VICTORIA, TAM.- Con más de 270 años de antigüedad, el Panteón del Cero Morelos guarda entre sus añejas paredes y oscuras tumbas a miles de muertos y muchas historias paranormales difíciles de creer.
Entre ellas, fantasmas de niños que juegan entre las tumbas, luces que bajan del cielo y atraviesan árboles, aparición de fallecidos con décadas sin cambios físicos y autos fantasmas que arrojan fuego por sus llantas.
Fausto González, trabajador del cementerio más antiguo de Victoria, relata algunas historias que vivió en carne propia y a las que nunca supo darles una explicación real.
Aunque aclaró que existen muchas historias más, que ha escuchado de sus compañeros y veladores que renunciaron al poco tiempo tras ser víctimas de espantos. Sentado, a orilla de una tumba el hombre relata que trabaja en ese panteón desde los 19 años, justo después de contraer matrimonio y buscar un sustento para su nueva familia, por lo que ser sepulturero era su mejor opción.
“Llegue aquí por necesidad, no había empleo, luego ya me gusto el trabajo. Hacemos limpieza, enterramos y también exhumamos. Enterramos a 80 personas por año solamente aquí en el Cero Morelos” Platica que al entrar tan joven a ese trabajo sus familiares se asombraban y le preguntaban qué rituales hacía para no llevar las malas vibras del panteón a su hogar, luego que todo el día camina entre las tumbas.
Todos los días al salir de su casa, dijo, hace una oración, así como al regreso, por lo que nunca ha llevado ningún mal a su hogar, sin embargo dentro del cementerio la cosa es muy diferente.
“Aquí si hay muy malas vibras, hemos estado en situaciones para normales, entre ellas apariciones que me ha tocado ver y que no le sabemos dar una explicación real o normal a lo que estábamos viendo”
EL NIÑO QUE JUEGA ENTRE LAS TUMBAS
Corría el año del 2010, uno de los más violentos para el estado y el país, pero en el panteón todo era silencio, o así parecía, hasta que el grito de dos mujeres se escuchó por cada rincón del panteón municipal.
El panteón mide seis cuadras de largo por dos cuadras de ancho,una zona que las personas mayores acostumbran recorrer al visitar a sus seres queridos, en este caso dos mujeres que llegaron al medio día de un lunes.
“A mediación del panteón venían dos damas caminado y luego empezaron a gritar, decían ayuda; ayuden al niño, nosotros estábamos almorzando en la zona norte, pero al escucharlas dejamos de comer.
El hombre relata que sus dos compañeros y él dejaron el lonche a un lado y fueron de inmediato a atender el llamado de las mujeres mayores que pedían auxilio, al llegar, entre lágrimas explicaron lo que vieron.
“Ellas decía que un niño estaba jugando entre las tumbas, que lo vieron perfectamente y escucharon como reía, pero luego tras acercarse a él, para decirles que saliera ya no lo volvieron a ver” Las señoras pensaron que el niño era real y estaban muy asustadas porque creían que había caído dentro de una tumba.
Pero luego de buscar en toda la zona, nunca hallaron nada Ellas salieron corriendo de inmediato y nunca regresaron.
LA BRUJA QUE CAYÓ DEL CIELO
Con décadas de trabajar en el panteón hubo una administración que colocó a Faustino como velador, puesto en el que duro un año, tiempo suficiente para ver como una luz se transformaba poco a poco en mujer.
“En aquel tiempo estaban los guardias de la Policía Preventiva municipal, los cuales mandaban un elemento cada 24 horas para hacer vigilancia Me tocó estar con un señor que se llamaba Ramón, él estaba las 24 horas y yo solo de noche” Faustino platicó que dentro de su rutina, el llego a las 7 de la noche, cuando recién anochecía, en su recorrido le correspondía vigilar la bodega, la que se encuentra cerca los baños del cementerio.
“Entré al baño, cuando eso paso, a lo lejos dijo que vio una luz muy grande que con gran velocidad cayó directamente a un pino, como si se tratara de un rayo” El sepulturero recuerda que Ramón le platico que la luz tenía forma de llama, la cuál al caer al pino, flotó lentamente hasta el suelo, y ahí, empezó a cambiar de forma.
“La luz cambio hasta formar una silueta de mujer, él me grito que saliera del baño y que fuéramos a ver el lugar donde se hallaba esa mujer” ambos hombre visitaron la zona, sin que hallaran rastros de la llama o de la mujer. Tras ese suceso el policía pidió su baja y cambio para nunca más volver a ser velador en un panteón.
POR RAÚL LÓPEZ GARCÌA