Victoria.- El sur de la ciudad es una estampa con tintes de zona rural y mancha urbana en crecimiento. En algunas calles de esta alejada colonia se puede encontrar una estética con anuncios de luces led y al siguiente solar un corral de vacas con su característico aroma a estiércol, y juntó a este último alguna misión cristiana con un templo a medio construir.
El camino de terracería compuesto mayormente de piedras y polvo serpentea entre terrenos baldíos, negocitos improvisados y los puestos de comida al aire libre tapizan este acceso principal a una de las colonias mas célebres de la periferia, la ‘Esfuerzo Popular’.
Es aquí donde reside el personaje urbano que el Caminante ha decidido visitar: Don Filemón, uno de los últimos herreros de fragua de la ciudad.
Pero el vago reportero llegó un poco tarde a la cita y Don File ya se adelantó a ‘echarse el cafecito’ de la tarde, sin embargo lo recibe de muy buena manera.
“Pásele, pásele aquí andamos para lo que se ofrezca” le dice el herrero mientras lo conduce al área donde chambea.
Estar en un taller de fragua es literalmente un viaje al pasado, pues cada uno de los utensilios de trabajo son como lo fueron hace cincuenta, cien o doscientos años: una fragua de carbón, un yunque, un pedazo de riel y enormes martillos.
Este milenario oficio, lo aprendió don File hace mas de cincuenta años, cuando ciudad Victoria era principalmente una región rural.
Siendo un niño entro a trabajar a una herrería ubicada en el 11 Guerrero y Matamoros, en la cual había cuatro fragüeros y cada uno con dos ayudantes. Eran los últimos años de la década de los cincuenta.
Ahí, prácticamente a golpe de marro aprendió lo necesario para independizarse y desde entonces se ha dedicado al oficio de darle forma al acero mediante calor y martillazos.
“Hoy esta muy de moda lo referente a la fragua por los programas de televisión que muestran como se forja un cuchillo, pero la herrería es mucho mas que eso. Nuestros maestros nos enseñaron que un herrero debe ser capaz de fabricar desde un alfiler hasta un ferrocarril” platica el hombre.
Y es que no solo se trata de calentar el fierro y darle forma.
“Un herrero debe saber de metales, de aleaciones y de procesos de templado, no todo es como lo muestran en “Desafío sobre Fuego” hay que saber de colores de fundición, de los tiempos, en que tipo de líquido templar, es un conocimiento muy extenso. Yo aquí he fabricado infinidad de cosas, algunas hasta descabelladas, desde ‘barras’ para excavar, herraduras y bridas para caballos, fierros para marcar ganado, talaches y cuchillos hasta rejas, portones y ventanas” relata Don Filemón.
Y es que el arte en hierro del fraguador se puede observar en toda la ciudad, por ejemplo en el hotel Sierra: las rejas del estacionamiento y los adornos del acceso principal así como el escudo de armas, y el letrero en hierro del restauran ‘Los Candiles’.
También fabricó el arte en hierro del portal del Santuario de nuestra señora de Guadalupe, así como el portón de la Basílica De Nuestra Señora Del Refugio.
Don File recuerda con emoción los años que trabajó en la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey hasta mediados de los años ochenta, poco antes de su cierre. Fue entonces cuando Don Filemón emigró legalmente hacia los Estados Unidos donde trabajó en empresas metalúrgicas de Carolina del norte y sur, California, Illinois y Arizona entre otras.
“Gracias a este trabajo pude sacar adelante a mis hijos, los cuales son todos profesionistas” relata con agrado el hombre.
A pesar de vivir en una colonia muy alejada de la mancha urbana, Don File suele echarse diariamente hasta dos vueltas a pie o en triciclo a la zona centro.
“Aún tengo buena condición, pues no se me dio mucho eso de los vicios, y espero seguir trabajando en esto que es la madre de todos los oficios.
Actualmente se halla fabricando un par de bicicletas de modelo antiguo, pero los trabajitos diarios no fallan.
“A partir de muelles hago estos talaches y barras, es lo que mas me piden, y aunque no tengo ayudantes siempre encuentro la manera de hacer mejor el trabajo” explica mientras muestra algunas ligas y cuerdas que usa.
La mente de don Filemón es muy inquieta, y se desborda en palabras y proyectos a futuro, pues el, como sus 17 hermanos recibieron la instrucción de su padre de que en la vida sol se sale adelante trabajando.
El Caminante se retira del taller del fraguador tras este increíble viaje al pasado pero anclado en el presente. Ojalá que Dios nos conserve a Don File muchos años mas y su conocimiento pueda ser absorbido por nuevas generaciones. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora