Al inicio de la guerra contra Francia, varios rancheros de la región centro y sur de Tamaulipas se organizaron al mando de don Pedro J. Méndez, operando en las serranías de la región, siendo en los próximos años, un constante problema para los franceses y traidores.
Las autoridades del Imperio informaban a sus superiores que todos los pueblos y rancherías del sur de Tamaulipas, a excepción de Tampico y Tancasnequi, habían sido saqueados por Méndez, Bújanos, Gómez, Sotil, “el payaso” Escobedo, y un tal Costilla.
A principios de mayo d e1865, las fuerzas republicanas planeaban tomar a toda costa Tula.
El coronel Ascensión Gómez, quien se encontraba con sus fuerzas en Palmillas, comunicó el 5 de mayo a su jefe Pedro J. Méndez, quien se encontraba en esos momentos en Victoria, que había enviado una carta a don Teófilo D. Ramírez, Jefe Político del Distrito de Tula, avisándole por las buenas para que rindiera la plaza, pero que un tal Llera, que se titulaba comandante militar de esa ciudad, le contestó negativamente.
Ante la negativa de los súbditos de Maximiliano de rendirse pacíficamente, los juaristas empezaron a organizar las partidas rebeldes.
Las fuerzas leales a Juárez se preparaban en Santa Bárbara.
El 4 de mayo de 1865, había salido el coronel Hipólito “el güero” Sierra para Santa Bárbara, con la compañía del capitán Arenas, la guerrilla de Martínez, y la segunda compañía de Güemez, llevando la instrucción de Ascensión Gómez y Pedro J. Méndez, de insurreccionar la comarca.
Los juaristas decían que de San Luis no les mandarían ni un solo soldado a los mochos de Tula, ya que con el coronel Llera habían llegado los que habrían de venir de Matehuala.
Sobre esto diría Gómez: “[…] muy pronto tendremos de Santa Bárbara doscientos hombres sobre las armas.”
Hablando de Ascensión Gómez, se dice que el famoso cosaco tamaulipeco, se refería a los republicanos de Ocampo como los “guarachones de Santa Bárbara».
En los días posteriores, el cabecilla juarista don Ignacio Herrera oriundo de Escandón, llegaría también a Santa Bárbara a ayudar cuando se emprendiera la marcha sobre Tula, así como también lo haría el joven Estrada de la vecina villa de Quintero.
Pedro J. Méndez tenía en mente escribirle a un vecino de esa villa de nombre D. Francisco Fernández, probablemente para pedir de su ayuda en las operaciones militares que habrían de realizarse, pero Ascensión Gómez le recomendó no hacerlo, pues lo consideraba un imperialista consumado.
En ese sentido, le informaba también a Méndez que el cura Ramón Lozano estaba a medias, y por tal motivo no había que fiarse de él.
No todo era guerrear, de vez en cuando los miembros de los bandos en pugna se daban su tiempo para asistir a jolgorios de las rancherías donde operaban, pues había que distraerse de la cotidianidad de la lucha.
Para muestra de ello, aquí un fragmento de unas líneas escritas por Gómez a Méndez: “[…] estoy seguro que al recibir esta [carta], estas muy desvelado del baile, pero no te duermas.”
LA GUARNICIÓN IMPERIALISTA DE TULA SE PREPARABA PARA LA DEFENSA
El 17 de mayo de 1865, salió desde Tula el imperialista Prieto con una nueva sección de menos de 200 hombres, teniendo como misión acabar con los republicanos que merodeaban la zona.
Después de un tiroteo las fuerzas imperiales regresaron a la cabecera del 4° Distrito y los juaristas se volvieron a hacer fuertes en Santa Bárbara, y demás puntos de la comarca, uniéndoseles posteriormente Pedro J. Méndez, constituyendo así un total de 800 a 1,000 hombres, número que posteriormente aumento.
El 19 de mayo, dos días después de estos hechos, el coronel Gómez le recomendaba mucho a su jefe, la remisión de parque para nuestros guerrilleros, pues toda la gente que estaba en Santa Bárbara no tenia, y se hacía preciso dotarlos de ese artículo.
El 23 de mayo, Ascensión Gómez informaba desde Palmillas a Méndez, que no era conveniente en esos momentos construir fortines, por tener al enemigo a vanguardia y retaguardia y sería tanto como quedar encajonados y sin salida en la sierra de Tanchipa. Que lo que le convenía era tener buenos exploradores cerca de Tancasnequi
para observar el movimiento de los franceses.
