19 abril, 2025

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Indicadores

TRÓPICO DE CÁNCER / JESÚS COLLADO MARTÍNEZ

“El liberalismo económico ha evolucionado hacia lo que actualmente se denomina “neoliberalismo», el cual ha incrementado drásticamente la desigualdad económica y ha provocado devastadoras crisis financieras que perjudican a la gente corriente mucho más que a las élites adineradas en muchos países del mundo.”

Francis Fukuyama, El liberalismo y sus desencantados, 2022

Hasta el inicio del sexenio del Presidente Luis Echeverría los mexicanos sabían que las cosas de la economía andaban bien porque había trabajo para las cabezas de la familia y un poco de dinero en sus bolsillos, el dinero alcanzaba para comprar en pagos una casa, o para rentarla, mandar a los hijos a la escuela pública, llevarlos a consulta médica al Centro de Salud, IMSS o ISSSTE, pagar las contribuciones, y comprar el mandado. Cada una de esas cosas sucedían de acuerdo al tamaño del ingreso de cada uno y sin que los contrastes entre quienes tenían mucho y los que tenían poco dejaran de existir. En todo esto tuvo mucho que ver el número de habitantes del país que era de 55 millones en 1973 y la fortaleza de la economía de México que ocupaba el noveno lugar en el mundo.

Sin embargo, en el mismo sexenio del Presidente Echeverría se empezaron a presentar algunos signos de alarma a raíz de la crisis petrolera en el mundo, la notoria dependencia de Mexico de sus ingresos petroleros visibilizó también su dependencia de ellos y su fragilidad. En medio de una de las más grandes crisis económicas que haya tenido algún gobierno mexicano, Miguel de la Madrid inició un viraje hacia la apertura comercial que profundizó Carlos Salinas Degortari, lo que significó una ruptura mayor en el interior del sistema político, económico y social de México.

En 1989 la desaparición de la Unión Soviética y el colapso del socialismo de inspiración comunista como forma de gobierno, marcaron el fin de la guerra fría. En ese contexto el capitalismo se globalizó y se agregó en mercados regionales de gran calado como la Comunidad Europea que se convirtió en la Unión Europea, con un parlamento y una moneda propia y lo siguió la integración del mercado Estados Unidos-Canadá-México, ambos, la Unión Europea y el TLCAN, regidos por los lineamientos del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, las calificadoras de riesgo como Standard & Poors, Fitch, y una serie interminable de instituciones públicas y privadas que sustituyeron a los estados nacionales en el manejo de la economía de cada uno de ellos con las mismas fórmulas para todos.

La integración de México al mercado de América del Norte contó con gran impulso del Presidente Salinas quién se deshizo de todos los obstáculos que fuera necesario para firmar el Tratado de Libre Comercio. Los líderes obreros del PRI, el partido que lo llevó a la Presidencia, que se oponían a la homologación laboral en desventaja con los trabajadores de EUA y Canadá, fueron encarcelados con cargos falsos. Diecisiete gobernadores postulados y llevados al triunfo electoral por el PRI fueron retirados de sus cargos en ese sexenio por no ser afines al gobierno federal. Salinas impulsó la aprobación de una nueva Ley Agraria y desapareció la Reforma Agraria y el ejido, instituciones nacidas de la revolución mexicana igual que el PRI. Finalmente declaró unilateralmente que la etapa del nacionalismo revolucionario, que regía el rumbo del PRI y del Gobierno había concluido y ahora el PRI y el Gobierno iniciaban la etapa del liberalismo social.

Fue entonces que los ciudadanos de México a través de una intensa didáctica del gobierno y de sus intelectuales orgánicos, como los llamaba cordialmente el mismo Salinas, aprendieron a interpretar los principales indicadores del desarrollo, para entender que si los indicadores estaban bien, todos los mexicanos estaban bien. Así supieron de la existencia, entre los principales indicadores, del Producto Interno Bruto, la paridad del peso con el dólar, las reservas del Banco de México, la Inversión Extranjera Directa, las remesas de dólar enviadas desde el extranjero, el empleo, el salario mínimo, y la inflación.

Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, José Woldenberg, Rolando Cordera, Enrique Krauze, Guillermo Sheridan, y muchos otros que siguen por ahí, ayudaron a los mexicanos a entender desde distintos frentes, que leer bien los indicadores les permitiría entender cuantos beneficios estaban llegando por la nueva forma de hacer la vida económica del país, a entender que los ricos fueran cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres era parte del plan, porque la inmensa riqueza de los ricos iba a generar por añadidura el bienestar de los pobres. Esos mismos analistas que les llenaron la cabeza de cifras y de indicadores y ayudaron a los que les vaciaron los bolsillos, son los que desde hace cinco años vienen haciendo profecías apocalípticas, anunciaron el fracaso del gobierno de Lopez Obrador, y entre otras calamidades la huida de las inversiones, la pérdida de los empleos, y la devaluación de la moneda, como anuncios de la ruina total.

Esos inteligentes personajes son los que ahora que los programas sociales son derechos constitucionales, el peso está fuerte frente al dólar, las reservas son las mayores que ha habido, el salario subió de 81 pesos a 207, aumentó la tasa de empleo, el producto interno bruto crece, la inversión extranjera directa aumenta, ahora que la pobreza disminuyó solo un poco, pero disminuyó, ahora que no hay signos de que vaya a haber crisis de fin de sexenio, los jinetes del apocalipsis y sus seguidores gratuitos, los voceros del PAN-PRI-PRD y la sociedad civil, que aspiran a ser un Frente Amplio de derecha, nos quieren enseñar a releer esos indicadores positivos para entender que aunque los indicadores digan que las cosas van bien en realidad van mal. Lo que sigue, y porque de cuentas se trata, es que cada ciudadano escoja si quiere traer la cabeza llena de números o un poco de dinero en los bolsillos.

POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ

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