso se mantiene además por la complicidad entre varones, en muchos de
los casos el jefe sabe del caso y no hace nada para detener el hecho, o en otros casos el subordinado se da cuenta de la conducta lasciva del patrón, pero tampoco interviene, se vuelven cómplices por la camaradería que cobija al patriarcado, por la cultura machista les impide detectar y actuar frente a estos hechos que son una constante en el ambiente laboral, ya sea en físico o a la distancia.
Algunas estadísticas oficiales indican que en nuestro país 7 de cada 10 mujeres revelan que sufren acoso u hostigamiento laboral, que más de la mitad no denuncian
y prefieren renunciar a su trabajo, mientras quienes, si llegan a presentar una queja a sus superiores, en el 25 por ciento de los casos, son despedidas.
Quizá el cambio de hábitos que nos ha ocasionado el coronavirus, derive también en la eliminación de este tipo de ilícitos, que en otros países ya se han superado, y no, no es responsabilidad de la víctima bajar los números, es responsabilidad del victimario reconocer sus yerros y enmendar la conducta.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE