Antes de realizarse la colonización de José de Escandón y Helguera, la región sur de lo que hoy conocemos como Tamaulipas, había dejado de ser hogar de los huastecos septentrionales, para dar paso a los grupos nómadas.
Tribus chichimecas como los janambres, comenzaron a deambular y hostilizar a los pocos españoles que había en la región, los cuales en su mayoría eran pastores de rebaños trashumantes del Nuevo Reino de León.
Don Hermenegildo Sánchez García, antiguo pastor y miliciano, y fray Simón del Hierro, decían que los indios janambres habitaban en grutas y peñascos de la sierra, y que en ocasiones construían chozas; añadiendo que sólo vivían de la rapiña, o si no se alimentaban de frutos silvestres y de raíces y animales de monte. Que eran recolectores inveterados; de ahí su repugnancia a aceptar la conversión al cristianismo, pues ella implicaba la sedentarización y la adopción de la vida agrícola. Además, eran consumados maestros en el arte de las emboscadas y de los ataques sorpresivos.
SU HISTORIA
A fines del siglo XVI dicha nación era desconocida en la Nueva España, al grado de no dominar su lengua y cometer errores que se plasmaron en los primeros documentos que los mencionaron.
El dato más antiguo sobre esta nación pertenece a la denominación del espacio llamado Jaumave en 1607. Sin embargo, no son mencionados con el nombre de “janambres”, sino, a través de distintas grafías como indios Jaomabe, Xaumabe, Jaumave.
En 1617 los janambres aún no resaltaban como nación dominante y sus pactos con los pisones continuaban vigentes, ya que no se registran conflictos en la documentación de las fundaciones de las misiones del Ríoverde. Su control territorial para tales fechas se puede reducir al Jaumave y una fracción de las llanuras entre la Sierra Madre y la Tamaulipa Vieja.
Según Gabriel Saldívar, en el año de 1627, la tribu de los janambres que merodeaba la parte norte de la huasteca, era liderada por un caudillo que se distinguía entre todos los indios de la tribu, por llevar una chaqueta de cuero de venado, mientras sus guerreros iban desnudos.
Los janambres fueron identificados en 1645 por el capitán Alonso de León, quien tiempo después haría mención de dicha tribu en su crónica de 1649.
Sin embargo, el mismo territorio recorrido por de León fue transitado desde finales del siglo XVI por diversos españoles provenientes de los distintos reinos en la América Septentrional, sin hacer referencia a ellos.
Alonso de León describió el primer choque violento con los janambres entre las llanuras de la Sierra Madre y la Sierra de la Tamaulipa Vieja, comentando lo que los definiría en adelante: indios expertos en emboscadas. En el año de 1673 uno de sus fiscales era Cualiteguache; mientras que, en 1696, uno de sus principales capitanes era un tal Pajarito. En 1702, uno de sus capitanes aliados era un tal Matías.
Para el siglo XVIII, los janambres se habían expandido en un vasto territorio y contaban con rancherías que los hispánicos tuvieron que identificar a través de los nombres de los capitanes o alguna particularidad del entorno geográfico, sin dejar de lado que todos pertenecían a la misma nación.
En Tanguanchín se encontraba la ranchería Bocarda, mientras en Las Adjuntas los Toro, los Juan Capitan en el cerro del Xihue, Antonio Pachón en Tanchipa, Juan Manuel en la sierra de Tamalave y Baltazar en los Potreros de Tamatán.
FORMA DE GOBIERNO
Solo se centralizaba al liderazgo de un capitán principal en temas de guerra y un fiscal a cargo de los temas de diplomacia o como suplente del primero en la Janambrería. De esta manera se administraban los periodos de conflictos o de paz a través de los capitanes y sus rancherías.
Por lo que existieron varios capitanes a lo largo de las llanuras y zonas de fronteras con influencia en parajes, mesas, pantanos, esteros e islas fluviales.
Las características de un capitán principal o capitán de ranchería eran la tenacidad, la generosidad con su gente, la experiencia en la guerra y la cacería.
En el momento que algún miembro de la comunidad sentía que el cacique en turno carecía de esas características o que él poseía mejores aptitudes, se solicitaba un duelo por el liderazgo. El enfrentamiento era presenciado por la comunidad. Según Ladrón de Guevara el capitán principal era: “[…] cabeza, siempre lo es, el más valeroso, y a este le rinden toda la obediencia, y ejecutan, lo que manda, y para distinguirse, de los demás, trae, la insignia de un bastón, que lo hacen comúnmente, de palo, de Crano”.
