5 diciembre, 2025

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Apuntes para el amor y la guerra

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Por las calles de la ciudad, el paso apresurado destaca en las banquetas.
La precipitada noche se mete a los huacales del mercado y en las cosas que el tiempo guardó en el recuerdo.
Es increíble que al sopor insoportable de esta noche y bajo el leve reflejo del faro en el pavimento, el recuerdo te traiga como el viento. Qué tan posible sería que tú igual que yo pensaras eso.
Pronto la noche se apodera de los rostros de cuerpos que huyen calle abajo detenidos en el tiempo. Son expertos en artefactos antiguos, palabras vernaculas, bicicletas balonas, salieron de las cantinas, de patios ajenos. Ya conoces tu ciudad, pero te la recuerdo en tus amplias sonrisas y tus flores amarillas.
Te amo en esas calles oscuras donde extrañamente enciendo un cigarrillo para distraer al alma de tu ausencia. Se vierte necesario dar vuelta a la esquina y desaparecer en esta noche negra.
Mi calle es el punto perfecto, la leal emboscada donde se junta la gente buena con la mala. Voy corriendo por la banqueta y siento el temor venir a mi encuentro con grandes oleadas, y despierto. La calle todavía es un largo trecho.
Te amo. Al acontecer del tiempo las bardas cambiaron su color, la palma creció y la madre de todos tenía razón. La noche sigue su juego interminable de luces artificiales. Y pego mis historias agarradas al olvido y a tu cuerpo de arena.
Muchas noches como esta las vivo sin dormir. La calle no siempre fue esta llena de espectros y fantasmas atormentadores; rumores infinitos y leves por encima de los cuartos de una luna triste.
La ciudad no era una herida abierta ni una encrucijada, ni una celada perpetua. Pero eso no importa.
No es obsesión recordarte. O quién sabe. Tu rostro me da en las sombras de la calle.
Tu cara de luna sonriente, tus ojos de aurora, palomas del alba, tu ternura disuelta, tu sabia mirada en el graffiti.
Te amo como el olor de las azucenas en noches como esta en que camino como un océano de tus palabras que extraño.
Soy lo que soy mientras te amo y hago pequeños dibujos ilegales, bombas de cliché, rastros de chavos que murieron de hambre, de calle, de un reventón en la noche.
Algo que me atrapa, es el gato negro que cruza el blanco certero.
No falta a quien te encuentres o que venga a tu mente como viene la tarde.
El paso se hace largo sobre las hijas de las hojas que escapan del último verano.
Al frío y al calor, a lo que sea que escapen de aquel pasado.
El día se aplasta y acaba su suerte de hoja, se vuelve tierra, noche y espesa sin estrellas.
Te esperé por años en el armisticio de la ciudad sitiada, en las treguas interrumpidas por un largo silencio, en calma chicha.
Te espero atrás de una trinchera que es nuestra ciudad. Te he esperado siempre porque sabes a tierra, a la cosecha de naranja, a flores de Dalia y girasoles.
HASTA PRONTO.

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

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