Sé que todavía hay mucha gente dignamente integrante de la comentocracia que no cree en el Amlomato. A pesar de las señales cada vez más evidentes, abundan los analistas, incluso feroces críticos de la 4T, que sostienen que aun en el caso en que Claudia Sheinbaum resultara electa, López Obrador dejará de mandar, lo cual obviamente sucedería si ganara Xóchitl Gálvez el año entrante.
Sin embargo, creo que la tesis según la cual AMLO va a seguir gobernando hasta que la salud le dé, cada vez cuenta con más elementos que la confirman.
Ya habíamos comentado aquí hace un par de días que la decisión de Arturo Zaldívar de renunciar a la Suprema Corte y, por tanto, de entregarle a López Obrador la posibilidad de nombrar a su sucesor, en lugar de que fueran Sheinbaum o Xóchitl quienes lo hicieran, era una señal muy clara de la ambición del presidente de seguir mandando. Pero si alguien pudiera haber albergado alguna duda al respecto, la terna que envió al Senado la disipa.
Las tres candidatas son absolutamente incondicionales suyas, tanto familiar como política e ideológicamente hablando. La hermana de la secretaria de Gobernación lo es por partida doble: por hermana y por hija de Bertha Luján, compañera de lucha y de camino de López Obrador desde años atrás.
Lenia Batres lo es por la vía de su hermano Martí, el del audio contra Harfuch cuya autenticidad fue corroborada por algunas instituciones bancarias en México que cuentan con dispositivos altamente tecnificados para comparar voces y detectar inteligencia artificial. Ambos, Martí y Lenia, vienen de lejos en las filas de la izquierda más radical y más “dura”.
En cuanto a la consejera jurídica de López Obrador, por algo la escogió justamente como consejera, en sustitución de Julio Scherer, que también era sumamente leal a López Obrador, pero no era hechura suya ni mucho menos.
Como se sabe, el Senado puede rechazar la terna, pero al final del camino tortuoso que se adoptó en 1994 para designar a los ministros de la Corte, el presidente —AMLO o cualquiera— termina pudiendo imponer a quien quiera. Se podrá discutir si la consejera jurídica es elegible o no, pero si ella no es “la buena”, o resulta inelegible, las otras dos pasan la prueba del añejo de la pureza ideológica.
Aquí no corre López Obrador el riesgo de equivocarse, como él mismo lo ha confesado: con Margarita Ríos Farjat y con Juan Luis González Alcántara Carrancá. Pero nadie puede extrañarse de este descaro lopezobradorista: está haciendo lo que dice, y diciendo lo que hace.
Lo que está en juego es nada menos que la independencia del Poder Judicial. Por eso, la directora de la División de las Américas de Human Rights Watch de inmediato sacó un comunicado advirtiendo de los riesgos que entraña esta terna y sus consecuencias: “Nos preocupa la terna de candidatas presentada hoy para la Suprema Corte.
Tres de ellas son funcionarias del gobierno de AMLO. Dos son la hermana de un integrante cercano del presidente. Este tipo de nombramientos perjudica la independencia judicial”.
¿Qué se va a ir a su casa López Obrador y dejar en paz a su sucesora designada, en caso de que gane la elección? Cada vez veo más lejana esta posibilidad. La única manera de evitar que eso suceda es que Sheinbaum no gane la elección.
Afortunadamente, todavía existen condiciones para que, en efecto, eso no suceda. Pero no indefinidamente.