TAMAULIPAS.- Ama de casa, mi Madre siempre fue, toda su larga y productiva vida, ama de casa, ama como diminutivo de mamá no como femenino de Amo, eso es otra cosa; Dedicada 24 / siete a las labores del hogar, entregada a su familia y entregando su vida entera a otras vidas. Y cuándo me preguntaban qué si ella trabajaba, incorrectamente respondía que no.
Equivoqué siempre la respuesta, hoy sé que trabajó como muchas o más que muchas, pero nunca ganó un céntimo de un peso por su faena.
Sobre esto reflexionó, al tiempo de dar “like” a un apunte de Eréndira Derbez, que a la letra dice: “Qué fuerte es la frase mi mamá no trabaja, es ama de casa. Tanta injusticia y desprecio a los cuidados en ocho palabras”. La escritora e ilustradora, con perspectiva de género, recurre cotidianamente a las redes sociales para plantear expresiones que nos muevan las conciencias y desde ahí mueve grandes hilos de conversación digital.
Me llama la atención qué, quienes nos colgamos de ese hilo seamos solo mujeres, nos interesa el tema, compartimos anécdotas vivenciales, reclamos sociales y empatía porque nos duelen las mismas desigualdades. Claro que es injusto decir que una no trabaja porque se queda todo el día en casa, fregando pisos, haciendo de comer, lavando ropa, administrando la compra para los enseres de limpieza e insumos de comida diaria, cuidando infantes, ancianos o enfermos; se dice que no es trabajo, porque no se recibe paga por ello.
Y por construcción de la sociedad patriarcal es que no se valora, no se tasa en pesos y sigue siendo una labor no remunerada. Y aunque ya se legisla al respecto, principalmente sobre las horas laboradas de una persona en casa ajena, lo cierto es que se menosprecia la mano de obra femenina doméstica; en México 9 de cada 10 mujeres mayores de 12 años realizan jornadas laborales en su propia casa sin salario alguno.
Los quehaceres del hogar, hasta hace poco llamados labores propias del sexo débil, son una carga que se invisibiliza a pesar de que la mujer sea profesionista o tenga una labor alterna remunerada y lleve dinero a casa, sale y regresa al hogar con la responsabilidad de mantener el funcionamiento del espacio que habita, como si viviera sola, y ejecuta la doble o triple jornada. No hay cansancio que la exima de atender y resolver los problemas que se le acumulan mientras no está, sean de ropa sucia o raspones en las piernas o en el corazón de los demás miembros de la familia.
El cuento parece viejo, pero es tan actual que, hasta Shakira, la artista colombiana con trascendencia artística mundial cayó en el juego del poder machista. Recién declara que vive un momento oscuro debido a que por una década sacrifico su trabajo, su ganancia monetaria y su talento, para dedicarse a su esposo e hijos, “puse mi carrera en segundo plano” “y fue un acto de amor” ha dicho romantizando el hecho de que las mujeres deben sacrificar todo por la pareja. Ahora le toca recuperar su tiempo perdido.
Quedarse en casa por elección, también está bien, lo que debería cambiar en los roles de género es la ejecución de las tareas domésticas, no es justo que solo lo hagan ellas. Para limpiar la suciedad del patriarcado se necesita la conciencia de todos.