El PRI tamaulipeco avanza sin remedio a la pulverización. Presenciamos la continuidad de su estrepitosa caída que se precipitó entre el 2016 y el 2018.
Poca importancia tiene lo que determine la dirigencia nacional de Alito Moreno respecto a la alianza con el PAN y el PRD para competir juntos por la gubernatura.
Formalicen o no la coalición “Va por Tamaulipas”, la suerte del PRI está echada porque al interior de este partido se percibe una polarización que rebasa cualquier otra discrepancia que pudieran haber tenido en el pasado.
Están frente a su propio abismo.
Por un lado, se forman quienes rechazan radicalmente ir aliados con el PAN, por el otro los que ven en esa alianza la única posibilidad de trascender políticamente.
Ambos bandos tienen algo de razón: están en una situación límite.
La mala noticia para los dos grupos es que sea cual sea la decisión que se tome, el destino parece el mismo.
Rechazar la alianza con Acción Nacional los condenaría inevitablemente a pelear por un lejanísimo tercer lugar en las alianzas.
Por estructuras, por recursos, y por posicionamiento, Morena y el PAN son los partidos que se disputarán de verdad la gubernatura.
En solitario, al PRI no le quedaría más que enfrentarse cuerpo a cuerpo con Movimiento Ciudadano para no caer hasta la cuarta posición. Las encuestas más recientes así lo indican, sin importar quien sea su candidato, difícilmente podrán alcanzar dos dígitos en la votación.
El escenario más dramático, pero acaso el más verosímil, es que al final de las campañas, cuando llegue el día D, la verdadera meta del tricolor sea alcanzar el tres por ciento que exige la ley para acceder a las prerrogativas.
Pero tampoco sumarse al proyecto del PAN representa una garantía de éxito para ellos.
Desde luego, el resultado ideal para los priístas defensores de la alianza, sería que el candidato que apoyen pueda derrotar a Morena en las urnas.
En ese caso, suponen, tendrían acceso
al gobierno del estado a través de algunas posiciones que seguramente se negociarían antes de las campañas. Algunas secretarías, quizás. No hay nada más que se puede poner sobre la mesa porque por primera vez, la gubernatura será la única posición que estará en juego el 5 de junio.
El problema es que la posible alianza no tiene seguro el triunfo, por el contrario, todas las encuestas publicadas hasta el momento apuntan en otro sentido.
¿Dónde quedaría el PRI si Va por Tamaulipas sucumbe ante Morena?
A muchos priístas les da miedo siquiera pensarlo.
DOS APUESTAS DIFERENTES
No deja de sorprender lo contrastante de las estrategias empleadas por los dos únicos aspirantes serios a la candidatura de esa alianza.
Mientras el Secretario General de Gobierno, César Verástegui, redobla su apuesta por los eventos masivos, Jesús Nader mantiene sus visitas a diferentes municipios de la entidad para celebrar pequeñas reuniones con empresarios y representantes ciudadanos.
Ayer estuvo en Matamoros y el siguiente paso en su recorrido sería el centro del estado.
Los dos han dicho que todavía nada está escrito. Veremos por ahí de fin de año, cuál de las dos estrategias rindió más frutos.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES