En su más reciente visita de trabajo a Estados Unidos, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo cinco propuestas al presidente norteamericano, Joe Biden. Durante su intervención desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, el mismo Presidente de México reconoció que la mayoría del petróleo crudo que exporta el país llega a las refinerías de Estados Unidos, incluyendo la de Deer Park, en Texas, recientemente adquirida por Pemex.
La primera de cinco propuestas concretas fue la siguiente: que se permita que “estadunidenses que viven cerca de nuestra frontera puedan cargar sus automóviles del lado mexicano a menor precio”. Añadió enseguida que “actualmente, ya se está abasteciendo a automovilistas de Estados Unidos en gasolineras ubicadas en las ciudades fronterizas de México, pero podríamos incrementar nuestros inventarios de manera inmediata. Nos comprometemos a garantizar al doble el abasto de este combustible, lo cual sería un considerable apoyo”. Este apoyo, vale la pena aclararlo, sería para los automovilistas residentes en Estados Unidos, no los mexicanos.
Asimismo, le ofreció poner “a disposición de su gobierno más de mil kilómetros de gasoductos a lo largo de la frontera sur con México para transportar gas de Texas a Nuevo México, Arizona y California”. A cambio de estas dos medidas, López Obrador pidió suspender de inmediato algunos aranceles y “trámites tediosos en comercio de alimentos y otros bienes que aminoren los precios a los consumidores en nuestros países”. Una cuarta propuesta consiste en “un plan de inversión privada y pública entre los dos países para producir bienes que fortalezcan nuestros mercados y se eviten importaciones de otras regiones o continentes”.
Por último, en quinto y último lugar, el Presidente también propuso “ordenar el flujo migratorio y permitir la llegada a EU de obreros, técnicos y profesionales de las distintas disciplinas, mexicanos y centroamericanos con visas temporales de trabajo para asegurar que no se paralice la economía por falta de mano de obra”.
Cada una de estas cinco propuestas tiene ventajas y desventajas, implica conflictos distributivos de un lado u otro de la frontera, y claramente merece ser discutida a mayor detalle por los gabinetes de ambos países —cosa que, al parecer, no ocurrió durante esta visita de trabajo.
Dicho de manera general, en caso de materializarse, las primeras dos propuestas de López Obrador, sin duda, serían benéficas para el pueblo estadunidense, sobre todo para sus automovilistas. La tercera medida propuesta podría beneficiar a consumidores mexicanos, así como al sector exportador. El impacto de la cuarta medida dependería del tipo de proyectos e inversiones realizados.
Por último, la quinta propuesta sobre visas temporales de trabajo podría beneficiar a los mexicanos que ya se encuentren allá como indocumentados, o bien, a quienes decidan emigrar en busca de mejores oportunidades de trabajo que las que les ofrece su país de origen. Lo que no queda claro de las cinco propuestas del Presidente es cómo, consideradas en conjunto, éstas puedan representar una estrategia de desarrollo para México y, en particular, para los más pobres.
Los subsidios a las gasolinas de éste y otros sexenios pueden ayudar a contener presiones inflacionarias, pero benefician más a ciertos grupos sociales que otros. Sin embargo, el renunciar a esta recaudación también disminuye los recursos disponibles para programas sociales más progresivos. Según cálculos de la propia SHCP, el 20% de la población de mayores ingresos en México recibía el 62% del subsidio a gasolinas vía estímulos del IEPS, mientras que el 20% más pobre de la población sólo recibía 2.8% de estos subsidios (México Evalúa, 15 marzo 2022). Para poder ayudar a los más pobres, quienes consumen más gasolina deberían pagar más impuestos, no menos.
Por Javier Aparicio