VICTORIA, TAM.- El Caminante salió muy temprano de su cantón, dispuesto a comprar algunos triques y chácharas que le hacían falta.
Avanzó algunas calles en su viejo Nissan Sentra, y se encontró en la parada del microbús a doña Rita y a doña Malena.
– ¿A dónde con tanta prisa vecinas?
– ¿va para el centro vecino denos un ‘rai’
El Caminante detuvo su marcha y muy alegres los tres vecinos se dispusieron a entrar al corazón de la capital.
– ¿ya van a hacer la despensa vecinas? – preguntó El Caminante
– ¡nombre cuál! vamos al tianguis a ver si de puro milagro encontramos unos pantalones para mi hijo el pelón – respondió doña Rita – ¿cómo ve que esta semana van a regresar a clases y no tiene el uniforme.
– ¿ya no le queda?
– ¡pues sí nunca se lo compramos!, con esto de la pandemia tiene dos años sin ir a clases- dijo la señora.
– ¡Ah qué caray! ¿Y a qué grado va a regresar o qué?
– vecino pues ni sabemos, la cosa es que ya anunciaron el regreso a las escuelas, y ni el ni Deyanira, tienen uniformes, la niña se dio la ‘estiradita’ y aún no sabemos cómo le vamos a hacer.
– imagínese vecino, la señora de la tortillería que tiene cuates en secundaria y la otra niña en sexto año, nunca pensamos que el regreso a clases nos iba a llegar en este mes, ya ve que enero está bien fregado y febrero pues también – intervino doña Malena, suegra de doña Rita – aparte ya nos habíamos acostumbrado a qué ‘Pelón’ y ‘Della’ nos ayudaron en el puesto de gorditas, ahora vamos a tener que contratar a alguien.
– Híjole, se van a quedar sin ese ingreso, y aparte van a hacer un buen gasto.
– Pues si, Y esto es solo en uniformes, falta la mochila, los cuadernos, los libros y darles todos los días para almorzar – Respondió doña Rita.
– y no es que nos moleste que regresan a la escuela, ya sé nos habían desacostumbrado a los libros, ¡capaz que ya no pueden aprender! Pero yo les digo a mis hijos ¡Estudien! Porque pesa menos un lápiz que un azadón. De por sí desde antes de la pandemia muchos niños y jovencitos prefirieron dejar la escuela y mejor meterse a trabajar, ahora con todo este borlote ¡Pues se van a vaciar las escuelas!
El Caminante les dio un raid a las señitos hasta el tianguis que se instalaba ese día, y aprovechó para buscar lo que necesitaba acompañándolas.
Grande fue su sorpresa al observar que así como sus vecinas, una gran cantidad de personas buscaba desesperadamente algún uniforme de medio uso para sus hijos.
Curioso cómo es el caminante, decidió checar en Facebook si alguien más estaba buscando en alguno de los grupos de venta.
Facebook se encontraba literalmente tapizado de publicaciones de padres de familia en busca de uniformes de segunda mano para cumplir con el requisito.
La economía de los victorenses se ha visto muy golpeada en este par de años, pues tanto el comercio, como muchos otros servicios y talleres vieron mermada su actividad, debido a la pandemia por el covid-19, Y aunque ya era una necesidad tanto académica como psicológica, qué los menores regresaran a las aulas para continuar con sus estudios, esta época del año resultó ser de gran dificultad, para el reintegro a clases presenciales.
Pero más allá de lo complicado qué ha sido tener a los niños y adolescentes enclaustrados para evitar los contagios, es en el interior de sus cabecitas donde se encuentre el posible daño.
Muchos de esos escolapios abandonaron la instrucción desde el primer mes, pues no tuvieron acceso a las clases por internet, o las que se expusieron por televisión, y han pasado un laaargo recreo de casi 2 años, sin la experiencia de convivir con otros niños de su edad, socializando, y conociendo otras maneras de vivir y otras maneras de pensar.
Esta generación de estudiantes de educación media quedará como un gran ‘espacio en blanco’: muchos No tendrán recuerdos de su primera posada en secundaria, su primera novia, su primer pelea, algún viaje de estudios, tal o cual maestro preferido, los recreos, los almuerzos en los pasillos de la secundaria, y tantas otras cosas que definen a un adulto cuya personalidad suele basarse en los recuerdos agradables de la niñez y adolescencia.
La tarea de orientar y en su caso ayudar y acompañar a un estudiante en su proceso de sanar psicológicamente por el daño causado por esta pandemia, recaerá en trabajadores sociales y profesionales de la salud mental.
Como adultos toca comprender y ser empáticos con los próximamente ‘mayores de edad’ que les tocará continuar con su vida ‘cojeando de esta pata’. Ojalá cómo sociedad sepamos cómo ayudarlos. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora