CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Como el infierno en la tierra, así describen grupos voluntarios el incendio que enfrentan en el ejido Los San Pedros a 30 kilómetro de Victoria, donde las llamas sin control ha consumido más de 150 hectáreas de bosque.
Desesperación, falta de aire, molinos de viento que atizan las llamas, todo se está enfrentando con gran voluntad humana, pero con poco recursos.
A 800 metros sobre el nivel del mar en la Boca de San Pedros, “Gordos Team” describen lo que está pasando en ese lugar donde las llamas parecen brotar de las entrañas de la tierra, por lo que parece una lucha desigual.
Grupos como amantes del razer integrado por Alan Hernández, Amauro, Manuel y Rafa Galván platican como se integraron a este esfuerzo contra el fuego.
Inicialmente iban solo a entregar agua, alimento, suero y otras donaciones que reunieron . Pero finalmente al percatarse de la gravedad de la situación, por solidaridad acabaron por entrarle.
Aunque muchos piensan que el incendio está lejos de Victoria, conciencientiza; la verdad es que se encuentra casi sobre la sierra victorense y puede accederse a él en el kilómetro 10 de la carretera interejidal al subir rumbo a la sierra a 20 kilómetros hasta llegar a “La boca de los San Pedros”.
De ahí hay 35 kilómetros más hacia arriba, con un camino al cual solo se accede con vehículos 4×4.
“Sientes una gran desesperación, una gran impotencia estar frente al fuego y no poder hacer nada para apagarlo.
Solo puedes quitar hojas secas, ramas y maleza que se pudieran encender”.
Aprovecharon la fuerza de los RAZER para hacer llegar donaciones que reunieron con amigos y familiares lo cual transportaron en dos vehículos hasta “Puerto Esperanza” que es donde está el campamento de brigadistas.
“Sientes que arde todo el cuerpo, que te quema y te hace dar un paso hacia atrás; pero agarras aire y regresas a la chinga, para quitarles “combustible” y echarles tierra que es lo único que había”.
Al llegar al campamento de 15 brigadistas, señalaron que la mayoría de personas que habitantes de los alrededores son quienes luchan de forma voluntaria día y noche a vecés sin agua ni comida.
El campamento tiene un cerco de seguridad de cinco metros, para evitar que la lumbre lo consuma, pero el fuego es tan intenso que estaba por consumir esta zona.
“El aire hasta donde están los torbellinos de fuego es dónde de un pino caen las llamas a 10 o 12 metros más adelante y prendían otra zona.
Por lo que salían los brigadistas a apagarlo solo con ayuda de picos y rastrillos”.
Platican emotivos que trabajan con tanta precariedad que desesperados el agua que utilizan para tomar, la usan para apagar las llamas, sin importar saciar su sed.
“El agua que llevan para tomar, la usan porque la verdad solo traen rastrillos, sopladoras, sierras y el agua que llevábamos la tuvimos que utilizar para apagar las llamas en el campamento”.
Describen que el calor se siente en carne viva; llega un momento que te arde la cara como si estuvieras frente a un horno constantemente por lo cual con la sierra se tuvieron que cortar árboles que estaban cercanos a las llamas para evitar que se encendieran también y cayeran sobre el campamento.
“Estábamos a 800 kilómetros sobre el nivel del mar; corres para apagar las llamas entre la sierra y te falta el aire el cual es más pesado, caliente y seco por lo que sientes como te quema la garganta”.
Tras horas de lucha contra las llamas los 15 brigadistas y voluntarios pudieron controlar el fuego lejos del campamento y con la noche encima lo único que iluminaba eran las llamas del fuego.
Después de un día de lucha el “Gordos Team” tuvo que regresar a Victoria con la promesa que volverían para ayudar, existe gente que no ha vuelto a sus hogares y lleva días en la sierra luchando contra el fuego que caprichoso, se ha propagado y parece que cobra vida y se resiste a ser sofocado.
Por Raúl López García
EXPRESO-LA RAZON