7 diciembre, 2025

7 diciembre, 2025

¡Semana de locura!

La tan anhelada ‘vuelta a la normalidad’ tomó por sorpresa a los victorenses en el inicio del ciclo escolar

TAMAULIPAS.- Doña Licha se bajó de un Didi muy enojada atrás de ella venía su hija Paty, la señora manoteaba y hasta proferida algunas mentadas de madre al aire. El Caminante se las topó cuando iba a rellenar un garrafón de agua. – Buenos días vecina – le saludó el vago reportero. – ¡Ay vecino! ni quisiera responderle porque vengo bien enojada… – ¿Pues que le pasó? – preguntó el – Es es que fui hasta la Moderna, con una mona que según vendía unos uniformes, para mi hijo Toño, ya ve que este año entra a secundaria, y nos citamos en el Oxxo de la Lindavista, ¡y nunca llegó! y todavía me falta conseguirle algunos cuadernos – refunfuño la doña sin dejar de caminar y sólo levantó la mano en señal de despedida.

Eso fue un sábado a las 10 de la mañana. El Caminante hizo una pausa en su trajinar y se puso a ‘sonsear’ en Facebook. Descubrió que en muchos grupos de ventas abundaban las publicaciones ofreciendo uniformes de segunda mano. Decenas de comentarios por parte de interesados nutrían cada una de las ofertas. Lo mismo sucedía con calza do, mochilas y útiles escolares.

Alrededor del mediodía El Caminante cruzó la ciudad para hacer algunas compras en la zona centro. Al bajar por el 8, despuesito del Santuario, una barrera de coches estacionados en doble fila había creado un ‘tapón’ qué impedía la circulación. El origen, una papelería ubicada en la colonia Mainero, repleta de clientes haciendo sus compras de última hora, y de paso entorpeciendo el tráfico sin ningún remordimiento. Los claxonazos y el rechinido de llantas combinados con el rugir de motores denotaban la desesperación de los demás automovilistas que veían frustrado su camino.

Poco a poco logró llegar hasta el ‘bule’, pero tras cruzar el puente se topó con un nuevo congestionamiento, provocado por un irresponsable conductor que ‘por sus polainas’ decidió estacionarse frente a un negocio de ventas por catálogo. La fila de coches detrás de él obstaculizaba ambos carriles del bulevar Praxedis Balboa. Otra danza de recordamientos de progenitora y microbuses ‘picudeando’ con los demás vehículos.

Pero la cosa no paraba ahí. También por la de Juárez, entre el 10 y 12, una hilera de flamantes vehículos mal estacionados había creado un caos. -¡Mamá!, ¿que si de este color? – gritaba una jovencita desde la acera opuesta levantando un empaque con algún artículo de papelería, a una mujer arriba de una camioneta de reciente modelo.

La joven cruzó el único carril libre y abrio6 la puerta de la troca, haciendo ahora si, imposible que la fila de autos siguiera avanzan do. A partir de ahi ya no fueron solamente claxonaxos sino insultos de viva voz. Simultáneamente, otra situación similar se desarrollaba sobre la calle 8 entre Bravo y Allende, dónde una multitud de padres de familia abarrotaban un negocio de uniformes, y por consiguiente saturaron ambas aceras con coches.

El domingo anterior al inicio del ciclo escolar la cosa se puso peor. Cientos de personas que deja ron todo para el último, recorrían la zona centro en busca de cuadernos a buen precio. “Dicen qué bien Grand están a $21.90, vamos a ver” decia una señora con la “escalerita” de hijos persiguiéndola por la calle Hidalgo. “Los marcadores los compramos ahí con los chinos” comentó otro señor a su esposa e hija adolescente.

Sin embargo, por todo el centro se sentía la desesperación de no poder conseguir toda la lista de útiles escolares por lo costosa que resultaba. Por ahí las 4 de la tarde, una nueva ‘alerta’ sonó entre los corrillos de la ciudad: el papel Contac se habría agotado. Ni en los alrededores del mercado Argüelles, ni en las grandes papelerías (ni en la pequeñas) había ya un solo pliego o rollo del papel para forrar libros y cuadernos. Todavía por la noche se lograba ver a paterfamilias peregrinar por las banquetas cargando triques escolares. La mañana del lunes fue atroz.

“Se ve que ya se esta acabando la pandemia” decía Rubén, un despachador de gasolina muy cuate del Caminante. Y sí, si alguna señal podría ser tan clara de que el vaivén popular se había restablecido, fue el caos que desató la entrada de los escolapios a las aulas. Desde las 6 de la mañana la circulación vial hizo implosión, tapando las arterias esta capital qué poco sufre un infarto. Choques y más choques, la mayoría por alcance y vueltas en “U” mal ejecutadas.

El lunes siguieron las compras de papelería por toda la ciudad. El tráfico horrible hasta el atardecer. Y para colmo de desataron los asaltos, robos domiciliarios y despojo de autos en la ciudad. Negocitos, gasolineras y hasta taqueros atracados. La locura total. Y asi continuó hasta el fin de semana. “¿Querían volver a la normalidad?¡pues ahi tienen!” dijo don Manuelito el vulcanizador tirando la carcajada… y eso que apenas empieza septiembre. Dios nos agarre confesados.

POR JORGE ZAMORA
EXPRESO – LA RAZÓN

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