Para finales del siglo XVIII. el jefe janambre también se diferenciaba de los demás, por usar “una chupa sin calzones o una camisa suelta u otra alhaja, las cuales obtenían por vía de hurto o de donación y también todos con una caña en la mano”. En tiempos de guerra se unificaba la nación a través de reuniones con los capitanes janambres y aliados de otras naciones.
SU RELACIÓN CON LOS PISONES
Fray Vicente Santa María mencionaba que antes de ser enemigos a muerte, los janambres y los pisones en un tiempo fueron aliados y guardaban en su memoria y tradición, sin fecha determinada, aunque sí, según sus señas, de tiempos muy anteriores a la conquista, el suceso de una batalla gloriosa que contra ellos emprendieron hasta doce tribus confederadas de las llanuras y de las sierras de San Carlos y Tamaulipa, las cuales fueron derrotadas, no obstante, las ventajas de su número.
IDIOMA O DIALECTO
Manuel Orozco y Berra, considerado uno de los historiadores más importantes de México del siglo XIX, escribiría en su obra “Geografía de las lenguas y carta etnográfica de México” que, a falta de saber que lengua hablaban los janambres y los pisones, le llamó “janambre”, ya que eran una misma familia y usaban un lenguaje en particular.
ARMAMENTO
El armamento empleado posiblemente contara con las mismas características de las naciones apaches y comanches descritas por Alonso de León en su crónica de mediados del siglo XVII. “Hacían el arco del tamaño del que le había de gobernar, de diferentes géneros de madera; y los mejores y más correosos, según dicen ellos, son de raíz de mezquite.
La cuerda es de las hebras que salen de la lechuguilla, tan bien torcida y puesta, que parece hecho de una pieza, cual un bordón de un arpa, si bien es del gordor de seis o siete bordones”. Sobre sus flechas, las crónicas mencionan que eran una vara de carrizo tostada en la punta, que no lograba atravesar la cuera o cota de los españoles, por lo que en los combates recurrían a la sorpresa y al engaño.
LA EXTENSIÓN TERRITORIAL
Para 1747 abarcaban un vasto territorio de lo que sería el Nuevo Santander, en donde tenían rancherías repartidas a lo largo de la Janambrería y sus zonas de influencia.
Los capitanes y lugares reconocidos eran los siguientes: el capitán Salvador de la Cruz en el Valle de los Xanambres; el capitán principal Toro en las Adjuntas a cargo de dos rancherías; el capitán Guardado alias “Guardadillo” o “el Apóstata” en cerros de las Tetillas; la liga Xihue/janambres/siguillones en el cerro del Xihue; el capitán Juan de Mata en el Valle de los Xanambres; el capitán Molina en las Mesas de Castrejón; el capitán Juan Francisco “el Castrejonero” en Mesas de Castrejón; el capitán Antonio de Pachón en Mesas de Castrejón, Tanchipa y cerros de las Tetillas; el capitán Juan Antonio Barberena en la frontera del Valle de Tanguachin; Juan Manuel en la sierra de Tamalave; y el capitán y apostata huasteco Baltasar, en los Potreros de Tamatán y norte de la villa de Valles.
EL OCASO DE LA TRIBU TAMAULIPECA
Con la fundación de la colonia del Nuevo Santander en 1748, los janambres tuvieron una fragmentación de su territorialidad mediante el poblamiento hispánico sistemático. Esto creó facciones dentro de la nación, pues mientras que unos prefirieron pactar, otros optaron por la guerra.
Los años de 1748 a 1757 fue la época de guerra por parte de la vieja generación de capitanes, los cuales fueron combatidos por cabecillas renegados como Juan Antonio Barberena y Juan Manuel, quienes, aliados con los españoles, fueron sus más crueles verdugos.
En ese lapso, fueron colgados Pachón y Toro, mientras que Baltazar, después de varias treguas y levantamientos, optó por rendirse definitivamente, estableciéndose con los suyos en la villa de Santa Bárbara.
A falta de las antiguas cabezas, las cuales perecieron en los choques violentos o fueron exiliados, se dio paso a un declive gradual, por lo que en los años de 1758 a 1772, comenzó la transición de los janambres al ocaso como nación dominante, para solo cometer algunos robos de ganado o asesinatos aislados en adelante.
POR MARVIN HUERTA MÁRQUEZ