Como lo hemos venido describiendo en este espacio, la percepción ciudadana sobre la democracia se ha venido deteriorando de manera acelerada. Persiste un sentimiento de decepción con la eficacia de los aparatos públicos y con la integridad ética de la clase política.
Aunque la pandemia terminó, seguimos asistiendo a un contexto internacional confuso. Ha sido un verano hirviente. Los efectos dramáticos de una crisis climática global se han sentido en todo el planeta. Un contexto tan desfavorable ha acelerado el deterioro de las instituciones democráticas y ha afectado gravemente la gobernabilidad de la región.
Sin embargo, en las crisis se encuentran también las oportunidades. Ante el doble discurso y la demagogia, la sociedad civil organizada busca a través de las redes sociales y de los modelos de autogestión una forma efectiva para incidir en el debate de la agenda pública.
Ante la ineficacia de los gobiernos, la participación de la ciudadanía es medular para forzar la generación de políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la gente. Ante el decaimiento progresivo de los partidos políticos tradicionales, las organizaciones de la sociedad civil pueden transformarse en un gran contrapeso del poder político y sus aliados de siempre.
Al respecto, el secretario general de la OEA, Luis Almagro ha señalado que la democracia sólo puede evolucionar en la medida que la ciudadanía participe y juegue un papel protagónico a la hora de tomar las decisiones que afecten su futuro.
La democracia es un sistema que se construye día a día, con la participación ciudadana y no solamente cada cuatro o seis años a la hora de votar.
Requerimos de una sociedad civil diversa, incluyente y presente, que no sea parte únicamente de los diagnósticos, sino que genere acciones y soluciones a los problemas sociales, haciendo frente a la lacerante desigualdad regional que vivimos.
Los mecanismos de participación ciudadana y control social deben fortalecerse, su presencia y activismo es esencial para consolidar la gobernabilidad, la democratización y la pacificación de nuestras sociedades.
Durante la 53ª Asamblea General de la OEA celebrada en junio pasado, uno de los actores principales de las sesiones y plenarias fueron las organizaciones de la sociedad civil. Más de 350 entidades y 31 coaliciones dialogando directamente sobre temas de interés general. La sociedad civil siempre está un paso adelante y es la primera en alertar sobre los riesgos y sobre los principales problemas que podemos vislumbrar en el futuro.
La presencia y las ponencias de la sociedad civil fueron claves para construir y articular agendas regionales que en muchos casos sustituyen la incapacidad de los gobiernos y actores tradicionales para atacar los problemas contemporáneos.
• BALANCE
Las veedurías ciudadanas, la contraloría social y la observación electoral son fundamentales para garantizar comicios limpios y creíbles. La sociedad civil está llamada a ser un actor protagónico en la activación de los mecanismos de democracia directa, impulsando la celebración de referéndums y consultas populares y logrando movilizar a la opinión pública para que se pronuncie sobre los temas de interés general.
La salud de nuestras democracias depende en gran medida de la participación y la organización de la gente, no podemos tener sociedades indiferentes y ausentes del debate público, debemos generar sociedades críticas e informadas.
La sociedad civil debe ejercer su potestad de control social y exigir cuentas a sus mandatarios. De la mano de la sociedad civil tenemos el antídoto para enfrentar los vientos autoritarios que acechan la región.
POR FRANCISCO GUERRERO AGUIRRE