Son ellas, las madres de familia que, ante el inminente regreso a clases presenciales, apuran el paso para la compra de útiles escolares, uniformes, zapatos y ahora también enseres de higiene colectiva. Sin embargo, bajo el nombramiento de asociaciones de padres de familia, las noticias, sin visión de género, hablan de la preocupación de ellos, los padres y las invisibilizan a ellas, las heroínas de esta tarea.
Ahí también la importancia del lenguaje no sexista, cada vez que un plantel escolar convoca a una reunión de padres de familia, vemos que la convocatoria es atendida por ellas, las madres, sí, quizás, sí van dos que tres papás a sentarse en la banca del hijo o hija, a lo mejor si toman nota y si resuelven las peticiones del maestro del grupo, pero en el 90 por ciento de los casos, son las mamás, a veces solas, las que se hacen responsable de que el ciclo escolar sigua su curso.
Así, con el anuncio de la total reapertura de escuelas, en todos los niveles, son de nuevo las mujeres las que se lanzan al mercado para comparar precios, regatear costos y comenzar el martirio del forrado y etiquetado de libros y cuaderno, lavado de uniformes, cortes de pelo de los educandos y el lustre de los zapatos.
Las cuotas escolares son otro dolor de cabeza que padecen más las madres que los padres de familia en la antesala del nuevo curso, un tema pendiente de resolver por parte de las autoridades que optan por no meter mano en las administraciones colectivas que siguen sin transparentarse al cien.
Por Guadalupe Escobedo Conde