El Caminante se encontró a Toño en una vulcanizadora cerca de El cuerudo.
Reconoció su camioneta entre los demás vehículos que hacían antesala para hacer atendidos.
Toño, en realidad se llama José Tenorio. Su papá, Don Severiano se empeño en llamarle asi tras leer “Don Juan Tenorio”.
Pero José Tenorio creció renegando de su nombre, y por eso siempre se hacía llamar simplemente Toño.
– ¡Que pasó mi Toño qué milagro! ¿qué le pasó a la poderosa?
– Uy no mi amigo ¡he tenido una semana de perros! – respondió Toño saludando al Caminante.
– Válgame, ¿y eso por qué?
– ¿Te acuerdas que te conté que conocí a una chava de Llera? Pues seguí tu consejo y la invité a salir.
– ¿Y cómo te fue?
– Pues bien y mal.
– A ver explícate mi Toño.
– Me acorde de lo que dijiste ‘el que no arriesga no gana’ y se me ocurrió invitarla a la feria, y aceptó. Total, qué le llene la panza de gasolina a mi troca y aunque estaba larga la tirada, pues allá voy hasta Llera.
– No pues sí está retirado desde tu ejido.
– Asi es mi estimado, pero bueno, yo soy de la idea antigüita de qué un caballero no repara en gastos cuándo se trata de complacer a una dama. Pero acá entre nos te confieso qué el negocio ha estado flojo, Yo creo que por el cambio de sexenio Y de lo gastado que acabó todo mundo con el regreso a clases.
– ¡Uf, vaya que sí! – respondió el Caminante.
– A ti sí te puedo confesar que andaba corto de dinero, y en mi mente iba haciendo la cuenta de lo que iba gastando. Para empezar fueron $70 de las entradas y $30 de una botellita de agua. Empezamos a dar vueltas viendo los juegos mecánicos, para ver a cuál nos atrevemos a subir. ¡Pero pa’ subirte a los juegos es un rollo! no es de que pagas la entrada para subir a uno o a otro, tienes que comprar un montón de boletitos y en cada taquilla te cobran cinco o siete boletos, entonces te ofrecen la ‘promoción’ de veintitantos boletos por $300.
– Si así es ahora la mecánica para subirte a cualquier juego mecánico, aparte de hacer una filotota.
– Pues sí y ni modo, pero de repente me hice bolas y me andaban haciendo falta dos boletitos, y tuve que ir a comprar más. Luego le pregunté si se le antojaba algo y me respondió que sí, …unas papas. Y ahí voy yo a comprarle sus papas, y me las aceptó, pero yo me equivoqué porque le compré unos espiripapás de $60, y ella quería unas de bolsita, qué costaron $40 ¡ah, y 2 refrescos de $30 cada uno.
– No manches Toño ¿en serio llevaba la cuenta en la cabeza?
– Es que de verdad andaba corto de lana. Después fuimos a ver las chácharas, y le gustó un dije, hasta eso no muy caro, y pues se lo regalé, junto con otras baratijas qué me salieron en $250. Luego pasamos por otro puesto y se me antojaron los churros, y ahi voy a comprar churros para dos, otros $80.
– ¿Y a quién vieron en el teatro del pueblo?
– A los Kumbia Kings, que la verdad traen muy buen espectáculo. Tocaron casi 3 horas, pero ella y yo solamente estuvimos una.
– Asi cómo lo cuentas aparecer la están pasando bien.
– Perate que todavía no llego a lo bueno.
– ¿Qué pasó mi Toño? acuérdese que los caballeros no tenemos memoria – exclamó el Caminante.
_ ¡No sonso! no lo digo por eso, sino por lo que pasó cuando fuimos a cenar – Dijo José Tenoro
– ¿Pues que pasó?
– Ella me dijo “Yo te invito la cena porque ya gastaste mucho”
– ¡Oh pues qué bien! eso significa que ella entiende de igualdad entre hombre y mujer.
– Pues sí pero ahí fue donde yo la regué
– ¿Porque?
– Porque yo insistía en pagar, así me educaron mis padres, y asi estoy acostumbrado.
– ¿Y qué cenaron?
– Nos metimos a una de esas carpas donde ofrecen un montón de platillos, ella escogió unas enchiladas con cecina y yo unos tacos al pastor. Luego ya en confianza, se me antojó una hamburguesa, y acompañamos todo con dos refrescos.
– Que rico, oye pues no te entiendo, así como me cuentas pareciera que estuvo muy agradable la cita.
– Es que ahí empezó todo, … cuándo pedí la cuenta – dijo Toño.
– ¿Y eso?
– Que llegué a la mesera y me dice son $880
– ¿Queee? ¿880 pesoos? ¿pues de qué eran los tacos? ¿de pechuga de ángel?
– Resulta qué esos restaurantes de feria son una bola de estafadores, en vez de darte la carta señalan los dibujos que están colgados por aquí por allá, y uno pues para no verse muy codo, no pregunta cuánto cuesta cada cosa, y al final te ensartan un cuentononon. Fijate, aquí traigo todavía la notita que me hicieron con la cuenta: enchiladas con cecina $350, cinco tacos al pastor $200, una hamburguesa $180, y dos refrescos de $75 cada uno.
– ¡No te pases! ¿Y pagaste?
– ¡Pues ya que chingados! pero hasta eso, esta muchacha se dio cuenta de qué era una estafa y me pidió qué le permitiera pagar la mitad, y pues eso hice. La lleve a su casa, hasta Llera, y de regreso pasando por Victoria caí en un perro bache y me tronó una llanta. Y aquí estoy en la vulcanizadora por eso. Al menos conocí una mujer comprensiva y de buenos sentimientos.
Toño y el Caminante se despidieron.
A pesar de qué literalmente “le fue como en feria”, su cita con la muchacha de Llera fue un éxito. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora