La versión que esparció Luis René Cantú de que por fuerza tendría que ser un hombre quien asuma la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional, podría quedar como una de sus últimas ocurrencias.
No hay en la convocatoria, ni en documento alguno publicado por el partido,una afirmación que lo confirme.
Lo que sugirió “El Cachorro”, como para justificar su intento de reelegirse, sería contrario a toda lógica porque las medidas afirmativas que buscan la paridad de género en todos los ámbitos, normalmente señalan un mínimo de espacios para las mujeres, pero no un máximo.
Es decir, sería un despropósito que el CEN del PAN quitara a las mujeres la posibilidad de pelear por una dirigencia más, sin importar si a nivel nacional ya alcanzaron la mitad de las posiciones directivas.
Haya sido por querer agandallarle a Imelda Sanmiguel la primera posición en la fórmula, o por cualquier otro motivo -incluido un lapsus de súbita confusión- lo único que consiguió Cantú fue alborotar a una militancia panista que quizás podría aceptar votar por la diputada que presidió la Mesa Directiva en el último y muy agitado periodo ordinario, pero no se prestaría a apoyar la reelección del dirigente que ha encabezado el partido en las últimas dos derrotas electorales.
Ahora bien, el intento de revuelta que se cocina al interior del panismo no pinta demasiado bien si se analizan los nombres que se han puesto sobre la mesa y que, por cierto, tampoco incluyen a ninguna mujer como posible aspirante.
Resulta difícil comprender de dónde saca la confianza José Julián Sacramento para proponerse como candidato a la dirigencia estatal del partido.
Consagrado como habilidoso negociante para hacer florecer su negocio de la construcción, al ex representante del gobierno de Tamaulipas en Nuevo León se le conocen muy pocos éxitos políticos.
Doce años después, es difícil olvidar su tímido desempeño como candidato a la gubernatura de Tamaulipas aquel convulso verano del 2010.
Si su relación con Santiago Creel es lo que lo impulsa a emprender esta nueva aventura, más valdría que el panismo que se reconoce como tradicional se cuestione también por los méritos del eterno aspirante a candidato presidencial.
Eso por no hablar del ex regidor de Tampico, Miguel Pérez Álvarez, cuya trayectoria política es minúscula.
Quién sabe qué pecados estarán pagando los fieles militantes panistas que, si no hay sorpresas de última hora, tendrían que votar por alguna de estas opciones para que conduzca al partido por los próximos tres años.
Por lo pronto, este sábado vence el plazo para que se registren las planillas que quieran competir en la votación que se realizará el 2 de octubre, -coincidencias de nuestra política estatal- un día después del cambio de poderes en Tamaulipas.
Antes de eso, los aspirantes podrán hacer un mes de campaña interna para ofrecer a sus compañeros un proyecto político sólido en su regreso a la oposición.
Por Miguel Domínguez Flores