TAMAULIPAS.- Todas las iniciativas para modificar el producto interno bruto como referente del desenvolvimiento de una economía y colocar en su lugar índices de bienestar, hasta la fecha no han podido romper con la relación directa entre riqueza producida y bienestar distribuido.
En este sentido, el PIB seguirá siendo punto de referencia del desenvolvimiento económico de un país y deberá ir articulado a los índices de distribución de la riqueza-ingreso y concluir con lo que debiera ser una tasa de bienestar.
El ciclo populista 1934-1982 generó una tasa promedio anual del PIB de 6%, con cifras de inflación de 3% hasta 1970 y de 12% hasta 1982. El periodo neoliberal 1983-2018 apenas fijó un crecimiento promedio anual de 2%, con jorobas de inflación de hasta 180% anual, aunque estabilizada a 3% en el siglo XXI.
De acuerdo con un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la tasa ideal del PIB mexicano cada año debiera ser de 6% para cubrir los tres objetivos del desarrollo: el crecimiento de 2% anual de la población económicamente activa que requiere empleo en el sector formal, el punto referencial de crecer arriba de la inflación para distribuir de manera efectiva la riqueza y crear las condiciones para que el sector laboral formal sea del 80% de la población trabajadora y no el 40%.
Con estos referentes, la propuesta de la Cuarta Transformación fue un aumento del PIB de 2% anual en 2019-2020, 4% en 2021- 2022 y 6% en 2023-2024.
Con estas cifras se lograría un crecimiento económico anual sexenal promedio de 4%, dos puntos arriba del ciclo neoliberal y dos puntos abajo del ciclo populista. Y a partir de estas bases, arrancar en el 2025 ya con posibilidades de tasas de crecimiento económico de alrededor del 6% anual.
El primer tropiezo ocurrió en el 2019 cuando la política económica deprimió la actividad productiva y el PIB fue de -0.1%, sin que hubiera signos en diciembre de ese año para hacer repuntar la economía en el 2020.
El problema se complicó con la llegada de la pandemia y el frenón productivo del segundo trimestre del 2020 para fijar un PIB anual de -8.3%. La reactivación estadounidense y la reanudación productiva en México podrían llevar el PIB a un rebote de 5% a 6%, pero sin reflejar condiciones de una verdadera reactivación-recuperación de la capacidad productiva.
Y al PIB hay que restarle la inflación prevista de 5% a 6% que impediría una verdadera recuperación.
La crisis productiva de 2019-2020 exhibió la necesidad de no sólo esperar el efecto locomotora de la economía estadounidense ni de reanudar la producción después de haber descuidado sin apoyos la planta productiva y el empleo, sino de diseñar una verdadera estrategia de reactivación económica para la recuperación del hoyo recesivo de los primeros 2 años del sexenio.
INDICADOR POLÍTICO / CARLOS RAMÍREZ
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021