TAMAULIPAS.- Investigadoras, maestras, directivas y estudiantes de universidades de México comenzaron en marzo de 2019 a visibilizar a presuntos agresores y acosadores dentro de la academia, este movimiento surgió después del MeToo del 2017 que en Estados Unidos destapó los casos de acoso sexual en la meca del cine, ahora es en España, donde 25 profesoras han roto el silencio y están saliendo a medios y redes, con sus voces y sus rostros, a evidenciar con nombre y apellido a sus acosadores, pero además piden a sus instituciones verdaderos protocolos que eliminen la violencia machista que se gesta, con abuso de poder, bajo el amparo de la ley del silencio.
En este contexto, aquí en México, el Instituto Politécnico Nacional acaba de reconocer públicamente sus fallas y ofreció una disculpa pública a la madre de Marychuy, una joven estudiante víctima de feminicidio a manos de un profesor y alumno de esa institución, el hecho ocurrió en 2016 y desde entonces Yesenia Zamudio dedicó su vida a buscar justicia por su hija, se convirtió en activista y defensora de los derechos humanos de las mujeres y hoy pide a las autoridades universitarias que establezcan las condiciones para que se garantice que no haya “ni una menos” y todas las alumnas alcancen sus anhelos.
El IPN fue el creador del violentómetro, esa escala de medición de violencia hacia la mujer que es una alerta temprana para prevenir feminicidios es una numérica útil, si se difundiera más, para que una víctima de acoso verbal, físico o sexual conozca como va subiendo el nivel de la agresión hasta llegar a los empujones y golpes que comprometen la vida.
También en esta escuela, estudiantes e investigadores inventaron una plataforma virtual, como un botón de pánico, que las mujeres pueden llevar en su vestimenta y activarla en caso de riesgo. Aquí también se innovó al establecer una de las primeras Unidades de Gestión con Perspectiva de Género y se estableció el protocolo para la prevención, atención y sanción de la violencia de género a fin de detectar, atender y sancionar estos problemas.
Pero es claro que estos instrumentos de detección y protección fueron ineficaces al momento del feminicidio de Marichuy y por eso mismo el IPN emitió la disculpa institucional. Esto es un hecho histórico, sin precedente, ni siquiera la UNAM lo hizo con el feminicidio de Lesvy en 2017. Las disculpas deben ir acompañadas por acciones de cambio, dice el IPN y ahora desde la Oficina del Abogado General es que se da seguimiento “más profundo” a los casos de violencia de género y se prestará “seriamente apoyo a las víctimas”.
Las condiciones de pandemia no frenaron el acoso, lo mutaron a los espacios digitales y en ese terreno aún no se establecen mecanismos de defensa adecuados para las mujeres. Las activistas de España, Argentina, Francia, Estados Unidos y México, donde se siguen tejiendo los hilos de denuncias públicas contra abusadores en entornos universitarios exigen que las instituciones educativas sean espacios libres de violencia hacia la mujer, que la Unidades de Género se pongan del lado de las universitarias, ya que si bien incentivan la denuncia, muchas veces cuando se hace la acusación formal, se incrementa el hostigamiento hacia la denunciante y hay poca sanción para el agresor, piden que impere el respeto y que se les crea a las víctimas.
EN BOCA DE TODOS / GUADALUPE ESCOBEDO CONDE