CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- “Tengo que trabajar mucho, pintar mucho para poder vivir”, suelta Rosales Lugo rodeado de cuadros, tintas, libros y objetos que le ha arrebatado a esta ciudad en abandono, como se refiere una y otra vez a Victoria.
Todos los días, Alejandro el pintor, poeta, periodista, promotor cultural, transforma su estudio que con el paso de los años se ha convertido en un rincón emblemático del centro: la guarida del artista, como si ahí se escondiera del olvido que todo lo arrasa.
“Me siento en el mejor momento de mi vida, yo creo que he ganado más en autocrítica en mi trabajo, y la madurez que tiene todo artista que alcanza a entender muchas cosas, explicaciones sobre el arte y sobre la vida, voy a cumplir unos 54 años de ser artista profesional, hay una evolución”, reflexiona.
Nacido en la capital del estado, Rosales es sin duda uno de los artistas plásticos tamaulipecos más sobresalientes y más prolíficos. Sus pinturas están en galerías nacionales e internacionales, en residencias privadas, en oficinas de gobierno.
Es un creador profesional que presume tener los pies bien puestos en la tierra. “A mi edad ya no albergo esperanzas”, repite sin dejo alguno de amargura.
Por eso, no tiene empacho en dividir su trabajo en dos: el personal, y el que llama de subsistencia, “o sea una obra para vender, para sobrevivir, para comer y una obra que es tuya, que es tu expresión personal como artista, eso es lo más difícil. Ahora claro, hay artistas que dicen ‘yo pinto a mi modo y pinto para mí y si me lo compran qué bien’, puede ser correcto, porque si atrás de mí hay una empresa poderosa económicamente pues yo pinto y pinto, y si me lo compran muy bien y que me compren lo más caro, pero uno tiene que vender porque tiene que sobrevivir y en nuestro país, en el norte de México, salvo la frontera no es fácil sobrevivir en el arte, es una experiencia difícil”.
No rehuye a ninguna pregunta ni evade tema alguno, pero a Rosales se le amontonan las respuestas. Caótico profesor, en cada reflexión demuestra que le interesa enseñar a los jóvenes, o por lo menos aconsejarlos para que transiten por la vida del arte sin desfallecer en el intento.
-“Los jóvenes deben viajar, yo antes de comprarme un coche último modelo, prefiero estar en París, 15 ó 20 días”.
-“¿Qué recomiendo a un joven? que se vaya de aquí, no tiene caso que esté aquí, está perdiendo el tiempo”.
-“Si el artista joven anda chiquiteando, que no quiere gastar, esto no es así, las emociones se ganan con el esfuerzo del estudio, tiene que haber disciplina también”.
Frases sueltas que, de forma consciente o no, vuelven al mismo punto: el arte es una profesión que exige dedicación y sacrificio.
Asegura que no tiene celos de ningún artista, no le preocupa reconocer el valor de los demás, pero tampoco se guarda las críticas que sean necesarias. Medir el talento es fundamental, asegura, así sea para conocerse a sí mismos: “Aquí en Victoria, ocurren fenómenos de gente muy buena , yo veo unas cuatro personas, artistas de mucha calidad, de competencia nacional e internacional, lo que pasa que hay una cosa: no lo saben ellos y hay una razón muy interesante en eso, porque no leen, porque no viajan, porque no se autocritican”.
Pero no toda la responsabilidad recae sobre los hombros de los jóvenes creadores. Rosales también tiene una opinión bien formada sobre las obligaciones de los gobiernos, y su omisión en el desarrollo cultural de Tamaulipas.
-¿Le interesa la política?
“Sí me interesa, pero la verdad siempre he perdido, siempre mis candidatos han perdido, por lo tanto no he ganado nada, cuando tuve la oportunidad de estar dentro, me aguantaron cuatro meses, al quinto mes me corrieron y te cambian porque no eres corrupto, porque tus ideas son de carácter social en el aspecto de la cultura y eso no retribuye dinero, entonces no eres un buen producto para ellos”.
-¿Se sitúa a la izquierda ideológicamente?
“En mi época de juventud viví el 68, viví el 2 de octubre, tengo una experiencia de vida importante y conocí personajes en todo el proceso, pues sí de izquierda de corazón, en el aspecto de pensamiento, de pensamiento abierto a la crítica y todo, pero no a la izquierda. En mi época había jóvenes que eran comunistas, del Partido Comunista y toda la onda, pero eran guerrilleros de café, preparados para empuñar la taza de café, muchos de ellos fueron diputados del PRI, y muchos están en el poder, eran fanfarrones; y también había gente valiosa.
¿No tiene fe en la Cuarta Transformación?
“No, yo no tengo fe en eso, porque subestimó mucho la formación de artistas, yo no creo porque bajo la supuesta austeridad otros se benefician, entonces el artista debe partir de una cosa importante que es el coraje social para seguir adelante. Un país de arte como es México, milenario en artes, con 500 años de cultura mexico-española no es posible que andemos tumbando estatuas. No es posible renunciar a nuestra sangre, no podemos renunciar a eso.
Va a haber cambio de gobierno, ¿abrigo esperanzas? no, yo no puedo a mi edad, yo no abrigo esperanzas en nada, lo único que sé es que tengo que trabajar mucho, pintar mucho para poder vivir, pero sigo siendo crítico de que los espacios culturales se los den a familiares, al amigo, al hermano. Aquí hubo una experiencia que vino un artista a administrar la cultura y fue pésima, fue peor el caldo que las albóndigas, y vino el relevo y fue peor todavía, y ha sido peor a lo largo de los últimos treinta años”.
Apenas en el 2020, se editó “Alejandro Rosales Lugo. Poeta, pintor”, un libro que en inglés y español hace un repaso por su obra plástica y literaria, a través de textos e imágenes que ilustran -en el mejor sentido de la palabra- su vida artística. “…Yo vivo a la sombra de la luz”, concluye él mismo en el colofón, la página final.
¿Se siente valorado en Tamaulipas? No se toma ni un segundo para responder: “más bien me siento querido”.
POR Miguel Domínguez Flores
Expreso-La Razón