No hay nada que festejar, si no es fiesta.
Estamos de luto. El 25 de noviembre se conmemoró el feminicidio de 3 mujeres ocurrido en 1960 a manos del dictador Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, a partir del asesinato de las hermanas Mirabal se acrecentaron las manifestaciones feministas en contra de la violencia de género, de ahí quge en 1999, la ONU, toma la fecha para la efeméride del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas.
A Minerva, Patria y María, se les recuerda como “las mariposas” y su legado es impulso para el movimiento feminista actual, es un recuerdo doloroso para quien se adentra en esta historia que visibiliza la fuerza opresora sobre las mujeres.
En estos días se reconocen los altos índices de feminicidios, pero se matiza con un discurso presidencial que promete velar por las más débiles, se habla de más violencia doméstica, pero se prometen más campañas de sensibilización para que los hombres ya no agredan en casa y además ayuden en las labores del hogar, de nuevo se hace referencia al empoderamiento femenino, una cuestión de “déjalas hacer lo que quieran” pero no se les deja vivir en paz.
No es suficiente un día, ni dos, ni 16 para abordar la lacerante herida que el machismo y la misoginia ocasiona a todas las mujeres, tampoco se cura el rezago social que mantiene en la desigualdad a más de la mitad de la población, con iluminar los edificios de color naranja o peor aun mancillando el término “feminismo” desde la voz autoritaria de los gobernantes que definitivamente no están trabajando a favor de los derechos humanos de las mujeres.
“Si te metes con una mujer, te metes con todo Nuevo León” dice la campaña montada para la ocasión, por Samuel García, el mismo gobernante imberbe que agrede en redes a su compañera de gestión.
“Los conservadores se volvieron feministas” acusa el presidente López Obrador al hablar de la “pura hipocresía” y remachar que él es pionero en los gabinetes paritarios, pero sigue sin reconocer que la violencia feminicida en México esta imparable, ya algunos de sus opositores elevaron la cifra de 11 o 12 a 19 o 20 feminicidios diarios.
Lo que quedó claro es que hay “un macho en palacio nacional” y muchos más como un virus mortal insertados en el sistema político patriarcal.
Hartas, es como vimos pasar otro 25 de noviembre, donde unos hipócritamente se unieron a las expresiones de repudio a la violencia contra ellas y otros cínicamente siguen creyendo que nos ayudan solo en el discurso.
De las funcionarias que aún no entienden esta lucha, solo resta concederles el beneficio de la duda, ellas también son víctimas de una moda política que las utiliza a conveniencia.
No sean feministas solo por convivir, mucho ayuda en el que no estorba.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE