Luis Espino Acosta sabía desde hace algunas semanas el problema en el que estaba metido, y lo más grave, en el que había metido a su padre, el Auditor Superior del Estado.
Las grabaciones que se difundieron ayer confirmaron lo que era un secreto a voces en Reynosa: que había suficientes evidencias para comprobar que había ofrecido 5 millones de pesos a los regidores de Morena para que colaboraran en el plan de “tumbar” -así lo dice en las conversaciones que se difundieron ayer- a Carlos Peña Ortiz, e imponerlo a él mismo como alcalde.
Por eso, a principios de mes ya había publicado un video en el que aseguraba que era mentira la versión del complot, y se decía víctima de calumnias y difamaciones.
Obviamente mintió, porque ayer mismo tuvo que publicar otro mensaje en el que reconoce que es su voz, deslinda a todos los funcionarios a los que mencionó en las conversaciones y anuncia su retiro de la vida pública.
Más allá de la evidente falta de sentido común del ex candidato que se ostenta como empresario y político, los audios publicados ayer por Sin Embargo trasparentan la guerra política que se ha desatado por el control de uno de los municipios más importantes de la entidad en términos políticos, económicos y sociales.
En medio de este tsunami, conviene recordar el detalle más importante de esta trama escandalosa: Carlos Peña Ortiz tiene sus derechos intactos por lo que sigue siendo el alcalde de Reynosa gracias a una compleja defensa jurídica con la que ha conseguido la protección de la justicia federal.
La otra buena noticia para el presidente municipal en funciones es que cuenta con el respaldo de la cúpula nacional de la Cuarta Transformación y del gobernador electo.
Se ven muy lejanos aquellos tiempos de la competencia interna por la candidatura de Morena que elevaron al máximo la temperatura política.
Hoy, la alianza política de Américo Villarreal con los Ortiz Peña está sólida y no hay duda de que el proyecto del gobierno que inicia incluye a Carlos Peña en la alcaldía del municipio más poblado de la entidad.
A su vez, el presidente municipal de Reynosa se ha mantenido desde la campaña como uno de los defensores más férreos de la victoria de Américo.
La lucha jurídica de la nueva administración incluye las acciones de inconstitucionalidad contra las reformas a la Fiscalía General, las impugnaciones contra el blindaje de la Junta de Coordinación Política, pero también la defensa de la alcaldía que Carlos Peña ganó en las urnas.
Y haya sido por órdenes de alguien más o por mero onanismo mental, la diarrea verbal de Luis Espino, le regaló ayer varios puntos de ventaja al presidente al que quería derrocar a punto de billetazos.
Por cierto, la dirigencia estatal de Movimiento también debería explicar cómo llegó a ser su candidato a una diputación local el hijo del Auditor al que tanto han cuestionado.
Por Miguel Domínguez Flores