26 abril, 2025

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Fortin Urrea…relato de su devastación

Una vez en el poder, tanto centralistas como federalistas, trataban de erradicar o hacer menos, los beneficios que uno u otro hizo mientras gobernó

Era muy común en el México de principios del siglo XIX, que los actores políticos y militares de la época antepusieran sus ideales sobre el bienestar de la nación.

Una vez en el poder, tanto centralistas como federalistas, trataban de erradicar o hacer menos, los beneficios que uno u otro hizo mientras gobernó.

Eso desencadenó diversas guerras internas que lo único sé que logró, fue que el país se debilitara y fuera presa fácil del expansionismo estadounidense.

Pero eso no les importaba a los que gobernaban, mientras su partido siguiera en el poder.

En ese sentido, existe una historia que aconteció en 1839 en La Barra de Santiago, comunidad de Matamoros que en la actualidad forma parte de Texas, y que prueba que las venganzas políticas eran más importantes que el debilitamiento de México: la destrucción del fortín Urrea.

José Cosme De Urrea y Elías González nació el 19 de marzo de 1797 en Tucson, Arizona, entonces parte de la Nueva España. Fue hijo de José Mariano Urrea Mesa y de doña María Gertrudis Elías Ortiz. Gobernador y comandante general del Estado de Sonora en 4 ocasiones y una vez del Estado de Durango.

Fue un importante militar mexicano. Peleó bajo las órdenes del general Antonio López de Santa Anna durante la Independencia de Texas.

Su más notable campaña militar fue la de Goliad, en la cual 400 soldados de James Fannin se rindieron y capitularon bajo las condiciones de éste, sin embargo, luego fueron muertos por órdenes de Santa Anna. Victorioso se dice que sus tropas nunca fueron vencidas por los insurrectos angloamericanos.

Situación política de esa época

Para entender esos hechos, hay que decir que a principios de 1838 la situación era muy tensa en el país, pues centralistas y federalistas estaban en constante pugna.

La situación se agravó con la presencia de la escuadra francesa en el puerto de Veracruz, por lo que resurgieron movimientos a favor del federalismo en diversos puntos de la república.

En Tampico se fraguaba un levantamiento político, mientras el jefe del Distrito, don Juan de Villatoro, realizaba un llamado a los habitantes ante una posible guerra extranjera.

Ante esta situación, en octubre de 1838, el comandante de la Compañía Fija de Tampico, el capitán Longinos Montenegro, se pronunció reivindicando el federalismo y al poco tiempo llegó el general José Urrea y apoyó el levantamiento. La revuelta pronto se extendió a más poblaciones de Tamaulipas, y en noviembre fue destituido el gobernador centralista José Antonio Quintero, para poner en su lugar a José Antonio Fernández Izaguirre.

El nuevo gobernador pronto llamó a las armas a todos los pueblos de la entidad, por lo que circuló la proclama a sus ayuntamientos y juzgados de paz.

Al grito de ¡Viva la Federación! los alzados siguieron ganando adeptos en todo Tamaulipas.

No obstante estar pelando contra el centralismo que representaba el general Anastasio Bustamante, el general Urrea en oficio del 18 de noviembre, se dirigió al mandatario de la república exponiéndole que, en caso de una posible guerra con Francia, dejaría momentáneamente sus ideales políticos en aras de la patria.

“Si nuestras playas son invadidas por las tropas del gobierno francés, los individuos de la guarnición de Tampico, aunque se han sustraído de las ordenes de ese gobierno, desde que pidieron el restablecimiento de la constitución de 1824, cumplirán, antes de todo, con los deberes de mexicanos”.

La revuelta pro-federalista en Tamaulipas, se prolongó hasta principios de 1840 y el general Urrea fue amnistiado.


La destrucción del fortín “General Urrea”

Ese acto de patriotismo de Urrea, quien no obstante de estar en guerra con el gobierno del centro, puso su espada para defender la nación, fue contestado con un acto ruín por parte de integrantes del otro partido, pues el fortín “general Urrea” que se localizaba en el Brazo de Santiago y que había sido construido en 1836 por el general Antonio López de Santa Anna, para cubrir el puerto de Matamoros contra los ataques de los tejanos, y que era para contener cualquier intentona en ese rumbo, fue destruido por órdenes del general Filizola, y la magnífica artillería “de su dotación clavada” fue echada al mar, retirándose la guarnición al otro lado del río Bravo.

Sobre ese acto, un testigo de la época diría: “Seamos conscientes, señores de las siete tablas (en alusión a las 7 leyes centralistas). Esta medida del general Filizola ¿No les parece a ustedes un vandalismo inaudito, una verdadera traición a la patria? Esta disposición entrega a deserción el Norte de la república a cualquiera que quisiera invadirla por Matamoros: ¿Quién autoriza al general Filizola para destruir una fortificación tan interesante y una artillería existente y costosa?”


Tenía rencillas con Vicente Filizola

El general Vicente Filsola fue el segundo al mando del ejército mexicano durante la guerra de Texas de 1836.

Luego de la derrota del general López de Santa Anna por los tejanos de Sam Houston en San Jacinto, Filisola se convirtió en comandante en jefe de los cuatro mil soldados mexicanos que permanecieron en Texas.

El ejército mexicano finalmente se retiró a Matamoros, y Filisola se convirtió en el chivo expiatorio de todo lo que salió mal en la campaña de Texas.

Su principal acusador en esta desastrosa acción fue el general José Cosme Urrea, comandante de una de las divisiones mexicanas en la campaña. De ahí el rencor entre ambos oficiales.

El fortín fue escenario de batallas

A principios de marzo de 1839, en las revueltas civiles que vivió México, el fortín Urrea fue atacado en cierta ocasión por el teniente coronel Ávila y los capitanes Bananely, Martínez de Castro y otros, quienes acometieron con la mejor fuerza que tenían los defensores, y casi llegaron a los fosos, pero la heroica defensa de quienes lo guarnecían y el oportuno auxilio del general José Antonio Mejía a la cabeza de un grupo de soldados yucatecos, los obligo a huir precipitadamente después de dejar porción de muertos en las laderas, entre ellos quedó Martínez de Castro.

Fue factor en las primeras derrotas

Años después, cuando el presidente de Estados Unidos James K. Polk tenían su mira puesta en la parte norte de Tamaulipas, o sea, la región localizada entre los ríos Bravo y Nueces, un ejército expedicionario entraría a Tamaulipas por la bahía de Corpus Christi, y se internaría hacia las riberas del río Bravo.

Por esa invasión a suelo patrio, el 25 de abril de 1846, la 3ª Brigada de Caballería al mando del brigadier Anastasio Torrejón, venció en el rancho de Carricitos, —al norte del Bravo—, a los norteamericanos al mando del capitán Seth Thornton, en una escaramuza que sirvió de pretexto para que Polk le declarara la guerra a México.

En meses siguientes, las primeras acciones de la “Mexican War” se realizaba en la zona del Brazo de Santiago, por lo que es muy probable, que el acto vandálico que hizo años atrás del general Filizola influyera en la nula defensa que pudo hacer el ejército mexicano contra las tropas del general Zachary Taylor.

Por Marvin Osiris Huerta Márquez

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