Bajo rendimiento escolar, estrés, ansiedad, agresividad, depresión, desvalorización, sensación de impotencia e intento de suicidio son algunos de los graves problemas que padecen las niñas, niños y adolescentes víctimas de personas con ideas preconcebidas sobre la raza, religión, sexo, género, discapacidad, apariencia, clase, personalidad, filiación u otro factor.
Se trata de un fenómeno social y político denominado discriminación, el cual implica un trato de inferioridad y una diferenciación por motivos como la raza o la religión, según la Real Academia Española de la Lengua; que causan grietas en la cohesión social y obstaculizan el desarrollo armónico de una comunidad.
En México y de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, 20.2% de la ciudadanía mexicana se ha sentido discriminada por algún motivo en el año previo a la encuesta. Los motivos más frecuentes de percepción de discriminación son la forma de vestir o el arreglo personal con 30%; la complexión física (peso o estatura) 29.1%; y las creencias religiosas con 28.7%.
Cualquier tipo de discriminación, sin excepción, parte de prejuicios que no tienen nada que ver con el valor real de las personas, ni con su capacidad de convertirse en miembros valiosos para su comunidad. Es una problemática multifactorial que tiene su origen en el contexto social donde se construyen los referentes para ser y hacer. Este contexto se debe transformar para generar espacios que nos permitan valorar a la totalidad de personas diferentes con las que coexistimos.
La reforma educativa 2022 propone abandonar las posturas excluyentes como el eurocentrismo, es decir, la visión que coloca los valores culturales, políticos y sociales que considera a los europeos como superiores al resto del mundo y son el referente aspiracional; una visión implantada durante la época colonial.
Este enfoque decolonizador propone valorar la diversidad, lo que se erige como antítesis de la discriminación; perspectiva que no se refiere a tolerar a las personas que nos rodean, ni solo respetarlas, sino a desarrollar la habilidad de identificar cómo cada persona presente en nuestras vidas es única y enriquecen nuestra vida y a la comunidad.
Por ese motivo, la inclusión es uno de los 7 ejes articuladores de la reforma educativa 2022, que se implementará en educación básica en el próximo ciclo escolar 2023 – 2024; con la que se propone un modelo educativo basado en una educación incluyente que prioriza la vida, la dignidad humana y la formación de ciudadanos para una democracia participativa y deliberativa.
La inclusión es uno eje articulador que expresa las capacidades humanas que, junto con el pensamiento crítico, la interculturalidad crítica, la igualdad de género, la vida saludable, la apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura, y las artes y experiencias estéticas, pretende formar los rasgos propios de una ciudadanía democrática, desde una perspectiva plural y diversa como la de la sociedad mexicana.
Un ejemplo de la implementación del nuevo modelo educativo es que, a partir de la problemática causada por el acoso escolar o bullying, las maestras y maestros aborden los contenidos de sus asignaturas (disciplinas), para que sea cercano a la realidad que se vive en la comunidad, lo que permite que el aprendizaje sea significativo para su alumnado y, a la vez, se analicen y transformen los entornos e ideas discriminatorias. Una reforma educativa contra el México discriminador.
¿Usted, qué opina?
Por Nohemi Argüello Sosa
Correo: nohemiarguello@gmail.com