Planteadas por la oposición y Morena como las elecciones del fin del mundo, el saldo electoral del domingo 6 se puede resumir en una idea: nada para nadie y la disputa Morena- oposición se pospone para las presidenciales de 2024. –Morena pierde porque no alcanza la mayoría calificada de 66% en la próxima Cámara para modificar la Constitución, pero gana porque mantuvo la mayoría absoluta arriba de 55% en la Cámara para aprobar leyes y planta a la oposición que cantaba su derrota. Y, además, extiende su expansión territorial en diez u once gubernaturas, alcaldías y sobre todo congresos locales.
–La gran derrotada morenista fue Claudia Sheinbaum por la pérdida de alcaldías emblemáticas en Ciudad de México –Cuauhtémoc, Coyoacán, su zona de Tlalpan y Alvaro Obregón–; el bastión capitalino conquistado en 1997 fue clave para la fuerza del PRD y lo perdió Morena.
–De las gubernaturas Morena gana dos importantes por su simbolismo: Guerrero con la hija del Toro Sin Cerca Félix Salgado Macedonio y Sonora con Alfonso Durazo Montaño al que todos daban por liquidado desde hace tres meses. Y en las dos plazas la ventaja fue muy significativa.
–Pierde el país porque las elecciones mostraron partidos y candidatos ajenos a la realidad, a la crisis y al planteamiento de opciones.
–Pierde Coparmex y la embajada de EEUU porque habían apostado a la mayoría absoluta con la alianza PAN-PRI-PRD y ahora el presidente López Obrador puede gobernar a base de leyes y sin reformas constitucionales.
–Pierden Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto porque la alianza opositora PEI-PAN.PR era el Pacto por México 2.0 con la mayoría absoluta para revertir algunas de las reformas lopezobradoristas. El apoyo de la Casa Blanca y de los empresarios a la alianza opositora se basada en su agenda neoliberal salinista. –Gana espacio el presidente López Obrador para gestionar la segunda mitad de su sexenio en función de la sucesión presidencial de 2024 o para decidir –cuando menos en opciones teóricas– la extensión del mandato o la reelección, dos variables políticas en el ambiente.
–De los precandidatos presidenciales fuertes –Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal–, pierde la regenta capitalina, Ebrard sale sin raspaduras y Monreal gana la plaza de Zacatecas para Morena y para su hermano. –Se desinflan PT y Verde, aunque quedan como partidos-apoyo de Morena;
y fracasan los tres nuevos partidos.
–Pierde el INE de Lorenzo Córdova Vianello porque se convirtió en un protagonista antipopulista contra Morena y el presidente López Obrador y debe preparar su salida en 2023 con presiones para una reforma electoral inevitable o para el relevo de consejeros ajenos a sus intereses. Se terminaría el INE como cacicazgo político de José Woldenberg, de (A)Nexos y del grupo salinista que controló el organismo electoral desde 1990.
–Pierden el PAN y el PRI porque quedaron con el mismo porcentaje de votos que en 2018, lo que indicaría un estancamiento inesperado al no poder capitalizar la crítica a Morena. Y el PRD se enfila camino a la disolución.
–El presidente López Obrador tuvo una gran victoria –dentro de sus derrotas– al mantener la mayoría absoluta en Cámara de Diputados y seguir ejerciendo el poder desde la presidencia centralizadora.
–Y la sociedad mexicana se queda peor que en 2018 porque la alianza opositora sólo centró su agenda de campaña en ganar la mayoría absoluta en la Cámara para parar en seco al presidente de la república, nunca delineó una agenda de opciones de política, gobierno y realidades y al final de cuentas
los cinco miembros de ese grupo tienen intereses a veces hasta contrapuestos: la derecha panista, el oportunismo perredista, el salinismo neoliberal priísta, la Coparmex ultraderechista y el gobierno de EEUU
que financió fundaciones mexicanas siempre ha querido dominar a México.
POR CARLOS RAMÍREZ
@carlosramirezh