¿Cómo llegó el PRI tamaulipeco a este momento tan penoso de su existencia?
La respuesta reluce en los archivos hemerográficos: una larga lista de malas decisiones, acompañada de la fama bien creada de ser el partido más corrupto, y hasta acontecimientos fatales explican esta debacle que parece no tener fin.
El episodio más reciente de su tragicomedia ocurrió ayer, cuando debió haberse concretado el registro de Carlos Solís Gómez para que pudiera reafirmarse como presidente sustituto del partido durante los próximos meses, hasta que se convocara a un nuevo proceso selectivo para elegir a un dirigente que se quedara en el cargo un periodo de tres años.
La idea era que el reynosense cumpliera con el registro sin mayores problemas, pero de última hora el ex diputado recibió la indicación de la Ciudad de México para que frenara su inscripción.
La razón es muy clara: en el CEN no dimensionaron el reclamo de la Secretaria General, Mayra Ojeda, quien recurrió al Tribunal Electoral para denunciar a Alito Moreno por violencia de género.
Lo acusa de haber violentado su derecho a convertirse en la dirigente interina cuando Edgar Melhem renunció a la presidencia del Comité.
Al parecer, la regidora maderense lleva las de ganar en este momento tan complejo para el impresentable Alito, que apenas hace unos días recibió la noticia de que él mismo tendrá que dejar la presidencia del CEN este año y no prolongar su periodo más allá de la elección del 2024.
Así, todo hace indicar que por lo menos durante unos meses -hasta que se convoque a la nueva elección interna- los priístas tendrán a Mayra Ojeda como su dirigente estatal.
La abogada, egresada de la UAT, era hasta hace un par de años, poco conocida por los priístas más allá de la zona conurbada.
Ocupó diversos cargos juveniles en el partido, fue candidata a una diputación local, hasta que finalmente en el 2020 apareció como aspirante a Secretaria General del partido.
En aquél proceso interno fue muy notorio que la elección de Mayra no corrió a cargo de su compañero de fórmula, pues
todo hacía indicar que quien ocuparía esa posición sería Alejandra Cárdenas.
Algo ocurrió que de última hora la puerta se le abrió de par en par a la joven originaria de Ciudad Madero.
A partir de entonces, inició una relación muy difícil con su dirigente, a quien acusó de violencia de género.
Ya en pleno proceso electoral del 2022, Mayra fue -a diferencia de Melhem y la mayoría de los priístas- una férrea impulsora de la fracasada alianza con el PAN y se convirtió en una de las principales voceras del “Truko” Verástegui.
Para esas alturas, la relación con sus compañeros de la dirigencia estaba muy lastimada, y desde entonces no ha mejorado.
Tanto así, que hicieron todo lo posible para que no se materializara su asunción como dirigente interina por prelación.
El problema para los priístas es que los estatutos del partido y la postura de los tribunales le dan la razón.
Pronto tendrían que aceptarla como su presidenta estatal.
Por Miguel Domínguez Flores