El 31 de mayo de 1865 en víspera del asalto a Tula, por órdenes de Pedro J. Méndez, su lugarteniente Ascensión Gómez mandó al D. Hipólito Sierra para que dejara una escolta de veinte hombres, al mando de D. Bernardino Montero, para que éste cubriera el camino de “Mesillas”, patrullando el tramo comprendido entre Boca del Abra y Nuevo Morelos.
Dicha escolta estaba integrada por el oficial Simón Muñoz y parte de la compañía de Güemez.
Esto con la finalidad de que los imperialistas tultecos no recibieran refuerzos de Tancasnequi.
Con el objeto de combatir a las partidas de disidentes republicanos que merodeaban los pueblos de esta región, salió de Tampico el 3 de junio, un destacamento de caballería con ciento y tanto hombre, a las órdenes del comandante L. du Vallée, dejando el mando militar de la prefectura al Sr. General D. Francisco G. Casanova, comandante militar de la huasteca. Se sabe que, ante este movimiento de tropas imperiales, los juaristas huyeron rumbo a Jaumave.
TOMA DE TULA
De Ciudad Victoria salieron las fuerzas de Pedro J. Méndez hacia Tula, plaza que fue tomada a sangre y fuego el 4 de junio.
La guarnición imperial era fuerte en más de 600 hombres, sumándole además dos piezas de artillería. Según la prensa de esos días, los defensores no supieron o no pudieron defenderla de 1,000 disidentes.
El combate duro de las nueve de la mañana a las cinco de la tarde.
En su informe, Pedro Méndez diría que a las seis de la tarde la plaza estaba en su poder.
Esta acción le valió ser distinguido como general de Brigada por el presidente Benito Juárez. El guerrillero Méndez escribiría en su parte: “Ayer a las 9 de la mañana me presente al frente de esta plaza [Tula] que guarnecían 721 mochos a las órdenes de los titulados coroneles Llera, Prieto y Valderas (Sic.). El enemigo dejó una corta guarnición que salió a batirme en campo raso y después de un rudo combate de dos horas volvió a la plaza completamente derrotado, dejando en el campo 40 muertos y 45 prisioneros.”
Entre los imperialistas caídos en Tula destacan el capitán D. Juan Sánchez y el subteniente D. Manuel Herrera. Además murieron un comandante, dos alféreces, así como un capitán y dos subalternos franceses. Uno de estos oficiales del contingente de San Luis fue ahorcado; del capitán francés se supo que murió asesinado en la
calle por uno de los oficiales juaristas.
Se prohibió dar sepultura a las víctimas. Por su parte los coroneles Llera y Prieto llegaron días después sanos y salvos a la hacienda de Peotillos, comandando 300 hombres y dos piezas de artillería.
Se dijo que uno de los factores de la caída de la cabecera del Cuarto Distrito, se debió a la defección de una parte de la fuerza de seguridad pública de San Luis Potosí. Otros historiadores señalan que también influyó la presencia en la zona limítrofe a Tula de los generales republicanos Mariano Escobedo, Francisco Naranjo y Gerónimo Treviño, pues operaban en Matehuala y Real Catorce.
Sobre los hechos de Tula, La Sociedad publicaba el día 6 de junio lo siguiente: “Según las ultimas noticias que tenemos de aquella plaza [Tula], es probable que a la fecha este en poder de las fuerzas mexicanas que combaten por la independencia nacional, y que en número considerable habían salido sobre dicha plaza de Ciudad Victoria. Nosotros celebramos mucho este importante movimiento militar.”
A partir de la toma de Tula, el objetivo fundamental de Méndez fue el de entorpecer el eje comercial con San Luis Potosí, siendo acompañado en su encomienda por los jefes de su brigada: Ascensión Gómez, Francisco y Braulio Vargas, Gabriel Arcos Arriola, Bernardino Montero y otros.
ALGUNOS DE LOS IMPERIALISTAS DERROTADOS EN TULA HUYERON RUMBO A TAMPICO
El 6 de junio el jefe republicano Bernardino Montero estuvo por las inmediaciones de Antiguo Morelos, pero no llegó a la villa debido a la falta de armas y parque, aunado a que le fue enviado un correo donde se le daba parte del triunfo obtenido en Tula y se le ordenaba que se dirigiera a cubrir el paso de la sierra para así evitar la entrada de las partidas desbandadas del enemigo que se esperaba se dirigieran rumbo a Santa Bárbara.
El 7 de junio, estando Montero concentrado en Chamal, le llegó un parte de don Sixto Izaguirre, Juez de Nuevo Morelos, informándole sobre el paso por aquella villa de una partida de imperialistas en
número de quince a veinte hombres, quienes se habían llevado consigo los caballos y burros que encontraron a su paso.
POR MARVIN OSIRIS HUERTA MÁRQUEZ