¿Qué causas explican el comportamiento de la gente cuando vota por algún candidato o cuando compra algún producto? Las ciencias sociales como la economía, la sociología o la psicología intentan responder este tipo de preguntas. Los políticos se basan en las teorías de estas ciencias para tomar decisiones o para justificar las decisiones que toman. Sin embargo, por más objetivas que sean estas teorías tratando de responder estas preguntas, siempre se esconde atrás una ideología. Siempre he pensado que desde mi subjetividad trato de ser lo más objetivo posible, y nadie puede escapar de algún sesgo.
Partamos de un ejemplo simple, “la economía” parte de los siguientes supuestos; primero el ser humano es fundamentalmente egoísta, es decir, da prioridad a sus intereses por encima de cualquier otra cosa, en segundo lugar, el ser humano actúa de forma racional ósea busca los medios más eficaces para lograr aquello que desea. En base a estos fundamentos los economistas desarrollan todo tipo de teorías sobre lo que la gente compra o vende, porque cambia de trabajo o que hace con sus ahorros. Desde un punto crítico lo primero que hay que hacer es preguntarnos sobre la valides de estos dos supuestos.
Lo que estoy tratando de explicar es la “teoría crítica”, que busca poner de manifiesto lo que no se explica, por ejemplo, cuestionando que los seres humanos somos fundamentalmente egoístas o que la única forma de ser racional es mirar la eficacia solamente. Y aquí es a donde quería llegar, para Jürgen Habermas es necesario una labor más positiva, más constructiva; desarrollar una teoría del ser humano y la sociedad alternativa a la del egoísmo y la racionalidad instrumental. Esto le conduce a proponer la “teoría de la acción comunicativa”
El punto de partida es la comunicación que es fundamental en la vida de los seres humanos en cualquier época y lugar, y en la comunicación está inserta una racionalidad, lo que Jürgen Habermas llamó “la razón comunicativa” lo que nos permite comprender la dimensión social del ser humano desde un punto de vista muy diferente a lo que plantean muchos científicos sociales. ¿Cómo extraer los rasgos propios de este tipo de racionalidad para a partir de ahí poder argumentar -“aportar razones”- en contra de ideas o visiones del mundo preconcebidas o denunciar esquemas de comunicación “sistemáticamente distorsionados”?
La obra de Habermas en estos precisos momentos, yo creo que puede servir como un punto de referencia para poder evaluar de una manera muy eficaz los últimos acontecimientos que se están produciendo en el espacio político y en el espacio de lo público.
La política se vive como una discusión permanente, es ese espacio donde los ciudadanos pueden libremente discutir sobre cualquier tema político, pero los ciudadanos realmente también pueden llegar a tomar conciencia efectivamente de que depende de su voluntad y que y cuales son los condicionantes que influyen sobre su voluntad. Sin embargo hemos entrado en un mundo donde las propias democracias occidentales se encuentran sujetas a un nuevo tipo de polarismo.
Querido lector, cosidero que estamos de vuelta otra vez en el choque entre una política profundamente tecnocrática, que en cierto modo es alienante para el ciudadano, donde se le priva a la posibilidad efectiva de decidir, porque no hay discusión frente a una supuesta decisión necesaria; y por otra parte un discurso que tiende a un cierto racionalismo, que es el discurso que lo encontramos en esa ipersimplificación de lo político, que aspira a una pura polarización dentro de las propia discusión política que se concentra en el populismo.
Por Mario Flores Pedraza