TAMAULIPAS.- Los meses de julio y agosto de 1955 llovió en Tampico y la región como no había ocurrido nunca. Ese año el número de depresiones, tormentas tropicales y huracanes fue también muy elevado. Pero lo que sucedió en septiembre fue para muchos una nueva versión del diluvio universal.
El día primero de ese mes la barra se cruzó a causa de las fuertes turbonadas originadas por una perturbación ciclónica que afectaba el Golfo de México comprendida entre los puertos de Nautla, Veracruz y Soto La Marina, Tamaulipas.
El 3 de septiembre el Servicio Meteorológico de Miami localizó en el Mar Caribe, a los 22 grados 3 minutos Latitud Norte y los 43.9 Longitud Oeste, al noreste de Puerto Rico, la sexta tormenta tropical de la temporada. Para esa fecha la creciente del río Pánuco y el desbordamiento del Tamesí inundaban numerosas poblaciones de la Huasteca y las colonias Pescadores, Nacional y Morelos, entre otras de la ciudad, se encontraban bajo las aguas.
El día 5 la tormenta ‘Gladys’ azotó al puerto de Matamoros. No había concluido la primera quincena del mes y las carreteras y las vías férreas que comunican al puerto con las poblaciones de la zona estaban cortadas y miles de los moradores de las rancherías aisladas sufrían graves penurias.
No obstante las inclemencias climatológicas, la noche del 15 de septiembre el pueblo tampiqueño encabezado por el alcalde Manuel A. Ravizé y el gobernador Horacio Terán Zozaya conmemoraron el 145 aniversario del inicio de la guerra de Independencia.
LO PEOR, LAMENTABLEMENTE, ESTABA POR VENIR.
Mientras que el ascenso en los niveles del agua de los ríos y lagunas alcanzaban alturas inimaginadas, obligando a miles de personas a subir a los techos de las casas y a los árboles para sobrevivir, un nuevo y violento huracán bautizado con el nombre de ‘Hilda’ entró al Golfo de México y el 18 de septiembre a la media noche con vientos superiores a los 204 mil kilómetros por hora y rachas de 250 empezó a golpear al municipio, aunque el centro del impacto era la Isla de Lobos. La onda destructora fue impresionante.
Los primeros reportes hablaban de treinta muertos y medio millar de heridos.
PERO ERA SÓLO LA PUNTA DEL ICEBERG.
Cuando se tuvieron noticias de lo ocurrido en las comunidades del norte de Veracruz y el oriente de San Luis Potosí, el alcalde Manuel Ravizé informó de las catastróficas de las dimensiones estimadas de la tragedia en la región: más de 16 mil 500 moradores de las poblaciones ribereñas del Pánuco y el Tamesí habían sido arrastrados por la creciente y perecido y la cifra de los desaparecidos ascendía también a millares.
El huracán causó asimismo la muerte de 20 mil cabezas de ganado, miles de hectáreas de cultivos se perdieron y los daños materiales fueron evaluados en varios miles de millones de pesos.
A lo largo de tres semanas más de diez mil personas permanecieron refugiados en los edificios públicos, habilitados como albergues y en la región la cifra alcanzaba los 50 mil o más.
El presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines, llegó a Tampico el 22 de septiembre para encabezar personalmente el auxilio a la población, tarea en la que participaban también helicópteros de la Armada de Estados Unidos.
El miedo aumentó de intensidad cuando el Servicio Meteorológico anunció que otro ciclón, ‘El Janet’ había entrado al Golfo de México y seguía una trayectoria similar a la del ‘Hilda’, pero todo quedó en susto porque el 28 de septiembre entró a tierra al sur de Veracruz, a la altura de San Andrés Tuxtla.
A mediado del mes de octubre más de cincuenta mil personas estaban sin hogar y las calles del puerto cercanas a los ríos eran violentas torrentes que arrasaban todo a su paso obligando a la gente a subir a las azoteas y a mudarse a sitios más seguros.
EL PANORAMA ERA DESOLADOR.
El día 10, fecha en la que empezó a descender el nivel de los ríos y lagunas y los servicios de suministro de agua potable y energía eléctrica comenzaron a restablecerse, otra perturbación ciclónica apareció a 120 millas al nordeste de Veracruz pero, afortunadamente, tampoco afectó al puerto.
Cuando las cosas volvieron a la normalidad, la tragedia había marcado para siempre a todos los que la padecieron. Por eso los testigos que aún viven o que oyeron hablar de ello, cada vez que llega la temporada de ciclones o escuchan que un huracán amenaza las costas del Golfo de México, no pueden evitar sentir miedo ni dejar de recordar al ciclón ‘Hilda’ y la terrible inundación de 1955.
ENROQUE / JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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— Expreso (@ExpresoPress) January 5, 2021