Opositores a la nueva ola del feminismo retan con bromas, memes y frases machistas a las mujeres que trabajan, para que sean ellas las que paguen la cena o por lo menos, la dividan a la mitad, gestionando eso como una igualdad alcanzada, pero esto no es opción, como tampoco lo es que la mujer en casa contribuya con el 50 por ciento del gasto familiar.
Y la ecuación es simple, no ganamos los mismo. Aunque hay poquísimas excepciones, la regla nos indica que, antes de la pandemia, la brecha salarial por género superaba el 25 por ciento, ganando más ellos que ellas, por el simple hecho de ser hombres. Aunado a esto, la fuerza laboral femenina esta concentrada en el servicio o comercio informal, con lo cual se limita su capacidad de crédito y de alcanzar beneficios sociales como seguro social, vivienda y pensiones.
Estamos muy lejos de alcanzar la equidad salarial.
Este desalentador panorama también se presenta en las universidades del país y para visibilizar la problemática, investigadoras y maestras de educación superior han su informidad con las etiquetas: Techo de Cristal, Precariedad Laboral, Somos Académicas y Madres, No Más Acoso Laboral.
“Hoy, nos manifestamos para visibilizar el papel de la mujer en la academia. Numerosas científicas y humanistas vivimos en precariedad laboral. Los invitamos a conocer nuestro trabajo. Por una académica digna para todos” es el texto que replicaron muchas con firma y fotografía, para dar seguimiento al hilo propuesto por la Red Interdisciplinaria de Mujeres de Ciencias y Humanidades, movimiento que sacó a la luz el proyecto de reforma de bases del Conacty que pretenden suspender becas en caso de embarazo.
El debate digital que privó este fin de semana en las cuentas feministas ofrece relatos de historiadoras, filólogas, sociólogas, matemáticas y escritoras que demandan reglas con perspectiva de género en la academia. “Nunca Más Una Ciencia Sin Nosotras”.
Además del tema de las becas para incentivar el trabajo de investigación, las docentes piden que se revisen y reformen los mecanismos de ingreso y evaluación en todas las instituciones de educación superior, públicas y privadas, que se erradique inmediata y definitivamente la violencia de género que enfrentan las mujeres cotidianamente en procesos de promoción académica.
Sustentan con investigación propia que “la participación de las mujeres en la ciencia ha sido obstaculizada históricamente por diversos mecanismos de desigualdad y exclusión” y que se debe revertir tal situación con urgencia para hacer valer la equidad de género en entornos profesionales.
A la par se dieron a conocer estudios internacionales que muestran como las mujeres reciben menos reconocimiento y ganan menos al ejecutar sus proyectos de investigación, pueden estudiar el mismo doctorado que los hombres, pero son ellos quienes más alcanzan las cátedras de investigación. Las académicas también reconocen que el “síndrome de la impostora” que se da cuando una mujer siente que su labor es menor porque el sistema patriarcal le infunde esa inseguridad, es un gran limitante para su desarrollo, pero ya tejen redes de apoyo para revalorizar su trabajo.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE