Tan pronto como Jorge Espino Ascanio desembarcó en Victoria como flamante Auditor Superior del Estado, trajo de Veracruz y le dio empleo a dos hermanos contadores: Pedro “S” y José Alfredo “S”.
A Pedro lo nombró primero Subdirector de Contabilidad, pero solo por unos meses porque luego lo ascendió a Director General de Administración y Finanzas.
Era consentido de su jefe. Además de su sueldo de 14 mil pesos mensuales, le asignó una generosa “gratificación” mensual de 99 mil pesos.
Nada mal para un personaje cuyo último empleo había sido “Gerente de Contraloría” de un centro comercial en el puerto jarocho.
Antes, en su Currículum también figura la subgerencia de un Chedrahui.
A José Alfredo también lo acomodó en una posición importante, ni más ni menos que Subdirector de la Auditoría Especial para los Ayuntamientos.
Espino había coincidido con ellos durante su paso como Delegado Regional en el Sureste de la CAPUFE, donde ambos laboraron.
Habrá sido por la confianza que les tenía, pero sólo él sabe qué cualidades les encontró que le pareció pertinente importarlos a Tamaulipas como si aquí no hubiera contadores capaces, aptos para desempeñar esos cargos.
El asunto es que los hermanos se asentaron en la capital.
A Pedro por ejemplo, le correspondía viajar a la Ciudad de México para realizar “trámites” ante la Auditoría Superior de la Federación.
Esas comisiones las cumplía a todo lujo, como indican las facturas disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia, donde también están los documentos que comprueban que Espino Ascanio mintió en su comparecencia ante la Comisión de Vigilancia de la ASE en el Congreso.
Ofendido por los cuestionamientos sobre la manera en la que encubrió a Pedro “S”, acusado de hostigar sexualmente a una empleada, aseguró que tan pronto como se enteró del asunto separó de su cargo al fiel escudero jarocho.
Falso: la información disponible en la plataforma revela que el agresor sexual siguió figurando formalmente como Director General de Administración y Finanzas del organismo, por lo menos hasta el periodo comprendido entre el 1 de abril y el 30 de junio del 2022, un año después de que Itzel “V” recurrió a sus superiores para informar lo que había ocurrido durante una jornada laboral: Pedro “S” la llamó a su oficina, donde intentó besarla a la fuerza.
Como el Auditor no hizo nada al respecto, la víctima tuvo que renunciar a su trabajo, mientras su agresor siguió laborando hasta que estalló el escándalo y Espino Ascanio ya no pudo protegerlo más.
Antes, según el relato de la víctima, José Alfredo “S” la había intentado convencer de que estaba exagerando y que no debía hacer más grande el asunto.
La conducta del Auditor en el Congreso ayer durante su segunda comparecencia fue indigna de un funcionario público.
Cuando se encontró de frente a Itzel “V”, a quien un día antes le había pedido que acudiera a la reunión para que lo “desmintiera”, la ignoró y apuró el paso en franca huída.
Si su pésima actuación como auditor no ha sido suficiente para que deje el cargo que ostenta desde el 2017, el escándalo cada vez más grande de acoso sexual al interior del organismo, debería ser la gota que derrame el vaso.
No va a renunciar porque -ya quedó claro- planea aferrarse a la ubre presupuestal hasta el último suspiro de su gestión.
La buena noticia para Tamaulipas es que ésta termina en febrero del 2024.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES