A mitad del camino, como es habitual en la carrera por el gobierno de México, el Presidente Andrés Manuel López Obrador destapó a los presidenciables de Morena de cara la sucesión de 2024 y de paso aprovechó para adelantar que en la 4T la práctica del tapado iniciada por Porfirio Díaz y perpetuada por el PRI es historia.
Al futuro candidato presidencial, dijo, no lo designará el Movimiento Regeneración Nacional sino el pueblo y luego mencionó entre los probables los nombres de algunos de los que ya son señalados por los analistas políticos, como la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Scheimbaum, el canciller Marcelo Ebrard, la Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, la de Energía, Rocío Nahale, así como el embajador en los Estados Unidos, Esteban Moctezuma Barragán.
Algunos tienen altas probabilidades de lograr la nominación, otros, son de relleno o para despistar al enemigo, aunque no se puede descartar a ninguno.
También incluyó en la lista a una figura que, en caso de que se complicaran las cosas a la hora de la decisión o que las circunstancias obligaran a recurrir a ella, podría ser el caballo negro del proceso selectivo presidencial, el ex secretario de Salud, ex Rector de la UNAM y actual embajador en la ONU, Juan Ramón De la Fuente, al que, por cierto, ya se había mencionado para ese cargo en otros sexenios.
Y, como se esperaba, dejó fuera de ella al coordinador parlamentario del Senado, Ricardo Monreal, quien, no obstante de que no forma parte de los allegados al Señor del Palacio Nacional todo indica que tratará de buscar la postulación por vía alterna, consciente de que si no lo consigue, negociaría alguna posición para seguir en el grupo de poder del elegido de la agrupación en el próximo sexenio.
A partir de este momento, pues, ya con la venia presidencial, o sin ella, como el caso del zacatecano, los interesados en participar en la carrera por la candidatura al puesto de AMLO podrán empezar a mover sus influencias para granjearse el sentir de los ciudadanos, hilvanar amarres y a cuidarse de no cometer errores que los marginen o coloquen en desventaja de la disputa.
En Tamaulipas, mientras tanto, entre los presuntos aspirantes a gobernar la entidad, unos tienen experiencia, otros carecen de méritos y otros más simplemente levantaron la mano para ver que sale. De los panistas destapados, el diputado Gerardo Peña Flores, por ejemplo, ni siquiera pudo ganar la elección de su tierra natal y al Truco le achacan parte de la responsabilidad de la derrota del 6 de julio, razón por la que están obligados a navegar contra la corriente.
Lanzarlos a la palestra a sabiendas de ello más parece haber tenido por objeto echarlos a los leones como en el circo romano y someterlos al juicio popular y al de las bases panistas para que los hagan trizas, que para impulsar sus pretensiones.
El alcalde de Tampico Chucho Nader, en cambio, podría ser la carta bajo la manga a la que recurriría el partido para conservar el gobierno. Fue el único que rescató la dignidad albiazul en los comicios y el hecho de que no pertenece al grupo del gobernador, le da mayor fortaleza.
En las filas de la Cuarta Transformación, el senador Américo Villarreal carece de experiencia, antes del cargo legislativo únicamente había desempeñado puestos administrativos relacionados con su profesión, el Director de RTC, Rodolfo González Valderrama, igual, además de que muchos ni siquiera saben que es nativo de Tampico y el habilidoso Héctor González Garza se encuentra en las mismas.
Erasmo González Robledo ha sido diputado local, alcalde interino de Madero y desde hace tres años diputados federal.
Lucen mucho más sólidos los reelectos alcaldes de la urbe petrolera, Adrián Oseguera Kernion, y de Matamoros, Mario López Hernández.
El más experimentado y con mejor oficio político entre los aludidos es Felipe Garza Narváez. Apúntenle, tres veces diputado local, Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, Subsecretario General de Gobierno y más recientemente delegado de la Secretaría de gobernación, funciones que, además de que le han permitido que sea el más conocido de los presuntos en todos los rincones de la entidad, le han ayudado también a conocer el Estado como la palma de su mano.
A su lado, la mayoría parecen improvisados.
Bajo esas condiciones y si la candidatura morenista se definiera mediante una encuesta, como es costumbre, el ex priista tendría la ventaja ya que es el más capaz y mejor posicionado entre los electores, motivo por el que sería lamentable que quienes deciden en Morena desperdiciaran su experiencia.
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
jlhbip2335@gmail.com