Las críticas respecto de la nueva secretaria de Educación se veían venir. A los conservadores y sus voceros no les gustó el nombramiento de Leticia Ramírez Amaya. Ellos hubieran preferido a alguien de finos modales, apellidos de prosapia y picaporte para los centros de ocio más sofisticados, como algunos de los que transcurrieron por el cargo con más pena que gloria. Por supuesto no hablamos de Justo Sierra, José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet, estas son historias diferentes.
En el caso que nos ocupa AMLO decidió que una maestra de vocación auténtica sustituyera a Delfina Gómez quien deja encaminada la institución hacia objetivos que mucho agradecerán las generaciones que nacen y crecen. Se trata de crear la nueva conciencia del mexicano que enfrentará la problemática del futuro republicano a partir de la solidaridad, el humanismo y la democracia en su concepción más amplia que es algo que desconocen los saqueadores y traidores a la patria.
No les gustó digo, aunque sí les agradó que Felipe Calderón Hinojosa nombrara a Josefina Vázquez Mota quien ni remotamente entiende el significado de la educación que ha de ser laica, gratuita y popular. Esta mujer de la farándula panista cuyos elementales estudios se reducen al ámbito empresarial que nada tienen que ver con el apostolado elegido por Delfina y Leticia. Ellas realizaron su tarea frente a grupo en medio de las carencias abonadas por un sistema donde lo prioritario fue justamente, privatizar la enseñanza en todos sus niveles.
Para esto los regímenes neoliberales satanizaron al magisterio proveniente de escuelas públicas, lo denigraron, humillaron llegando al grado de condicionar la permanencia en su empleo mediante tácticas solo observadas en gobiernos represivos, criminales y dictatoriales. Aun así, los maestros resistieron y ahora se alzan como héroes de la transformación.
El hecho de nombrar tanto a Delfina Gómez como ahora a Leticia Ramírez Amaya al frente de la SEP, es un homenaje al sector más noble y modesto del gobierno, especialmente a quienes fueron perseguidos y ofendidos por la burocracia de cuello blanco más preocupada por robar y entregar el país al capital privado nacional y extranjero, que organizar el sistema educativo de acuerdo con los intereses de la nación.
La reacción “está indignada”, hasta Elba Esther Gordillo desaprueba la decisión presidencial. Ella que presumió la defensa de la enseñanza pública que presuntamente motivara su encarcelamiento ordenado por Enrique Peña Nieto. La misma que pugnara porque un verdadero maestro dirigiera la SEP, ahora muestra el rostro de la hipocresía. Desde luego existe fondo político. No olvidéis que Leticia Ramírez Amaya democratizó la Sección 9 del SNTE, convirtiéndola a la CNTE, justo cuando Elba Esther la consideraba su patrimonio donde ejerció cacicazgo por excelencia.
ARNULFO VA QUE VA…
¿Por qué en la sección 30 del SNTE hay guerra sucia contra Arnulfo Rodríguez Treviño?. Es pregunta que se hacen infinidad de maestros que consideran al señalado como el mejor prospecto para sustituir a Rigoberto Guevara Vázquez. Usted dirá que la decena o más de pretensos sienten la ventaja de su limpio historial como líder que en gran medida dignificó la organización después de permanecer muchos años a merced de los gobernantes en turno y desde luego, del cacicazgo nacional que la utilizaba para fines no muy honorables que digamos, sobre todo en tiempos electorales.
En el magisterio estatal hay un antes y un después de Arnulfo, es indudable, de otra forma no existiría el entusiasmo observado a su favor. ¿Quiénes son sus adversarios?. La mayoría desconocidos y con antecedentes inmediatos de participación que hacen dudar de su compromiso con la base magisterial. Son los clásicos “enmascarados”, desde luego con honrosas excepciones.
El escenario político es diferente, eso deben entenderlo los grupos acostumbrados a acordar en lo obscurito desprestigiando a la organización. Y ni modo que sea invento.
SUCEDE QUE
“Hasta las piedras cambian”, dicen que dice Edgardo Melhem cuando le preguntan “¿por qué ahora tanta sonrisa pa’ Américo cuando antes “ni lo pelabas?”.
Y hasta la próxima
Por Max Ávila